Capítulo 9: Regreso

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Capítulo 9:
Regreso

Capítulo 9: Regreso

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Mafer

     —Han mantenido en cautiverio a una de mis sanadoras—dice la reina con su piel cambiante manteniéndose en dos piernas.

El miedo es un enemigo poderoso si le permites apoderarse de ti. Y es justo lo que me está ocurriendo en este preciso momento. Ver como la piel humana, sede ante una escamosa y colorida, ha despertado mi fobia. Trato de centrar mis ojos en otra cosa que no sea ella, la habitación rocosa no tiene ninguna abertura que le proporcione luz exterior. La única luz son esos gusanos sobre nuestras cabezas.

—Ella era parte de la hermandad —me excuso ante mis actos.

La realidad es que esa sanadora se negaba a mantener a Susej en ese profundo sueño y no tuve más remedio que encerrarla para que cumpliera con su cometido.

—Esa no es razón suficiente para ser encarcelada —grita la reina enfurecida, sus piernas comienzan un proceso de reemplazo que hace que se me revuelva el estómago, su cola se desplaza por el suelo y sus ojos ahora son más rasgados que de costumbre, como si estuvieran a punto de salirse de sus órbitas. Por instinto mis piernas se mueven, uno, dos, tres pasos hacia atrás. En cambio, Yira avanza dos largos pasos como si su simple presencia fuera a mantener inmóvil a esa enorme serpiente.

—No hemos venido a causar problemas —dice Yira. Sus palabras no son bien recibidas. Una reina con el rostro deforme se desliza y ataca, dejo escapar un grito de pavor.

La reina serpiente se ha quedado suspendida en el aire con sus filosos colmillos expuestos, nada la está deteniendo, pero aun así no se mueve.

¡Increíble!

Retrocedo dos pasos, solo por si de momento la reina recupera completa movilidad.

Yira parece tener algo en las manos a lo que mis ojos no tienen acceso, me he alejado demasiado. Ahora que me encuentro en esta situación es que me doy cuenta de que desconozco que pudo haber aprendido Yira con los selváticos. La amplitud de sus habilidades es un misterio. El hada oscura lanza al aire una esfera transparente con un bailante humo negro, en su interior. Lo que ocurre ante mis ojos hace que el miedo se esfume para dejar una cálida sensación de impacto. La reina se está reduciendo al mismo tiempo que es absorbida por la esfera transparente. Solo son unos escasos segundos en que la reina es enorme y luego desaparece entre el humo de la esfera.

—¿A dónde ha ido?

—A ningún lado, está justo aquí dentro —Yira tiene la esfera en sus manos, y una torcida sonrisa. Camina hacia mí, pero se tambalea al dar el cuarto paso, la sostengo antes de que sus piernas terminen por tumbarla al suelo.

—¿No se supone que estabas en perfectas condiciones? —reprendo, llevando su peso.

—Lo estaba, solo un poco —dice afincándose de mí.

Encantus. Alas de hielo (libro 5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora