♞ Londres

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No me agradaba la idea de que Ava compitiera, pero como ella había dicho, no existía nada en mi poder que la detuviera

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No me agradaba la idea de que Ava compitiera, pero como ella había dicho, no existía nada en mi poder que la detuviera. ¿Qué haría? ¿Impedir que fuera a Londres? ¿Encerrarla en la casa y esperar a que sane?

Casi largo una carcajada ante semejante ocurrencia.

Ni siquiera me importaba el dinero invertido, o el tiempo que "perdimos" para prepararnos.

Solo me importaba una cosa: que no saliera más lastimada de lo que ya estaba. Por eso, mi única opción era allanar el terreno, que todo estuviera listo para el viaje y ayudarla a regresar a casa en un solo pedazo.

A un par de días del campeonato, ya teníamos todo listo. Decidimos salir antes para que ella pudiera descansar y recuperarse lo más posible. Después de todo, todavía estaba magullada y su rostro se asemejaba bastante al de Apolo Creed gracias al corte en su labio y al moretón en su pómulo.

Mientras empacaba mis cosas y ordenaba mi habitación, me di cuenta de algo tan elemental como inesperado: ya no viviría aquí. Tal vez estaba siendo dramática, pero me había acostumbrado a pasar el tiempo en la estancia; a despertar con el canto de los pájaros cuando salía el sol, o al olor de la hierba y de las flores de saúco humedecidas por el rocío matutino. La presencia de Ava se había vuelto tan natural como respirar e imaginarme de regreso en Londres tenía un sabor agridulce.

Había hecho de esta casa, mi hogar; había hecho esta vida mía sin siquiera darme cuenta.

Por ocho semanas fuimos Eli, Ava y yo. Y nada se había sentido tan bien en estos meses.

—Mi equipaje está listo. —Escuché a Eli decir con una voz derrotada.

Me di la vuelta y la encontré apoyada contra el marco de la puerta.

—¿Segura? ¿Por qué no vuelves a revisar en caso de que olvides algo? —ofrecí, cerrando mi maleta y tratando de que no note mi espíritu abatido.

Ella asintió y, en lugar de irse, entró arrastrando los pies mientras su mirada recorría los muebles vacíos, la cama desnuda donde se sentó con pesadez. Sabía lo que pasaba por su mente. El mismo sentimiento desalentador apretó mi corazón al ver lo deshabitado que lucía el lugar.

—Volveremos, ¿verdad?

—Por supuesto que sí. —Me detuve y me dejé caer junto a ella—. Volveremos algunos fines de semana. Y podemos invitar a Ava a que se quede con nosotras algunos días.

—¿Crees que podrá? —Su rostro se iluminó, sus cejas se arquearon con entusiasmo.

—¡Desde luego! Le encantará la idea.

La verdad es que no había hablado con Ava sobre eso. Solo habíamos acordado su estadía en Londres durante el campeonato, pero no conversamos de la posibilidad de que regresara en el corto plazo.

Quizás era demasiado pronto. Después de todo, el único motivo que tenía para ir a Londres, era Elinor. Me hubiese encantado darle más razones para visitarnos, que supiera que yo quería que viniera, que compartiéramos más cosas juntas...

El arte de ceder (o La indómita naturaleza de Ava) © - GirlsloveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora