Día 5: Apocalipsis Zombie

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Zombies, Namor y Sexo

—Zombies... Por supuesto, tenían que ser unos putos zombies. —Shuri maldijo enojada. —¿Para qué más me querría Dr. Strange? ¿Para combinar ciencia con magia? ¿Para hacer alguna investigación interesante? ¡No! ¡ME TUVO QUE TRAER A UN MUNDO RARO A DERROTAR ZOMBIES!

Su brazo se movió y le dolió, tanto que por un segundo olvido su coraje para enfocarse en la herida que tenía en el hombro. Estaba sentada en el suelo, su traje hasta el cuello ayudándole a contener los golpes, pero aun así...

Su ira volvió con más fuerza cuando vio a su alrededor y recordó que estaba sola, en una cueva oscura cerca de lo que sería Talokan.

—Claro, y no solo satisfecho por traerme a un lugar tan extraño como su apellido, decide que viajaré en pareja con la persona más irritable de todas.

"Es por su genética, son similares, podrán apoyarse más de esa manera". Le había dicho Dr. Strange cuando rebatió la primera ocasión. Aunque ella no se sentía con ánimos de tratar a Namor... Él era un imbécil... por no decir lo menos, un cretino de primera.

Nunca se había arrepentido de tomar el manto de la Pantera Negra hasta ese momento.

Ella lo había hecho como acto de buena fe hacia su hermano, que ahora casado y con un hijo, al parecer quería tiempo para dedicar a su familia, y ella sin pensar en las consecuencias soltó: ¡Toma unas vacaciones de ser protector de Wakanda y enfócate en ser protector de tu familia! ¡Yo te cubro! Con mi tecnología y tu poder, ¡Cualquier villano lo pensará dos veces antes de atacarnos!

A pesar de sus dudas iniciales T'Challa aceptó, y aunque todos los miembros del consejos -incluida su madre- estuvieron de acuerdo con que ella tomase el manto de la Pantera Negra por un tiempo, solo hubo una persona que pareció burlarse de la situación.

¿Y quien fue aquel cretino que se atrevió a contradecirla? Por supuesto que el aliado que ni siquiera tenía sangre de Bashenga, el pendejo de Namor.

Al recordar aquello quiso gritar. O bueno, no por ese recuerdo en concreto, sino por el recuerdo de sus primeros encuentros, cuando ella fascinada por lo desconocido y enigmático se interesó por él, y al parecer él por ella, dando como resultado que salieran un par de veces (o años) a escondidas de sus pueblos.

¿El resultado? Unos cuantos besos y un corazón roto.

No había sido su culpa, desde luego. Fue él que, a pesar de tener más de 500 años, cuando estaba a solas se comportaba como un adolescente inmaduro y hacia bromas fuera de lugar.

—Namor, bastardo.

—Yo también te aprecio, Shuri. —Dijo él, saliendo de la nada. Ella hizo una mueca y no se disculpó.

—¿Trajiste la ayuda? —Preguntó en su lugar. Él negó con la cabeza.

—El pueblo te teme, no se acercarán. De hecho, varios me sugirieron que tampoco me acercara.

Ella volteó los ojos.

—Y tú, como todo un héroe, los ignoraste para poder salvar a la chica desamparada y en peligro. Idiota.

Él soltó una risita que escondió con un bufido.

—Yo no fui el idiota que se dejó morder por un zomb...

—¡Cállate! —Si antes Namor había podido controlarse, con su grito, soltó una carcajada. Ella apretó los dientes, odiaba que se riera de ella, no quería ser su chiste personal de nuevo. —Aún estoy consciente ¿Ves? No me hagas perder el tiempo. Dime que trajiste —Exigió, intentando desviar la atención con su rudeza.

Nashuri Week 2023 🐚 TerminadaWhere stories live. Discover now