Boca agria, huesos calcinados.

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Advertencia: En este capítulo se tocarán temas sensibles como el abandono, violación, maltrato infantil y la participación de la iglesia en ello. Cabe destacar que todo esto se hace dentro del marco de una crítica al respecto, no como una aprobación. 



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El inexplorado mundo de los sueños está lleno de mosntruos nuevos. ¿Podremos domar las pesadillas y seguir viviendo en paz? ¿Qué nos mostrará el inconsciente? ¿Qué tanto puede saber de nosotros Morfeo cada vez que entramos a sus tierras? 


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Aún con cientos de mariposas revoloteando en su estómago, TaeYong se metió un trozo de pan dulce a la boca y sonrió, negándose a sí mismo a admitir que movía los pies de manera infantil bajo la mesa gracias a toda aquella felicidad que lo empapaba de pies a cabeza.

Ah. Joder. ¿A quién quería engañar? La simple idea de volver a pasar una noche con YoonOh le tenía en las nubes. En serio, ¿qué mierda hizo el demonio con su cabeza para tenerle en ese estado repulsivamente cursi?

Pero, fuera lo que fuese, esperaba que YoonOh nunca dejara de hacerlo. No podía recordar si alguna vez en su vida se sintió así de emocionado. Ni siquiera cuando tenía que ir a trabajar.

Tarareando bajito, TaeYong volvió a meterse otro trozo de pan justo antes de que la puerta se abriera de golpe.

Sorprendido, TaeYong dio un respingo en su lugar. Fue una gracia que no se atragantara con el pan, lo que no impidio que mirara con odio profundo hacia la entrada de su cabañita.

El único que se atrevería a entrar así era DoYoung y, para ser sincero, no quería verlo. No aún.

La herida del rechazo reciente estaba demasiado abierta como para enfrentarla.

Desde la puerta de la cabaña, DoYoung no le miró, paseando su mirada por todo el interior de la cabaña como si buscara algo. No, más bien, a alguien.

TaeYong sintió los vellos de su nuca erizarse en molestia.

— ¿Dónde está ese bastardo? —Gruñó DoYoung, dando un paso dentro de la cabaña y cerrando la puerta con brusquedad—. Sé que está acá.

Mierda.

Fue como si la sangre de TaeYong hirviera en cada rincón de su cuerpo.

Tragando su trozo de pan, TaeYong se señaló a sí mismo mientras giraba en su asiento. Enfrentando a su mejor amigo que ahora estaba en "capilla". Mal juego de palabras.

— ¿Te refieres a mi? —TaeYong hizo notoria su molestia sólo con el tono de su voz—. Porque yo soy el único bastardo que vive en esta iglesia, ¿no es así?

La verdad era que TaeYong no tenía idea de la historia de su padre, nunca le preocupó antes ni tampoco lo haría ahora. Simplemente utilizó aquella falta de información a su favor para darle su merecido a DoYoung.

Por un breve instante, DoYoung le miró con los ojos abiertos de par en par, pero rápidamente pasó a un ceño fruncido y un gruñido proveniente desde lo más profundo de su garganta.

—Sabes que no hablo de ti, TaeYong. —Gruñó DoYoung, acercándose hasta quedar de pie frente a su amigo—. Hablo del hijo de puta de YoonOh. El demonio ese que vino a meterse ayer a la iglesia.

¡Increíble!

A DoYoung le molestaba que YoonOh se metiera en el terreno de la iglesia, limpiándose la mierda con el hecho de que, prácticamente, ese demonio les había salvado el pellejo.

Cristo. Estaba furioso.

—Querrás decir: "el demonio que nos salvo el trasero" —entrecerrando los ojos, TaeYong ladeó la cabeza—. ¿O me equivoco?

La tensión en la mandíbula de DoYoung llegó a ser dolorosa. TaeYong podría jurar que sin importar la distancia que tenían, escuchaba el crujido de los dientes de su mejor amigo, chirriando.

Sintiendo ese silencio del pelinegro como un triunfo, TaeYong esbozó una pequeña sonrisa ladina. Los brazos cruzados sobre su pecho y una de sus piernas puesta sobre la otra. Toda su postura gritaba rechazo a las palabras de su mejor amigo. No se dejaría ofender otra vez.

Aparentemente, DoYoung fue consciente de ello porque no tardó en tomar una profunda inhalación; sus manos empuñadas a los costados de su cuerpo.

—Volviste a tener sexo con él, ¿verdad? —La voz de DoYoung no fue más que un susurro—. A pesar de que te rompió el corazón y te dije mil veces que-

— ¿Y a ti qué te importa a quién le abro las piernas? —TaeYong gruñó las palabras, incapaz de seguir soportando la mierda de su mejor amigo—. Estoy lo suficientemente grandecito como para decidir a quién le quiero chupar la polla.

El rostro de DoYoung se puso de todos los colores. ¿Avergonzado de su mala boca? TaeYong bufó una sonrisa burlona.

Hecho que enojó aún más a DoYoung.

— ¡Claro que me importa, imbécil! —La voz de DoYoung subió varias escalas—. ¡Después soy yo el que tiene que soportar tus molestos lloriqueos!

Ira y dolor; ira y dolor eran los sentimientos que daban vueltas por todo su cuerpo, golpeteando su corazón.

Cada vez que discutía con DoYoung, las ganas de llorar pesaban en su garganta como un denso nudo de concreto. Pero se negaba a romperse allí y comenzar a llorar. Joder. No, claro que no.

— ¡Vaya! —TaeYong alzó los brazos, ironizando su sorpresa—. No sabía que era una tortura soportarme.

—No es lo que-

— ¡Claro que fue eso lo que dijiste! —TaeYong odiaba gritar, pero ahí estaba, con la voz rasposa—. ¿Tan molesto soy, DoYoung? ¿Tan hereje? ¿Tus amiguitos de la iglesia te discriminan por juntarte con la puta de un demonio?

Oh, mierda. No había vuelta atrás.

Poniéndose de pie, TaeYong dio un paso hacia DoYoung, poniéndole un dedo en el centro del pecho.

Los ojos de DoYoung estaban abiertos de par en par.

—Te voy a decir algo, Kim. —TaeYong susurró peligrosamente cerca del rostro de DoYoung, consciente de lo amenazante que lucía de aquel modo—. Lo que tus amiguitos digan sobre mí, me importa menos que tres hectáreas de mierda.

DoYoung tomó aire temblorosamente. En sus ojos ya no había un enojo fiero como el de TaeYong, pero seguía existiendo algo oscuro y retorcido que mantuvo a TaeYong en alerta.

—Si no fuera por ellos —comenzó diciendo DoYoung en un susurro—. estarías en la calle aún. Y realmente serías una puta o, en el peor de los casos, ya estarías muerto.

Oh.

Eso era nuevo.

DoYoung realmente estaba defendiendo a esos imbéciles.

Con las cejas en alto, TaeYong dio un paso atrás. Fue su turno para empuñar las manos a los costados de su cuerpo, con las uñas enterradas en las palmas en un intento desesperado por encontrar algo de cordura.

¿Qué los amigos no pueden romperte el corazón? Pfft. Son quienes más lo hacen.

Y TaeYong odiaba que DoYoung estuviera tocando temas tan sensibles para él cuando conocía cada parte de él, cada rincón doloroso de su historia, cada pesadilla que había vivido en esa iglesia de mierda. Cada: "si no fuera porque odio separarme de ti, ya me habría ido de aquí, Dongs".

Dolió. Dolió y quemó.

— ¿Debería estar agradecido? —Internamente, TaeYong maldijo el temblor de su voz—. ¿Debería estar agradecido con los imbéciles que me cagaron la infancia?

—TaeYong.

El tono de advertencia de DoYoung le puso los pelos aún más de punta. Si fuera un gato, TaeYong estaría completamente erizado; con las uñas a la vista y las orejas hacia atrás.

— ¿Qué pasa, DoYoung? —Inclinando la parte superior de su cuerpo hacia su amigo, TaeYong entornó la mirada—. ¿Tus nuevos mejores amigos no merecen ser criticados por sus pecados? Estoy seguro que follar con un demonio es menos grave que violar ni-

— ¡TaeYong!

¿En serio?

— ¡¿Qué?! —Maldiciendo el ardor en sus ojos que le advertía de las lágrimas, TaeYong le dio un golpe a la mesa con la palma de su mano—. ¡Por la mierda, DoYoung! ¡Sabes lo que esos hijos de puta me hicieron y aún así tú...! Tú...

Por todos los malditos demonios en el infierno.

TaeYong no fue capaz de controlar el temblor de su voz hacía el final de su oración, dejándolo sin palabras y arrebatando de él todo ese fuego. Porque dolía, maldita sea, dolía que DoYoung estuviera siendo tan mojigato, que DoYoung lo estuviera mirando de la misma manera en la que esos asquerosos hombres le miraban; como si no fuera más que una escoria en el mundo.

¡Y no era justo! Joder, no era justo. A pesar de tener una personalidad de mierda, estaba seguro que nunca había dañado realmente a nadie. Su lengua era afilada, pero nunca tiraba mierda contra alguien que no lo mereciera. No se consideraba a sí mismo una mala persona, de hecho, una de las razones por las que había decidido ser exorcista -o intentarlo, al menos, porque no tenía las certificaciones necesarias- era para ayudar a las personas o almas que se vieran enfrentadas a situaciones complejas que ellos no pudieran controlar pero él sí.

Entonces... ¿Por qué? ¿Por qué mierda DoYoung lo estaba mirando así?

Apretando los dientes, TaeYong desvió la mirada y evitó parpadear para que las lágrimas no cayeran libremente por sus mejillas.

De pronto, la cabaña quedó sumida en un silencio tan incómodo y frío que lo único que deseó TaeYong fue ir a su cama y acurrucarse bajo las mantas.

No había ningún ruido alrededor, apenas y la respiración agitada de DoYoung. Lo único que le recordaba que el pelinegro estaba allí con él.

—Perdón. —El susurro de DoYoung apenas fue audible. Rozando la yema de sus dedos diestros en el brazo descubierto de TaeYong, el pelinegro prosiguió—. No los estoy defendiendo, concuerdo que son unos asquerosos de mierda, pero... mierda —DoYoung chasqueó la lengua—. Anoche estaba tan asustado, y cuando llegó el demonio ese y terminó con todo no pude evitar sospechar.

TaeYong se humedeció los labios.

Con DoYoung era débil, y sabía que sin importar lo que hiciera su amigo, al momento de escucharlo disculparse, caería.

Aún así se hizo el fuerte, mirando de soslayo al pelinegro.

— ¿Sospechar de qué? —Su voz sonó más grave de lo normal, por lo que se tuvo que aclarar la garganta—. ¿Te das cuenta de que nos salvaron el pellejo?

De no haber estado mirando a DoYoung, se habría perdido el perezoso asentimiento de este. Cada vez que DoYoung estaba avergonzado y complicado, se mordisqueaba una esquina del labio inferior. Esta vez no fue la excepción.

—Pero llegaron en el momento justo, además, sé que tú no podrías haberlos llamado porque intentaste comunicarte con YoonOh y no obtuviste respuesta en muchos días.

Ouch. Golpe bajo.

TaeYong tragó duro para no decir nada al respecto.

DoYoung prosiguió.

—Todo lo que pasó me hizo pensar que son más peligrosos de lo que parecen. —Sacudiendo la cabeza, DoYoung se atrevió a sostener tiernamente la muñeca de TaeYong—. Me da terror que, por estar cerca de él, te pase algo horrible, Ty. Él es tan...

TaeYong arqueó una ceja.

Por un lado consideraba racional el medio de su amigo, por otro lado -el que dominaba en él- le decía que era estúpido. YoonOh jamás le haría daño. Pero, ¿cómo explicar ese sentimiento de seguridad que tenía con YoonOh? Claramente no era algo que entrase en una categoría de "normal".

¿Qué importaba eso ahora?

— ¿Tan demonio?

TaeYong decidió completar la frase de su amigo. DoYoung asintió.

¿Cómo son los demonios en realidad? Porque YoonOh escapaba de todo lo que había conocido alguna vez.

Podría haber debatido, pero no tenía ganas de seguir discutiendo así que simplemente suspiró, permitiendo que DoYoung le acariciara el antebrazo.

Al cabo de un rato así, en otro silencio -menos tenso que el anterior- DoYoung suspiró, apoyando la frente en el hombro de TaeYong.

—Perdóname, Yongie —susurró el pelinegro; ojos cerrados y tono lastimero—. juro que no es nada más que preocupación, jamás te juzgaría como lo hacen los idiotas de la iglesia.

Eso era todo lo que TaeYong necesitaba escuchar. Sabía que DoYoung no le mentiría al respecto, mucho menos después de una acalorada discusión.

Soltando un lloriqueo infantil, TaeYong le dio un tirón amistoso a la oreja de DoYoung.

—Me las pagarás por hacerme pasar por esto.

La risita de DoYoung fue floja, sin apartarse de los tirones que le daba TaeYong.

No acostumbraban a pelear, pero cada vez que lo hacían, terminaban comportándose del mismo modo; mimosos y pegotes. Toda una vida de amistad lograba ese tipo de reacción. Algo muy similar a unos hermanos, según lo que decía DoYoung.

—Perdón, en serio. —tarareó DoYoung al fin alzando su cabeza para enfrentar a su mejor amigo—. ¿Qué puedo hacer para que me perdones?

TaeYong alzó las cejas con exagerado interés.

Lo mejor sería dejar hasta ahí el tema complejo, no quería perder los rastros de buen ánimo que YoonOh había dejado en su cuerpo.

Tomando un poco de distancia de su mejor amigo, TaeYong se cruzó de brazos y entornó la mirada en dirección al pelinegro. Tenía muchas opciones en mente: que DoYoung lavara su vajilla durante un mes, que DoYoung le hiciera del delicioso pastel de frambuesa que le cocinaba para su cumpleaños por todo un mes y, bueno, muchas cosas más que tenían comida en medio.

Decidió no ser tan maldito esta vez.

Volviendo a tomar asiento, como si nada de esa discusión hubiese ocurrido, TaeYong tomó su pan dulce una vez más, sacando otro pedazo pequeño.

—Abrieron una pastelería nueva en el centro de la ciudad. —Haciéndose el desentendido, señaló en dirección al centro antes de meterse el trocito de pan a la boca—. Y dicen que venden unos dulces exquisitos.

La expresión de DoYoung estuvo llena de fingido fastidio con aquella ceja arqueada, pero TaeYong pudo ver algo de amor en la mirada del pelinegro quien, finalmente, asintió, extendiendo una mano en su dirección.

—Vamos, hoy me siento buen samaritano y te alimentaré.

TaeYong tuvo que cubrirse la boca con ambas manos para poder reír. Una alta carcajada que fue seguida de un pequeño golpecito con su pie descalzo en contra de la pantorrilla de su mejor amigo.

Idiota.

En lo profundo de su corazón, y con los pensamientos más sinceros respecto al conocimiento de sus propias emociones, TaeYong tenía más que claro que le costaría un buen tiempo curar ese dolorcito causado por las palabras de DoYoung; mas confiaba lo suficiente en su mejor amigo como para no mostrarse reacio a él incluso si seguía la herida abierta.

Estarían bien. DoYoung y él siempre lo estaban.






Rey del Infierno. [JaeYong]Where stories live. Discover now