Capítulo 9: La madre de la bruja

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Iralys Vyloth ha amado danzar desde que tiene memoria, lo libre que se siente cada vez que sus pies se mueven en sintonía con las canciones que recuerda es lo que la llenaba de optimismo en cada día en el que deseaba desaparecer.

Tal era su amor a bailar que ante la negativa de sus padres a su pasión, ella renunció a su familia por su sueño; sueño que la llevó a trabajar desde corta edad en un teatro callejero como bailarina principal. Siendo honestos, ella no poseía lujo alguno con aquel trabajo, además de los comentarios soeces de algunas otras personas que consideraban que su trabajo cubría algún "oficio sexual" como si de una fachada se tratara. Sin embargo, siempre y cuando ella pudiera bailar, las palabras y malas memorias no tendrían motivos para ocupar su corazón.

Era una noche especial en la que parte del elenco fue invitado a una fiesta de un noble a manera de entretenimiento para el recibimiento de un importante miembro de la realeza; ella se desempeñó como mejor pudo, su cabello suave como la seda y sus movimientos precisos encantaban a sus espectadores, ya se había acostumbrado a las miradas, pero entonces ¿Por qué esos ojos amatista llamaron tanto su atención que casi pierde el ritmo?.

La danza terminó entre aplausos por los espectadores, mientras ella descendía por el escenario se encontró nuevamente con aquellos ojos violetas que tanto la distrajeron, el hombre que poseía tales ojos portaba un atuendo elegante con un escudo que ella no reconocía ¿Sería acaso el noble extranjero a quien estaba dedicada esta fiesta? 

Sus pensamientos estaban nublados hasta el momento en el que aquel noble se le acercó, llamando su atención. Ella velozmente levantó la mirada, cosa que casi no se notó gracias a su vestimenta que le obligaba a portar un velo blanquecino.

"Lamento no responder, mi mente estaba nublada, señor"

Se disculpó inmediatamente con una reverencia, cosa que el noble aceptó antes de indicarle que podía levantar la cabeza nuevamente.

"Su espectáculo fue impresionante, en mis visitas a Marloe jamás había visto a alguien interpretar aquella danza con tanta precisión; sé de que si lo intentara me caería sin dudas, tengo dos pies izquierdos."

"Mi señor, tengo un lema que dice 'todo el mundo puede bailar', después de todo, son coordinar los movimientos con los que más cómodo se sienta su cuerpo; pero agradezco que le haya gustado el espectáculo, nos hemos esforzado mucho."

Ante la frase, el noble no pudo evitar ladear su cabeza en curiosidad, soltando una pequeña risa al recordar aquellas tardes fallidas donde sus maestros lo hacían repetir una pieza sin parar.

" ¿'Todo el mundo puede bailar'? Jajaja, incluso mis maestros sufrieron con mis pasos cuando era más joven, afortunadamente puedo hacer lo básico."

"Quizá el método de enseñarle sea erróneo, mi señor, no todos aprendemos de la misma manera"

"¿Oh? ¿Puede explicarme el cómo aprendió usted entonces? Quizá su experiencia pueda ayudarme a evitar vergüenzas futuras"

No era la primera vez en la que alguien se acercaba a Iralys para preguntarle sobre su método de aprender nuevas piezas de baile; quizá podía ganar algo de dinero extra enseñándole a un noble por el tiempo que este se mantuviera en el puerto de Marloe, además podía seguir viendo esos bonitos ojos que tenía, era ganar-ganar.

Sin darse cuenta, no solo enseñándole los pasos, sino que también en los descansos conectaron en múltiples temas; ambos poseían afinidad por la música y las artes relacionadas a esta, además de un humor similar que hizo que las prácticas fueran llevadas de manera ligera y entre risas. Era la primera vez en la que Iralys se relajaba con otra actividad que no fuera ella practicando bailar.

Lentamente las prácticas pasaron a volverse encuentros en donde ella le enseñaba los secretos del puerto de Marloe y él le comentaba datos al azar sobre culturas externas, siendo la principal, la cultura de Arbezela. Allí fue cuando ella pudo relacionar un poco más sobre la identidad de su ahora amigo.

Un hombre de la alta nobleza de Arbezela, conocimiento de culturas externas que simbolizaban sus viajes al rededor del mundo y aquellos hermosos ojos amatistas; se insultó a sí misma por no darse cuenta la primera vez que lo vio; en este tiempo él solo había mencionado su nombre "Jai", el que ella no hubiera reaccionado ya le parecía extraño.

Se acercaba las dos semanas restantes de "Jai" en el puerto de Marloe antes de volver a Arbezela, por lo que ella no perdió el tiempo y decidió que era mejor preguntar; todas aquellas pláticas, ¿Cuántas veces habría ofendido a la nobleza con su comportamiento tan relajado? 

𝗥𝗼𝘆𝗮𝗹 𝗞𝗮𝗿𝗺𝗮 | Las joyas de la princesaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz