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... Nadando en una reluciente piscina, cariño,
Me quito mi bikini blanco con mis uñas pintadas de rojo...





Yoongi se puso de pie luego de haber estado revisando los informes por tanto tiempo, y al mirar la hora, se dio cuenta de que llevaba tres horas en eso. Frotó su rostro por el cansancio, observando hacia fuera y dándose cuenta del cielo despejado a través de las ventanas y el ventanal.

Hoseok se los había entregado más temprano, diciéndole que eran los ingresos del último mes de los centros clandestinos que poseía a lo largo de todo el país. Si bien Yoongi sabía que podía encargarle todo eso a un contador o a otra persona de confianza, incluso al mismo Hoseok, prefería examinarlos por sí mismo. Desde que nació y fue criado y preparado para asumir como heredero de la kkangpae Heuglyong que sus padres siempre le dijeron que jampas asignara tareas a otros que él podía hacer.

Esos días había estado muy estresado. Por la ciudad de Busan una mafia había tomado fuerzas los últimos meses, buscando quitarle terreno a Yoongi en dicha zona a como dé lugar. El alfa no les había tomado mucha importancia al inicio, un pequeño error que debía solucionar pronto, pues alguna persona le dio un soplo a la policía de la fábrica de metanfetaminas que poseía en Busan y dos semanas atrás, la habían desalojado. No se dio lugar a un enfrentamiento como tal, ya que le avisaron a Yoongi con anticipación lo que iba a ocurrir, pero tuvo que destinar hombres, camiones y dinero para poder buscar un nuevo lugar que le sirviera como fábrica y trasladar todo de un espacio a otro. No pudo operar bien por alrededor de tres días, lo suficiente para que la otra kkangpae lo aprovechara y se hiciera con sus clientes. Cada vez que lo pensaba, Yoongi sentía la cólera invadirlo.

Se puso de pie para relajarse, sirviéndose un poco de whiskey en su vaso y encendiendo uno de sus puros favoritos. No había terminado de dar la primera calada cuando escuchó una conocida risa viniendo del patio.

Con naturalidad fue hacia el balcón, corriendo la puerta del ventanal a un costado y saliendo al aire exterior. Era pleno verano, con el caluroso sol haciéndole cerrar los ojos brevemente por la fuerza que poseía, y una vez logró acostumbrarse, bajó la vista.

Taehyung estaba entrando a la piscina, con la fuerte música saliendo de un parlante que había llevado días atrás. Iba con un traje de baño de color rojo, de esos que apenas le cubría algo, y casi al mirarlo, Yoongi sentía que podía ponerse duro. En especial cuando el omega se metió bajo el agua, nadando, y esas bonitas nalgas brillaron.

Dio una calada más, observándolo salir de debajo del agua y nadar hacia la orilla. Le dijo algo a alguien, y en su visión apareció Haneul, su mayordomo y quizás el hombre más fiel que poseía. Yoongi lo consideraba ya parte de su familia.

Haneul le dejó un trago a Taehyung en la mesita bajo el quitasol junto con algo para comer. Habían almorzado juntos horas atrás y al mismo Yoongi le dio algo de hambre, dándose cuenta de lo agotado que estaba.

Bebió del whiskey, sin quitar sus ojos de Taehyung, que volvió a nadar.

No podía dejar de mirarlo. Había algo particularmente hermoso en el omega, Yoongi apreció eso desde el momento en que lo conoció tres años atrás.

El alfa no solía frecuentar mucho los burdeles. Entre todos sus asuntos, el tema carnal siempre pasaba a un segundo plano (o, al menos, así era antes). Además, Yoongi tenía sus inclinaciones, y siempre le habían gustado más los omegas machos para follar que las omegas mujeres. Tal vez se debía a esa sociedad que los prohibía, que los veía como algo negativo, algo pecaminoso, y considerando la vida que llevaba, se adecuaba más a él.

Por otro lado, su madre (que en paz descanse), se lo había dicho con mucho cuidado: como los omegas machos estaban tan mal vistos, las omegas hembras estaban muy malcriadas.

Made in gold › YoontaeOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz