Capítulo 13: Un príncipe azul para Arbezela

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Arbezela necesitaba un príncipe y la emperatriz le brindó uno: el primer príncipe y primogénito del emperador Jaider, Ares de Secramise. A corta edad demostró ser dotado en múltiples aspectos, tanto académicos como físicos; lo que le brindó la capacidad de cruzar los récords impuestos por los previos a él con facilidad, era la esperanza y el orgullo del imperio.

Aquellos que llegaron a conocer al joven príncipe enunciaban que este había sido "bendecido por Astotelia para ser el mejor emperador" un niño con un gran futuro por delante que brindaría paz y progreso a Arbezela una vez que tomara el mando, guiando los sueños y las esperanzas de su pueblo hacia un mejor futuro. 

Era normal admirar a un niño con tales capacidades, era amado y bendecido por todos en el imperio, a excepción de la primera concubina, Madame Benela; quien lo aborrecía enteramente, puesto que a pesar de ella haber dado a luz a un príncipe también, este no era ni la mitad de habilidoso que el mayor. 

Su único hijo en ese momento, llamado Bávilo de Secramise, no tenía ni un ápice de poder que poseía su hermano mayor; por lo que fue criado entre tormentos y gritos de su madre para poder alcanzar las pisadas del príncipe heredero. Diariamente su cuerpo era cubierto de heridas mientras que sus lágrimas se secaban en sus jóvenes mejillas. 

No importaba cuanto se esforzara, no parecía poder entregar competencia al príncipe mayor, aún así, por la amabilidad de Ares, no podía llegar a odiarlo completamente, lo envidiaba, sí; pero no podía odiar a quien solía ayudarlo a escondidas con sus heridas.

Mientras el tiempo pasó, y la pequeña hija de la emperatriz mostraba avances en sus estudios, fue cuando la tragedia arrasó el imperio: El fallecimiento del primer príncipe. 

Entre lágrimas y gritos desgarradores por parte de la emperatriz fue enterrado el primer príncipe, quien falleció a sus cortos 13 años de edad debido a una severa pero desconocida enfermedad; a pesar de los esfuerzos de la iglesia y múltiples médicos, fue imposible salvar su vida; por lo que en un otoño fue velado frente a los ojos del pueblo que lloraba su partida. 

Bávilo hacía hasta lo imposible por no llorar, debido a que conocía sobre lo que su madre opinaba sobre le fallecido príncipe, mas sintió un escalofrío recorrer su espalda una vez escuchó el susurro de su madre.

"Lo que hagas a partir de este momento definirá si terminarás al igual que ese mocoso o me enorgullecerás, te he abierto las puertas, no me decepciones." 

Se sentía aterrorizado. 

¿Esas palabras le pertenecían a su madre?

La respuesta era tan obvia que le dieron ganas de vomitar.

Los años pasaron y, pese a que ahora no debería tener competencia debido a que ya no estaba el príncipe mayor, Bávilo aún no había alcanzado las marcas que se habían dejado; mas ahora la princesa había demostrado ser habilidosa al igual que su fallecido hermano mayor, apareciendo en múltiples notas de la prensa y brindando a Arbezela de una nueva esperanza. Los aliados que Madame Benela había formado tras convencer a múltiples nobles de que la posibilidad de que su hijo mayor se convirtiera en el futuro heredero era casi llegando a la obviedad, comenzaron a descender.

Tras una nueva golpiza entre reclamos y lloriqueos por parte del menor, la madre anunció.

"¡Gracias a que eres un completo inútil, estoy perdiendo contactos! ¡Agradece que a tu madre que aún algunos confían en mí! ¡Maldito bastardo!"

"Lo lamento madre, tu hijo es un i-inútil."

"Deja de lloriquear y escúchame. Ya tienes 13 años, si bien el emperador se negó a conseguirte un matrimonio arreglado como a la princesa, puedo conseguirte una prometida que está a tu altura. Lo organizaré todo, tú solo tienes que convencer a esa niña y al emperador que te has enamorado a primera vista y que deseas casarte con ella una vez que ambos lleguen a la edad permitida. Hazlo y aseguraremos un fuerte aliado."

𝗥𝗼𝘆𝗮𝗹 𝗞𝗮𝗿𝗺𝗮 | Las joyas de la princesaWhere stories live. Discover now