treinta.

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Bae Jinsol supo enseguida lo que había pasado cuando la mano derecha del Príncipe –no, el Emperador– apareció en sus aposentos con aspecto solemne. Ella se lo venía imaginando desde hacía ya varios días, pues era evidente lo que iba a pasar desde que Yongbok tuvo ese aborto.

Una sonrisa de placer se deslizó por su rostro cuando el escolta del Emperador le empezó a hablar.

—Ha sido ascendida, mi Señorita —dijo Minho con voz tranquila—, en el Concejo de hoy se decidió que usted se casará con el Emperador.

—¿De verdad? —Jinsol soltó una risa de felicidad —Pero... ¿qué ha pasado con Lee Yongbok? ¿Fue expulsado acaso?

—El concubino Lee pasará a ser el Concubino Imperial, mi Señorita —dijo el guardia.

Jinsol sintió los bordes de su sonrisa tensarse en una clara muestra de descontento ante dicha decisión. Ella pensaba que, con todo lo ocurrido, finalmente se había deshecho de Yongbok, que le mandarían al Palacio de la Tierra para nunca más salir de él. Era una de las cosas que más deseaba. Sin embargo, trató de no desanimarse con esas palabras, pues, al fin y al cabo, ella iba a convertirse en Emperatriz, no ese tonto y estúpido chico al que le dieron demasiado poder.

Se puso de pie.

—¿Me voy a mudar de aposentos? ¿Cuándo podré ver al Emperador? Quiero verlo hoy mismo.

El guardia no contestó enseguida y Jinsol se molestó al notar ese rostro calmado y, quizás, un poco indiferente a ella. No parecía muy intimidado por su nueva posición.

—Se mudará a los nuevos aposentos mañana por la mañana —dijo con lentitud—, primero, el Consor– El concubino Lee debe mudarse.

No era la respuesta que esperaba, pero sabía que lo mejor no era presionar.

—Supongo que se mudará aquí —dijo ella.

—Eso lo determinará el Emperador —contestó Minho.

Tampoco la respuesta que quería, y Jinsol empezó a sospechar que, al parecer, las cosas no iban a ser tal y como ella esperaba. Lo que más quería era echar a Yongbok del palacio, sabiendo muy bien lo mucho que el Emperador amaba a ese grosero muchacho que no trajo más que desgracias.

—¿Hoy cenaré con él? —preguntó.

—El Emperador quedó muy cansado con la reunión de hoy en la tarde y se ha retirado para descansar. Mañana le verá, mi Señorita.

—Si está muy cansado, yo puedo cuidarlo y atenderlo. Es mi prometido ahora, y me corresponde...

—Él ya está muy cuidado y atendido —le interrumpió Minho, y eso la hizo enfurecer—. Si él la solicita, vendré a buscarla. Descanse por ahora... futura Emperatriz Bae.

Y, sin esperar otra pregunta, Minho inclinó su cabeza y le dio la espalda para marcharse de allí. No tenía que adivinar que la persona que estaba, en ese momento, junto al Emperador era Yongbok. A pesar de haber sido degradado de lugar y caer en desgracia, el Emperador no parecía muy interesado en apartarlo de su lado.

Eso no era lo que ella esperaba. Jinsol realmente creía que, con el aborto que el doncel sufrió, nadie querría que siguiera en el Palacio, ni siquiera el Emperador. Pensaba que eso sería suficiente...

Sacudió su cabeza. No iba a pensar en cosas absurdas por ahora, pues tampoco iba a cometer los mismos errores que Xiaoting. Ella se había apresurado y no pensó un poco en sus acciones, y ahora, estaba muerta. Jinsol iba a ser más inteligente que esa tonta princesa.

Debido a ello no celebró cuando la noticia del aborto llegó a ella. Jinsol se lo esperaba, tarde o temprano iba a ocurrir, y fue lo suficientemente inteligente para no hacer una pequeña fiesta, aunque las ganas no le faltaron. Sabía que debía irse con cuidado, además de que no sería bien visto considerando la muerte del antiguo Emperador. Así que sólo fue paciente, esperando su momento para llegar más arriba, hasta que lo logró.

jewel › hyunlixWo Geschichten leben. Entdecke jetzt