Capitulo 37. Retorno hacía el destino.

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Les había tomado una hora y cuarenta minutos llegar hasta el punto de extracción. Para entonces, ya eran poco más de las cuatro de la mañana.

El sol aún no daba ninguna señal de llegada, la mañana aún estaba a un par de horas de llegar, por lo tanto, no se podía ver sin la necesidad de linternas. Allí, en la oscuridad de la noche, esperaron pacientemente, justo en la punta del puente de Antonov.

Al equipo dos no se les ha dado la orden de cruzar, no aún.

—¿Por qué tardan tanto? Ya deberían estar aquí —Pregunto Foxtrot, algo incómodo de la situación. De algún modo siente que los pueden emboscar. Tiene esa… Pequeña espina que le hace dudar de aquella llamada de auxilio. Pero no dice nada al respecto.

—No lo sé, pero no me gusta esta situación, es incómoda—Al parecer Bravo también parecía concordar internamente con Foxtrot. —¿Estamos seguros de que la fuente es confiable? No tuvimos el tiempo de investigar a ese tal Kastar. Fue alguien al servicio de los Raxton, ¿Y si es una especie de venganza por lo que paso hace dos semanas?

—Entonces tendremos que pelear —Andrey, no mostró duda, simplemente observó el camino por donde se supone que debían llegar los omegas y no quitó la mirada del lugar.

—Jefe, debemos retiramos un poco. Tomemos distancia. No es seguro estar en campo abierto.

—Dales un poco más de tiempo…

—Jefe-

Cuando Bravo intento dar un razonable motivo por el cual debían ser precavidos, alguien apareció por ese camino.

—¡Ayuda! —Se escuchó a lo lejos —¡Por favor! —El pedido de auxilio fue claro, todos pudieron escucharlo. Las cabezas de los soldados giraron en dirección al llamado y se alarmaron un poco al verles venir tan desesperadamente.

Andrey fue el primero en lanzarse de lleno a correr para auxiliarles, viniendo detrás su propio equipo. Cruzaron el enorme puente que yace encima del río que separa Antonov de Nyx y rápidamente se acercó a los omegas.

Desde unos cuantos metros de distancia, pudo darse cuenta de que había algunas personas ensangrentadas. Tienen las rodillas raspadas, algunos traen moretones en el rostro, aunque a simple vista no parece haber heridos de gravedad. Pero nunca se sabe, quizá si están verdaderamente heridos y es la adrenalina del momento la que hace que se mantengan en pie.

Trato de acercarse a uno de los omegas que vienen justo al frente, el chico está en cinta y rojo del cansancio. Quería tenderle la mano y si se lo permitía; cargarlo hasta la ambulancia. Pero retrocedieron con miedo.

Se detuvo antes de acercarse totalmente, solo para levantar las manos en señal de que está desarmado y no pretende hacerles daño. Lo olvido. Olvido que parece un monstruo.

Es obvio que se van a asustar cuando vean a hombres de un metro noventa, con el rostro cubierto por máscaras totalmente negras y velos de camuflaje que ni siquiera les dejan verle los ojos.

Eso, a cualquiera le haría temblar.

Así que cuando los omegas vieron que eso, que solo podría describirse como; monstruoso, se acercó a ellos, retrocedieron con el alma en la boca.

Se les vio palideces al instante, retrocedieron con la mirada fija en los soldados y amenazaron con gritar del miedo.

Andrey, no quería provocar tal sentimiento en aquellas personas, no era su intención. Así que rápidamente tiro el velo al suelo, se quitó la máscara y simplemente se quedó con su cubre cara a la altura de la nariz para que nadie viera su rostro. Seguido de esto, lanzó su fusil al suelo y las pistolas en sus compartimentos cercanos a la cintura. Esto; con el fin de hacerles entender que no buscaba hacerles daño.

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