♞ Cenizas a las cenizas

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Después de la adorable conversación con papá en su estudio, salí disparada de la casa

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Después de la adorable conversación con papá en su estudio, salí disparada de la casa. ¿Estaba exagerando al reaccionar así, por no confiar en Harlowe? No podía soportar el sentimiento de impotencia que se apoderó de mí, la sensación de que la habitación parecía achicarse a mi alrededor confirme yo permanecía allí.

La noche me recibió en cuanto abrí la puerta de la casa y comencé a caminar a toda velocidad a través de la oscuridad. Inhalé fuerte, el aire frío entró por mi nariz mientras yo intentaba calmarme.

Papá no podía tener razón.

Si era el caso, si Harlowe decidía vender, nosotros íbamos a encontrar un comprador. Teníamos que. Por años habíamos manejado la estancia... Podríamos hacerlo ahora también. No importaba quien interfiriera.

No importaba si esa persona resultaba ser Blake Harlowe.


Después de un par de horas rodeada por el silencio de los establos, logré serenarme y regresar a la casa. Sin embargo, pasé la noche dando vueltas en la cama.

Yo no era así. No podía dejar que la presencia de esa mujer me molestara tanto.

No obstante, más lo pensaba y más deseaba regresar al momento donde Harlowe no estaba bajo mi mismo techo, alterándome con su atractivo y comentarios irritantes; al momento donde no había una amenaza sobre nuestras cabezas.

Porque había algo que odiaba más que el prospecto de perder mi hogar, y eso era la sensación de estar acorralada.

Me desperté con los rayos del sol de la madrugada filtrándose a través de las cortinas. Los ojos me ardían, como si apenas hubiera concebido el sueño durante la noche, y una pesadez aplastaba mis sienes. Pero ignoré aquellas sensaciones, me vestí y me preparé para enfrentar el día.

Tal como lo hacía desde los últimos nueve años.

La voz de mi padre, algo apagada y susurrada, seguida por un golpe en la puerta de la habitación, me sorprendió. No era habitual que estuviera despierto antes de las 7 am.

—¿Ava?

—¿Sí, papá? —pregunté con el mismo tono y abrí la puerta. Lo cierto es que ya era hora de ir a los establos y empezar con la rutina de entrenamiento de Daphne.

—¿Eso es lo que vas a usar para mostrarle la propiedad a Blake? —Fue lo primero que me dijo al ver que vestía la misma ropa que ayer: los mismos pantalones percudidos y chaqueta vieja.

—Claro que no —respondí fingiendo diversión y salí del dormitorio pasando a su lado—. Esto es lo que voy a usar para entrenar a los caballos.

—Eres igual a tu madre —suspiró frotando su frente.

—Lo dices cómo si fuera algo malo. —Me irritaba que usara esa frase conmigo. Él había amado todo de mi madre, incluso su carácter. El mismo que tenía yo, aparentemente.

El arte de ceder (o La indómita naturaleza de Ava) © - GirlsloveWo Geschichten leben. Entdecke jetzt