Día 2: Fluff

53 2 0
                                    

El Guardian y la Guerrera

Había una vez, en tiempos mitológicos, una biblioteca mágica en medio de un lago.

Esa biblioteca era la fantasía de todo lector: Había libros escritos por seres de diversas razas de todas las temáticas posibles. Duendes, hadas, sirenas, humanos y gigantes, todos llevaban sus libros para añadir a la colección.

Y a pesar de que había miles y miles de libros ahí, era únicamente un Guardian quien se encargaba de proteger los escritos.

Si nació como humano, lo había dejado de ser hace tiempo. El Guardian era uno con la biblioteca, había perdido la mayoría de las emociones humanas básicas, y a pesar de que podía salir, prefería hacerlo lo mínimo: hace años había dejado de comer, así que no tenía necesidades físicas que lo hiciesen salir regularmente.

Muchos visitantes se preguntaban porque ese Guardian prefería estar oculto entre los libros en lugar de salir y convivir con las comunas cercanas. Su belleza era comparable con la belleza de las Ninfas: con su cabello oscuro como la noche, la piel tocada por el trigo, y fuerza proveniente de los rayos del Sol. Fácilmente podría convertirse Rey si desposaba a alguna princesa a la que le ofreciese su conocimiento, pero cada vez que le preguntaban aquello, con una sonrisa él contestaba que sólo podía responder cosas que tuvieran relación con la biblioteca.

Lo que nadie se imaginaba era que él se encontraba ahí porque estaba protegiendo un libro.

El libro estaba lleno de virtudes y gran conocimiento tanto para grandes como para chicos. Tenía de todo: hechizo de curación, reflexiones, cuentos y sus palabras hacían que el lector olvidase las horas que habían pasado desde que había abierto la primera hoja.

Pero también, este libro era delicado, sus hojas se podían desprender con facilidad y a pesar de que la cubierta se veía dura; era fina y ligera como un copo de nieve. Sin duda era único en su especie, un tesoro invaluable que podría ser codiciado tanto por buenas personas como perversas, y el Guardian sabía muy bien eso.

Entonces el Guardian decidió proteger el libro por el resto su vida. Sabía que ese libro podía ayudar a muchas personas, pero estaba seguro de que sería destrozado por algún conquistador antes de que cualquiera pudiese terminar de leerlo completo, era un riesgo que no se atrevería a correr.

Y así pasaron siglos, el Guardian conocía exactamente todos los libros que tenía la biblioteca y se encargaba de ayudar a las personas que necesitaban de su conocimiento: ya fuese para tratar heridas del cuerpo, alma o corazón. En ese aspecto él era considerado el más bondadoso, incluso tomó la confianza de decirle hijos a quienes lo visitaban, pero nunca ofreció del conocimiento del libro protegido.

Una vez, llegó una humana, una Guerrera de las famosas Dora Milaje, a su biblioteca. Estaba sucia y se veía que no había comido en días, su armadura se caía en pedazos y se notaba agotada de su viaje. El Guardian no dudó en invitarla a pasar, y entonces le dio un espacio para que pudiese descansar. Ella era joven, aparentaba la misma edad que él cuando dejó de envejecer.

El Guardian creía que sería una viajera común que se iría cuando volviese a salir el sol, y vaya fue su sorpresa cuando al día siguiente la Guerrera explicó que ella estaba en un viaje de entendimiento, por lo que su plan siempre fue encontrar la biblioteca del lago de Talokan.

El Guardian asintió algo desconfiado mientras le permitía revisar sus estantes llenos de libros. Ese tipo de Guerreras eran peligrosas, su profesión era ser parte de la Guardia de Élite de los Reyes más poderosos, así que usualmente, mientras unas intentaban buscar información para que su Rey se volviese el más fuerte entre sus vecinos, otras buscaban técnicas para derrocarlo a como diera lugar.

Nashuri Week 2023 🐚 TerminadaWhere stories live. Discover now