veintidós.

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Esa mañana, Xiaoting decidió tomar desayuno en el salón del concubinato, junto al resto de concubinas del harem.

Observó a lo largo de las mesas a las muchachas conversar en voz baja y apenas soltando risas. Ella sabía que el palacio se encontraba en una especie de pre-luto debido a la condición en la que se encontraba el prometido del Príncipe Heredero, pero ella no podía sentir ni un poco de pena o lástima.

No sólo por el hecho de que formó parte de ese accidente, sino también porque era lo que Yongbok se merecía.

¿Quién se había creído ese chico al tratarla como una segundona, como si fuera inferior a él? ¿Como si ella no fuera una importante Princesa? Cuando pensaba en todas las palabras que Yongbok le había dicho, esa actitud prepotente y pedante, su sangre hervía en rabia y odio. Esa conducta pretenciosa debía ser castigada, y ella se encargó de eso.

Aunque sabía que no era culpa total de Yongbok, sino también del Príncipe Heredero. Él también merecía algún castigo, pero Xiaoting no era estúpida, y sabía que no podía tocarlo, no al menos de manera directa. Por eso mismo, ese accidente no fue sólo para darle una lección a Yongbok, sino también al Príncipe. Fue él quien le dio alas a ese muchacho, quien permitió ese comportamiento y quien lo escogió como su prometido. Aunque sospechaba que Yongbok tuvo que haber usado algún hechizo para encandilar tanto al Príncipe, porque... ¿cómo era posible que lo hubiera enganchado así de rápido?

No había una explicación lógica en la mente de Xiaoting. Yongbok encegueció al Príncipe Heredero de alguna manera, porque no existía otra forma de explicar ese compromiso. Sí, Yongbok fue bendecido por los dioses, pero no tenía nada más que ofrecer que eso. En cambio, el resto de las Cortesanas poseían títulos más importantes, conexiones más grandes, y fueron rechazadas por el Príncipe para favorecer a ese pobre campesino. Cuando lo conoció, Xiaoting fue agradable con él ya que no lo consideraba como una amenaza, sin embargo, a medida que las semanas pasaban y los ojos del Príncipe sólo se fijaban en ese chico, ella comenzó a arrepentirse de incluso haberlo alentado. Tuvo que haberlo eliminado en ese momento, se decía ahora, y se habría ahorrado muchas humillaciones.

Es decir, quizás lo habría aceptado si otra persona hubiera sido elegida como Emperatriz, como Gaeul o Jinsol incluso. Ellas tenían las cualidades necesarias para un cargo como ese, y más transcendental, eran muchachas importantes y de apellidos de renombre. Incluso, si el Príncipe la hubiera elegido a ella y aún mantuviera a Yongbok en el concubinato, lo habría respetado. Y, en caso de que el Príncipe lo visitara mucho, tal vez habría actuado dándole un leve castigo para que reconociera su lugar y supiera quién estaba por encima de él.

De cualquier forma, no importaba en ese momento. Ella lo solucionó y ahora las cosas iban a seguir el rumbo normal que siempre tuvieron que seguir. Por los dioses, ¿un Príncipe casándose con un pordiosero como Yongbok? Ahora que lo pensaba, era para reírse por lo estúpido que sonaba. Yongbok se dio muchos aires y tuvo que volver a la realidad de manera brutal. Cuando se hiciera prometida, ella se encargaría de hacerlo más miserable de lo que ya era, porque ni siquiera permitiría que se quedara en el harem. Yongbok debía marcharse de ese palacio.

Las puertas del salón se abrieron y por ellas entró el guardia personal del Príncipe. Era un hombre muy guapo, apreció Xiaoting las veces que le vio, y sabía que estaba pronto a casarse.

No le sorprendió cuando fue donde la Matrona y le susurró algo.

—¿Por qué vendrá? —preguntó Jinsol a su lado.

Xiaoting miró a su compañera. Que gran coincidencia que hubiera decidido vestirse elegantemente antes de ir a comer, además de hacerse un leve maquillaje que resaltara sus rasgos.

jewel › hyunlixWhere stories live. Discover now