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                 ... y me abraza, me tiene por mi corazón...

Yoongi estaba de tan mal humor que nadie quería molestarlo, así que Taehyung decidió mantenerse en silencio durante la cena en ese lujoso restaurante.

El alfa le había enviado un mensaje a mediodía, diciéndole que se juntaran allí para comer y que se pusiera algo bonito. Taehyung esperaba obtener alguna recompensa con esa salida, quizás una nueva camiseta o algo así, pero desde que llegó notó el humor del alfa. Su cara estaba ensombrecida, sus labios formando un rictus molesto, y apenas le dijo algo cuando llegó.

Normalmente, Yoongi le decía que se veía bonito, aun cuando no pusiera mucha energía en su aspecto. Si se esforzaba, como hizo esa vez, Yoongi le sonreía y le decía que se veía deslumbrante y sexy. Ahora apenas le dirigió una mirada.

De seguro le fue mal en un negocio o surgió algún obstáculo en su enorme red de tráfico. Por lo que sabía Taehyung, Yoongi tenía contactos con la mayoría de los países asiáticos y estaba entrando al mercado norteamericano. Taehyung se imaginaba que no era algo sencillo.

Para su fortuna, el alfa tenía una sala reservada para su cena, donde sólo podían entrar las personas solicitadas, así que no había gente mirando el aspecto aterrador de Yoongi. Además de que nadie miraba feo a Taehyung por estar allí. Taehyung ya se había acostumbrado a ese tipo de miradas, pero si podía ahorrárselas, mucho mejor para él.

―Yoon, ¿estás bien? ―preguntó, tratando de poner un tono suave para no enfadarlo más.

―Un montón de mierda ―gruñó el alfa―, no quiero preocuparte por eso, precioso.

Taehyung permaneció en silencio, porque Yoongi tenía algo de razón en ese sentido: mientras menos supiera el omega, era mejor para él. El mayor no solía hablarle sobre sus negocios en particular, sólo a grandes rasgos para no involucrarlo, no luego de lo que ocurrió unos meses después que Taehyung se fuera a vivir al hogar de Yoongi.

A él no le gustaba recordar ese episodio, porque fue un trauma. Taehyung llevaba sólo tres meses allí, ya medio acostumbrado a ese nuevo estilo de vida, y aprovechando que Yoongi estaba en uno de sus trabajos, salió a comprarse cosas para pasar el tiempo. Iba sin compañía alguna y eso bastó para que unos malditos imbéciles casi lo atropellaran y subieran a una camioneta negra, donde cubrieron su rostro con un saco negro, atando sus manos.

Taehyung trató de mantener la calma, aunque el pánico crecía y crecía en su interior. Ya se daba por muerto, ¿cómo no? Por lo poco que escuchaba, estaban hablando de Min y el trato que podrían hacer ahora que le tenían a él, pero Taehyung iba a llorar por la histeria. ¿Cómo esos idiotas podían creer que Yoongi haría algo por él? ¡Era una puta!

No supo cuánto tiempo estuvo en esa camioneta, que se detenía por momentos, pero en un punto lo bajaron y empujaron hacia un bodegón, donde lo sentaron y ataron a una silla. Taehyung empezó a balbucear y rogar, pero esas personas −alfas y betas, pudo reconocer− lo golpearon a pesar de sus súplicas. Santo Dios, estaba más que muerto, literalmente. Incluso les dijo que le soltaran, que él no valía nada, que Min jamás lo iría a buscar porque él sólo le complacía sexualmente, pero eso pareció enojarlos más, porque volvieron a golpearlo e incluso amenazaron con violarlo.

Pasó una eternidad hasta que lo movieron otra vez, adolorido y sangrante, y lo sacaron al exterior con otro saco negro en la cabeza. Una ráfaga de aire fresco lo estremeció y adivinó que ya era de noche, porque él salió con ropa ligera por ser primavera, pero ahora sentía el frío.

―Quiero verlo.

Casi rompió a llorar cuando escuchó la grave voz de Yoongi, algo lejana a él, pero lo suficientemente cercana como para saber que estaba allí. Entonces le quitaron el saco y trató de acostumbrarse a la poca luz, porque ya era de noche.

Made in gold › YoontaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora