Capítulo 30: Única puerta

390 53 4
                                    

Capítulo 30:
Única puerta

Capítulo 30:Única puerta

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Yira

Me asaltan las dudas al poner un pie en el interior del pasadizo. Un ligero hormigueo sacude mis extremidades, anunciando el asomo del miedo. Palmeo la daga sujeta en mi muslo derecho, esta vez estoy preparada, no seré tomada por sorpresa.

Acordamos, voy adelante; Mafer detrás para asegurarse que siga caminando, aun si el túnel se vuelve demasiado estrecho y entre en pánico, no pude discutir contra su lógica, puesto que es muy posible que me paralice si eso llega a suceder; mi madre viene en medio, escoltada por Suri y Cris.

A la final, decidimos pasar la noche con los selváticos, descansar y salir en la mañana con el amanecer. Las pocas horas que estuvo en el territorio de los selváticos no mejoró nada de su magia, sigue igual de débil, traerla es la peor idea, Luz intentó convencerla de que se quedará, fracaso al igual que yo.

Los huesos de Vanesa siguen en el mismo lugar.

—Por años pensé que se trataba de ti —comenta mi madre con nostalgia y rencor.

—Es la hermana de Maritza, ella siempre supo dónde estaba —desde este punto estamos en contacto con la cueva. Mi madre asegura tener una técnica para cruzar sin vernos muy afectados por la adsorción de la magia, pero no dio detalles y eso me preocupa. Asumo que pone en riesgo su frágil poder para que el resto pueda conservar fuerzas.

Mafer se detiene delante los huesos, una chispa de fuego salta entre sus dedos antes de caer sobre lo poco que queda de Vanesa.

—¿Qué haces? —reprocho, mi intención era mover esos restos a un mejor lugar de descanso.

—En caso de que Maritza tenga algún tipo de conexión con su hermana muerta, mejor deshacernos de ella.

Las llamas se esparcen con rapidez, si nos quedamos aquí nos sofocaremos con el humo.

—No estoy segura de que sea lo más sensato —me quejo.

—Me parece que está bien—murmura mi madre—. Avancen. Los selváticos lo extinguirán si se esparce demasiado.

Niego. Doy vuelta para continuar, tomo una bocanada de aire y me trago el principio del picor del humo. Estiro mis brazos para medir lo ancho de la cueva, mis manos no alcanzan las paredes. Una buena señal para comenzar. Mafer golpea mis brazos y me pongo en movimiento.

A medida que avanzo la luz escasea y sin posibilidad de usar magia, durante esta travesía estamos limitados a solo nuestras capacidades de defensa y uso de las armas. Siento el comienzo de la debilidad, como una pequeña cortada en el dedo y la sangre escapándose gota a gota. El túnel da un giro a la izquierda. La cueva muerde reclamando una dosis más grande. Después de un par de giro más como un laberinto, las paredes rozan mis hombros y me siento desfallecer. Entre el robo de magia y el pánico, mis piernas comienzan a protestar.

Encantus. Alas de hielo (libro 5)Where stories live. Discover now