Capítulo tres

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     Los padres de los muchachos aun permanecían del otro lado de la videoconferencia, un poco pasmados a causa de la actitud de una de las aliens, aunque también inquietos: era evidente que una gran frustración estaba afectándola, y tal vez era en parte por Catherine, pero había algo más, eso era seguro. Thomas y Alex, en un vano intento por aligerar la carga de tensión, les dicen que, si lo desean, pueden continuar hablando, y es ahí cuando Leonor ve una oportunidad para soltar la noticia:

—Mérida, hay algo que tienes que saber.

—¿Cómo es que lograron saber esto?— interrumpe Chelsea señalando el enorme cristal.

—Joen robo el celular de Lara.

—¿Qué el hizo que?— inquiere Julia con los ojos como platos.

—No es para tanto, gatita.

—¿Desde cuando tienes un apodo, jovencita?

—Papá, no es el momento.

—¿Y tú, Chelsea?, ¿sabes algo de tu mamá?

    La interrogante de Astrid la toma desprevenida, y luego de lamerse los labios, la adolescente trata de encontrar una respuesta. En realidad, nadie se había interesado por ese detalle, y muy en el fondo, ella lo había olvidado sin querer. ¿Cómo fue capaz de hacerlo?

—Por ahora nada, señora. Lara y yo queremos iniciar con una búsqueda, pero es algo mas complicado de lo que creíamos, sobre todo por las circunstancias— resume ella mezclando una tanto la mentira con la verdad.

—Muchachos, entendemos que quieran ayudar, eso es bueno, pero esto va mucho más allá de ustedes— advierte Richard después de una corta pausa—. ¿No extrañan ir a la escuela?, ¿y que hay del peligro?

—Querido...

—Tienes razón, pero también hay algo que nos ata a este lugar, papá.

—¿Cuál?— pregunta con interés el hombre hacia su hija, Julia.

—El poder averiguar porque ninguno murió ese día.

     Por unos instantes, nadie habla de dicho tema, y los dos soldados, frunciendo el ceño, tratan de que la curiosidad no pase a mayores. Aunque ella tenia razón, y tanto Peter como Chelsea y Mérida demostraron estar de acuerdo en ese ámbito: no podían volver, no aun. Sus dudas continuaban sin aclaración alguna, sus poderes seguían gobernando en ellos como si fuesen marionetas y, pese a que se negaban a admitirlo, no querían pisar la tierra todavía. ¿Y si el interés de los humanos aumentaba?, ¿Qué pasaría con la policía, que desde el primer instante, no dejo de perseguirlos? No, aun quedaban muchas cosas por resolver.

—Chicos, Richard tiene razón, e incluso Lara: es mejor que vuelvan— opina la madre de la pelirroja.

—Pero mamá...

—Sin peros, Mérida. Deben regresar.

     La chica se cruza de brazos al tiempo que hace una mueca extraña para expresar su enojo, lo cual provoca que, sin querer, Thomas lancé una risa corta. Pero después de unos minutos, esa felicidad desaparece: ella se iba a ir, su florecilla iba a regresar a su hogar, y la sola idea de que se fuera lo hizo experimentar una sensación agridulce.

—¿Por qué, papá? Dame una buena razón.

     Tanto Anthony como Leonor intercambian una mirada llena de preocupación y nerviosismos, y aun cuando no deseaban cargar mas a su niña con otras cosas, decidieron que esa parte era la excepción.

—Mérida, tus padre biológicos nos contactaron.

—¿Qué?— susurra ella observando a la pareja.

Luna de Fuego [Saga Moons #3] {➖}Where stories live. Discover now