Capítulo nueve

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      Una especie de adrenalina le recorría el cuerpo, y junto a la palidez extrema que cubría su cara, la madre de Joen retrocede dar con la puerta del escondite, y en menos de un segundo, le da la vuelta a la pesada manija para refugiarse en el interior con tranquilidad. ¿Habría sido buena idea?, ¿Qué tal si no cayó en el lugar correspondiente? Tamara se decide por tomar una respiración lenta, profunda, concisa; y cuando estaba a punto de dar un paso más, gira sobre su propio eje y observa, asustada, cómo el portal hacía la Luna Morada se cierra por sí solo.

     Necesitaba dar la cara, ansiaba poder ver a su esposo, a su hijo, su hogar, sin embargo, la mano enorme y pesada de Samuel se lo impide al taparle la boca, arrastrarla hacía atrás y ejerciendo más presión de la necesaria en su cuello.

—¿Qué hacías ahí afuera?— le susurra él en su oído.

     La mujer golpea la piel de sus nudillos, se retuerce entre sus brazos e intenta salir de la prisión que ese físico representaba para ella, pero él, en lugar de soltarla y dejarla en paz, la coloca frente a su rostro, le sujeta la barbilla e insiste en hacer la misma pregunta que antes, aunque Tamara es la que toma la palabra con arrebato:

—Lo que debí haber hecho hace mucho: entregarte.

—Tú no eres capaz de algo semejante.

—¿Ah, no? Pruébame, Samuel: desde que somos adolescentes procure darte mi apoyo, todos intentamos hacerlo, pero ¿sabes qué? Entendí que no hacías otra cosa más que hundirte en la mierda de tu propia miseria.

—Cállate— murmuró el alien con la furia en el pecho.

—¿Por qué habría de hacerlo?, ¿por qué habría de esconder una verdad?

—¡Silencio!

—¡Me harté de estar muda todo el tiempo! No es nuestra culpa que tu padre haya sido cualquier cosa, menos tu amigo. No es tu culpa haber sufrido eso, ¡¿aún no lo entiendes?!

     Rápidamente, el puño del padre de Lara choca contra la mejilla de la mujer, y es así como esta termina en el suelo, jadeante y con una mano temblorosa encima de su rostro. Sin querer, había dado en el blanco; y para su sorpresa, los traumas del pasado lo estaban rompiendo, a él y a sus planes al tratar de ser invencible.

—No vuelvas a mencionarlo. Ni a él, ni a mi madre— ordena El Conquistador con el mentón en alto.

—Supongo que no deseas enfrentarte a la realidad, ¿cierto?

     Otro golpe estaba a punto de estamparse contra ella de nuevo, sin embargo, y pese a estar preparada para recibirlo, Catherine lo impide desde lo alto de las escaleras:

—¡Déjala en paz!

—Me van a volver loco algún día— dice Samuel palpando el puente de su nariz.

—Señor, hay más movimiento de lo usual a nuestros alrededores— comunica el japonés que tenía apresada a Berenice.

     En ese momento, el hombre gira su cabeza hacía Tamara, y señalándola con un dedo acusatorio, descubre su plan en menos tiempo del imaginado. Por esa razón es que se precipita, por ese detalle es que decide viajar lo más rápido posible hacía Moscú, su próximo destino.

—Nos vamos, ahora.

—¿Qué?, ¿a dónde?— inquiere la madre de Chelsea al ser jalada hacía la planta baja.

—Eso no les incumbe a ninguno. Así que por favor, continua haciendo lo que siempre haces: cerrar la boca y punto.

     Tenía la oportunidad justo ahí, frente a ella, pero una vez más, no supo cómo agarrar la valentía ni como alzar su voz: una vez más, se quedo en silencio. Catherine, quien estaba a su lado, pudo notar el repentino cambio de humor en Berenice, y dirigiendo sus ojos hacía Tamara, le ruega, a través de ese medio, que la ayudará a detener a Samuel. ¿Podrían lograrlo?

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⏰ Última actualización: May 01 ⏰

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Luna de Fuego [Saga Moons #3] {➖}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora