Capítulo 2: Pueblo de serpientes

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Capítulo 2:
Pueblo de serpientes

Capítulo 2:Pueblo de serpientes

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❄Mafer

Si miro al cielo solo puedo ver a duras penas el verdoso de las hojas entre la niebla. Si busco alguna distracción, a mí alrededor me encuentro con la hierba ondeada a medida que una enorme serpiente se desliza como si de una pasarela se tratara. Razón por la cual mis piernas parecen dos bastoncitos de gelatina, se mueven temblorosas manteniendo una buena distancia entre la cola de ese animal con rostro humano.

Hemos caminado sin rumbo aparente, por más de cuarenta minutos y comienzo a permitirle al pánico apoderarse de mí, otra vez, mi mente dibuja sin sentido un sinfín de escenarios en ese pueblo de serpientes y ninguna me agrada, lo que no me ayuda para estabilizar mis piernas. Alejo todo pensamiento que tenga que ver con nuestros anfitriones y me concentro en los chicos. Adelante va: Shema montado sobre la carreta observando en detalle a la serpiente que nos sirve de guía, parece hipnotizado por la piel brillosa y colorida. A él todo le parece impresionante y fabuloso en este lugar, por lo general su mirada se pierde en cada nueva criatura que descubrimos en Encantus, yo, en cambio, no puedo decir lo mismo. Hay cosas que simplemente no me gustan por más bonitas que sean a la vista.

En cuanto a Susej permanece como una muñeca de trapo sobre la carreta, inmóvil, pero con una pausada respiración. No estoy muy segura de que vuelva a ser la misma, hay tanta humanidad reflejada en su rostro que casi no recuerdo al hada oscura. En la situación en la que se encuentra ahora parece más una joven tierna sin un ápice de arrogancia.

A ambos lados de la carreta se encuentra mi hermano Cris, armado hasta los dientes como un hada guerrera, y del otro lado se encuentra, su trenza se mueve sobre su espalda como una serpiente a medida que camina y hace movimientos con sus manos. Estoy completamente segura de le explica a mi hermano todos sus conocimientos sobre este bosque en particular y sus peculiares habitantes.

En cambio, yo voy rezagada del grupo, manteniendo unos buenos pies de distancia entre la cola brillante y mis pasos, sin embargo, cada vez que siento la hierba crujir por su peso, mi respiración se acelera y mi piel se eriza.

El silencio del bosque se ve interrumpido por un torrencial de agua, pero no alcanzo a ver más que niebla entre los árboles, un excelente escenario para cazar. Las serpientes deben darse un gustazo con los forasteros de vez en cuando.

—Debes comenzar a controlar tu fobia —el susurro de Yira me hace emitir un grito ahogado que hace que todos se detenga y giren sus cabezas encontrándose con mi rostro aterrorizado y mi mano sobre el pecho, como si pudiera sostener mi corazón en su lugar. Hasta la serpiente se detiene, su dorso se alza lo suficiente dándome una buena vista de su piel brillante y pechos al aire.

—Respira, María Fernanda —Yira desliza su mano por mi espalda. Su toque me relaja, solo un poco—. No pasa nada, sigamos.

Los demás reanudan el paso. Me concentro en recuperar la respiración. Inhala. Exhala. Inhala. Exhala. Inhala. Exhala.

Encantus. Alas de hielo (libro 5)Where stories live. Discover now