𝓐𝓻𝓲𝓪𝓷𝓪 𝓭𝓮 𝓢𝓮𝓬𝓻𝓪𝓶𝓲𝓼𝓮, 𝓵𝓪 𝓹𝓻𝓲𝓶𝓮𝓻𝓪 𝓹𝓻𝓲𝓷𝓬𝓮𝓼𝓪 𝓭𝓮 𝓐𝓻𝓫𝓮𝔃𝓮𝓵𝓪... Poseía de todo: El amor de sus padres, la envidia de sus hermanastros, la belleza de su reino en su piel y una mirada que era capaz de robar el coraz...
Era un frio día de otoño la mañana en el que llegó el hechicero de la torre de magia a Arbezela por pedido del emperador, pedido motivado por el incremento de habilidades en la segunda princesa. Se le había ofrecido un pago generoso para que el hechicero, Caelus Boreas, trabajara como tutor de la princesa y pudiera desbloquear el máximo potencial de esta, un trabajo bastante común de tutoría.
Era un frío día de otoño la primera vez en la que la segunda princesa escuchó una sonata que acompañó su voz, no conocía a nadie en el palacio que supiera tocar el piano, por lo que escuchar la melodía la alegró; pensando en las habilidades que debía tener aquel músico.
No era cualquier sonata, era una canción... especial, no sabía como describirla exactamente; solo sabía que atraía a su corazón y complementaba su voz de manera inimaginable.
Desde el momento en el que ella y su madre arribaron al palacio, a pesar del recibimiento por parte de ciertos nobles, se había sentido sola; no era una soledad momentánea, sino una que arrasaba con su mente el momento en el que se quedaba en silencio, por lo que optaba por cantar para alivianar pensamientos negativos.
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Se encontraba llegando tarde a la primera clase con su tutor de magia, y aún así no pudo evitar seguir la tonada hasta su origen; allí fue donde lo conoció, una persona que tocaba el piano como si sus manos hubieran sido bendecidas con un talento innato; sin embargo no solo fue aquello lo que llamó la atención de la curiosa princesa, sino fue aquello que sintió el momento en el que "Él" habló.
"¡Ah! Es un gusto, princesa. Está llegando tarde a su clase."
".. ¡L-Lo lamento!"
"No se disculpe, el tiempo está de nuestro lado."
La princesa se había reverenciado a modo de disculparse, a lo que el hechicero se levantó de su asiento y le ofreció su mano a manera de saludo, a quién creería la princesa si le hubieran dicho sobre la electricidad que sentiría el momento en el que su mano tocó la de su ahora tutor.
¿Nunca les ha sucedido? Ese sentimiento de encontrar lo que habías estado buscando por tanto tiempo, una afinidad inmediata con cierta persona que, a pesar de no conocerla completamente, sientes que ha estado a tu lado desde la primera vez en que abriste los ojos. Ese sentimiento era la electricidad que la princesa sintió en ese instante.
El hechicero cumplió su cometido de enseñar a la princesa a desbloquear mejor su potencial, pero aquellas horas de estudio se convirtieron en horas donde solían divagar también. Las fórmulas y cánticos se transformaron con el pasar del tiempo en teorías y sueños que comentaban mientras observaban el cielo desde una zona escondida en el jardín.
"¿Qué es estar vivo?"
"...Teóricamente, el movimiento es vida, así que si uno duerme no vive pero.. ¿Qué es sentirse vivo?"
"Quizá el sentir como tus acciones tienen repercusiones especiales, es divertida la poca perfección... solo la muerte es perfecta por que es constante pero.. ¿Que hay después de ella?"
