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... Mírame en la piscina entre las ondas brillantes de color azul, sentado

bebiendo de tu vaso de vidrio negro...



Taehyung miró apáticamente el objeto entre sus manos, tratando de verse molesto y no asustado. Yoongi, frente a él, mantenía esa irritante expresión tranquila que muchas veces le daban ganas de borrar de un golpe.

—Yoongi —dijo.

—¿Sí?

—Esto debe ser una broma.

La tranquilidad se rompió, pero sólo por una sonrisa lenta que se extendió en el rostro del alfa. Ahora Taehyung realmente quería golpearlo.

—¿Bromear? ¿Por qué bromearía con algo tan serio como esto?

El omega apretó sus labios, su boca formando una fina línea tensa. Con lentitud volvió la vista a la pistola que sostenía y que Yoongi acababa de darle.

—Nunca he manejado una —dijo, y su voz tembló.

—Por supuesto —concedió Yoongi—, por eso hemos venido acá, para que aprendas.

Habían ido ese fin de semana a la parcela que el alfa tenía en las afueras de Seúl, un enorme campo de alrededor de cincuenta hectáreas, con su propia mansión, piscina, quincho... Incluso tenía algunos animales allí, especialmente caballos. En un inicio, Taehyung se preguntó el motivo de que Yoongi no viviera allí, pero tal vez era por lo lejos que se encontraba de la ciudad. Por lo mismo, no iban mucho a ese lugar, sólo para algunas ocasiones muy especiales. La primavera estaba comenzando y se trasladaron a un paraje dentro de la parcela, con el cielo apenas nublado y las flores cubriendo el camino. Ese día, además, se cumplían tres años desde que Taehyung conoció a Yoongi.

Si hubiera sido por Taehyung, él no lo habría celebrado, ¿no era demasiado romántico? Pero a Yoongi le gustaba hacer algo especial, y ¿cómo podía decirle que no?

—Cuando me dijiste que me tenías un regalo —dijo el omega—, no pensé que te referías a esto. Creí que me llevarías a orillas del río para follarme.

La sonrisa del alfa se hizo más grande ahora por sus palabras.

—¿Orillas del río? —contestó—. Que poco romántico me consideras, Tae. Y no me distraigas, hoy empezarás a aprender a usar una pistola porque deberás ir siempre con una.

—No me gusta lo que implican esas palabras — Taehyung arrugó el ceño—, ¿me estás diciendo que no vas a cuidarme?

Sus palabras provocaron que el humor en el rostro de Yoongi desapareciera. No parecía enojado con él, sino más bien algo tenso.

—Claro que no —respondió el alfa—, seguirás con tus propios guardias personales y pondré un rastreador en tu teléfono...

—¿Disculpa? —farfulló el omega.

—Pero me sentiré más seguro y tranquilo —prosiguió Yoongi, ignorando sus palabras— si es que sé que puedes defenderte. Además, es una tradición en la familia Min —añadió—, un omega Min debe aprender a usar una. Si mi madre no hubiera muerto tan pronto, ella te habría enseñado, por lo que es mi deber ahora.

—Tú lo has dicho —replicó Taehyung —, un omega Min, no la prostituta de un Min.

Bueno, ahora Yoongi si se enfadó con él. Lo notó en la forma en que sus ojos se oscurecieron y su mandíbula se tensó.

—¿Quieres arruinar mi humor? —espetó el alfa—. ¿Eso quieres, Taehyung? Entonces devuélveme la pistola y te mandaré de vuelta a Seúl.

Yoongi tendió su mano en una clara señal de desafío. Taehyung estuvo a punto de hacerlo, de entregarle el arma y resignarse a su castigo, pero quizás era un cobarde, porque no lo hizo. No era su intención hacer rabiar al alfa, sin embargo, tenía que hacerlo cuando él decía esas cosas... Esas palabras...

Made in gold › YoontaeWhere stories live. Discover now