Capítulo cinco

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     Los dos caminaban sobre un suelo lleno de ceniza negra, la cual, sin querer, solía revolotear por los aires, invadir al corteza de ciertas plantas diminutas y manchar las pieles de los habitantes de dicha luna. Por tal razón, algunos solían llevar consigo toallitas desinfectantes, como Owen, que saca una de su bolsillo y la dirige hacía la mejilla de Akira. Al principio, la japonesa retrocede ante la leve caricia de la humedad, sin embargo, el guerrero le sostiene la nuca y termina de limpiar la suciedad que había invadido esa parte de su rostro. Para ella aun resultaba extraño estar así de cerca con alguien, pero para él, era como una especie de consuelo, aun cuando no lo dijera en voz alta.

     Por unos breves minutos, el silencio los envuelve, y para sorpresa de ambos, este no resulta incomodo, sino tranquilo y ligero, como una pequeña mariposa. Aunque esa calma se acaba en menos de un instante debido a la descarga eléctrica que abraza el tobillo del moreno, sube por su pierna y recorre cada zona sensible. Akira se aleja y lanza un chillido de espanto, y al tiempo de logra serenarse, saca un celular de cristal y escribe en el lo siguiente:

     Este castigo no me gusta.

     Owen, luego de leerlo, trata de sonreír, y pese a que el resultado fue, más que nada, una mueca de fastidio, si que le hizo gracia el hecho de que ella sufriera. Esta vez, es él quien saca su teléfono, y clickeando en el mismo traductor, le hace saber que esta bien.

     A mi tampoco, pero es algo que debo cumplir. Además, ya estoy acostumbrado.

     ¿De verdad? Vaya, que raros son aquí.

     Eso también hace carcajear a Owen, quien sin darse cuenta, logra contagiar a las joven con sus risas. Se sentía bien compartir esos momento junto a alguien, sobre todo después de los desastres que se habían suscitado: luego de que El Conquistador huyera de nuevo, tanto Abel como él fueron sancionados por las faltas cometidas, y al cabo de varias deliberaciones, se escogió sanción para ambos, el cual consistía en permanecer en la luna que los vio crecer y usar una tobillera que daba choques de electricidad cada cierto tiempo. La sensación no era agradable, pero gracias a ella, estaban recordando sus faltas y errores, y al tenerlos presentes en la memoria, al menos en Owen, algo parecido a la vergüenza lo hacía apretar los puños y entristecerse.

     Un toque en el hombro lo hace salir de su ensimismamiento, y sacudiendo la cabeza, fija los ojos en la expresión de Akira: ceño fruncido, mirada abarrotada de duda y puntillas de oxígeno en la nariz.

     Te sonrojaste, redacta ella en el aparato.

     Me arrepiento de mucho ahora, y siendo sincero, no sé como enmendar mis estupideces.

     Ella, al comprender el significado de esas palabras, se detuvo, y observando el inmenso cielo ubicado sobre sus cabezas, reflexiona sobre ciertos asuntos del pasadp para así darle algo de fuerzas al joven. De repente, una luz se enciende en su cerebro, y tecleando ua vez más, redacta una respuesta:

      El arrepentimiento es un buen inicio, ¿no lo crees? Desde mi perspectiva, creo que si de verdad se es consciente de lo negativo de los actos, se puede tener otra oportunidad.

     Owen sonríe ante la calidez que se planta en su corazón, y asintiendo reiteradas veces, toma la joven de la cintura y la abraza en señal de agradecimiento. Por alguna razón que ni él mismo lograba entender, deseaba escuchar la voz de Akira, esa que le había cantado al oído para calmarlo en Tokyo, la misma que le había pedido que se detuviera en una ocasión, aquella que estaba comenzando a olvidar.

     Ella se queda impactada debido a ese contacto tan repentino, aunque al final, también lo rodea con sus brazos y lo estrecha contra sí. Quizás los dos si buscaban ese gesto, o tal vez necesitaban sentirse acompañados: después de todo, estaban aprendiendo a conocerse, aun cuando no lo quisieran. Rastros de polvos se esparcieron por sus ropas, el calor de ella lo hizo estremecerse un poco y el tono de un teléfono provoca que se distancien. Owen frunce el ceño al tiempo que busca en el interior de su abrigo, y desbloqueando la llamada, una luz sale del aparato, y es esta la que le da paso al holograma de Abel.

Luna de Fuego [Saga Moons #3] {➖}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora