Capítulo 21: Escúchame.

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El ligero temblor en el cuerpo de la princesa era evidente, sería sorpresivo que ella no se enfermara al día siguiente tras haber sido expuesta a las frías temperaturas de Galdeon, en invierno sobretodo; era impresionante ver como había soportado el frío por tanto tiempo sin perder la consciencia.

Sin embargo, ¿realmente la hermosa princesa mayor había permitido tal cosa?, el rey no podía evitar dudarlo. ¿Cómo podría alguien con una belleza que sobrepasaba lo angelical ser tan ignorante? Era simplemente imposible, seguramente debía tener un buen motivo como para permitir esto.

En el momento en que dichas dudas invadieron su mente, sintió como si su cabeza perdiera firmeza por unos momentos, al mismo tiempo en el que una abrumadora sed escalaba por su cuello; era como si su mente hubiera sido encerrada en un desierto de necesidad imposible de ignorar.

Había subestimado demasiado a la princesa mayor del imperio vecino; era excesivamente hermosa y la energía que portaba había sido suficiente como para que él; un hombre galante y habilidoso con las palabras cayera con solo su presencia. Como si de un fuego interno se tratara, sentía su cuerpo ser consumido por la necesidad de estar cerca de Ariana. Eran en este tipo de momentos en los que maldecía ser rey y no ser capaz de escoltar personalmente a la dama que parecía llevarlo a la locura. Debía mantener la cabeza en alto, pero ¿Cómo podía hacerlo si cada fibra de su cuerpo le rogaba estar a la merced de dicha princesa? 

Deseaba verla, necesitaba verla.

Antes de que su mente pudiera caer completamente presa dentro del tortuoso deseo, escuchó un ligero estornudo por parte de la princesa menor, fue solo allí cuando la volvió a prestarle atención.

Pese al estado en el que ella se encontraba, el rey no podía negar la belleza de su piel tersa y su expresión indefensa que le provocaba cierta ternura. La manera en la que su cabello estaba posado sobre sus hombros y el como sus ojos amatistas resplandecían ante el fuego cercano a ella era simplemente exquisito, tenía aún ese asombro dentro de ella ante los lujos de la nobleza, lo que no era muy común en las nobles de cuna.

Era linda, sí; pero innegablemente inferior a la belleza celestial de su hermana; no era lo mismo, así de simple.

¿Tal vez si le mostraba aquel tipo de cortejo inventado para las inocentes nobles... llamaría la atención de su hermana? Los celos eran un tipo de atención, después de todo; no estaría rompiendo el trato hecho con Raymond, estaría prestando atención a alguien más. No podía negar que se sentía un poco mal por la joven princesa que caería profundamente en sus redes, pero así era la alta sociedad, un poco de experiencia no estaba de más.

Esperó un poco a que la dama de compañía de la princesa se retirara en busca de un abrigo una vez la temperatura en el cuerpo de la joven era mas estable, por ello no se tardó en acercarse a la princesa y brindarle su abrigo momentáneamente como un gesto de caballería, lo que no pasaría por desprevenido.

"Se lo agradezco, su majestad... Realmente no era mi intención el ser vista en este estado... Le pido por favor no piense mal de mi hermana."

"Deseo suponer que la princesa Ariana no ha hecho esto con intenciones de perjudicarla."

"¡Para nada! Ella solo deseaba.. ehnm.. mejorar un poco mi apariencia; debí expresarme mejor sobre el como me sentía."

La relación entre las hermanas era ciertamente particular, lo poco que conocía sobre la princesa menor era sobre su origen humilde; ¿Tal vez aún se sentía intimidada por la nobleza? Él no se mantendría callado de sentir tanto frío; sin embargo ella no dijo nada hasta que su cuerpo parecía empalidecer cada vez más.

𝗥𝗼𝘆𝗮𝗹 𝗞𝗮𝗿𝗺𝗮 | Las joyas de la princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora