81. Extra: Mi bombera

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Un último vasito de hielo con agua fresquita en esta historia😏🧊

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Amelia y Luisita veían como la pequeña Esperanza cada día acababa un poco más con su paciencia y sus momentos de pareja. La morena intentaba sobrellevarlo de la mejor de las maneras tirando del mejor humor que podía, pero a Luisita no poder dormir, vivir con los berrinches de su pequeña, que ahora tenía tres añitos y medio, y el cansancio que esto traía, la empezaba a superar por momentos.

Luisita extrañaba los momentos con Amelia, el poder ir a sitios sin planear ahora era una misión complicada, por no decir imposible, porque la pequeña no podía ir a cualquier lugar, y para ir sin ella había que hacerla una maleta y dejársela a alguien, algo que Amelia complicaba, al no estar por la labor, siempre tenía la excusa perfecta para no separarse de su hija.

Eran muchos los momentos en los que habían intentado intimar en este tiempo y se habían visto interrumpidas por la pequeña, cuando aún estaba en su cunita dormida todo parecía más fácil, pero ahora que corría, gritaba, y se despertaba en medio de la noche sin previo aviso por sus terrores nocturnos todo se iba complicando más. Casi se reían de las veces que el teléfono o alguna persona había cortado alguno de sus momentos, porque ahora esas interrupciones eran constantes y el "enemigo" vivía bajo el mismo techo que ellas.

Estos tres años y medio habían pasado realmente rápido, en un abrir y cerrar de ojos, en el que su bebé ahora era una niña, y no cualquier niña, una mujercita que sonreía tanto como ellas, pero también, era igual de cabezota que las dos.

- Vamos amor, solo es un día... Un día de dejar a la niña con mis padres... - Besaba sus labios con ternura para después recorrer el borde de la comisura con su lengua.

- Cariño es que tus padres están mayores y luego se cansan mucho... Además cada vez que se quedan con Esperanza le compran mil cosas y luego viene muy caprichosa... - Luisita de nuevo atrapaba sus labios, sabía cómo convencerla. - Igual podemos dejarla con Sara...

- ¿Con Sara? Cada vez que se queda con ellas una tarde luego viene diciendo unas cosas... - Luisita miraba al techo intentando no recordarlo.

- Es su tía preferida... - Decía con orgullo, la pequeña adoraba a Sara.

- Es verdad, pero que no te escuche María decir eso... - Se reía - Además, creo que no es tanto por Sara, como por Erik, con Nachito no tiene tanta complicidad, no sé por qué... Pero con mis padres está muy bien... Venga amor, por favor... - Llevaba sus manos al borde del pantalón de la morena y acariciaba su cintura. La morena no podía evitar estremecerse - Ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que te hice gritar...

- Luisi tuvimos sexo hace dos días... - Arqueaba una ceja.

- Si, en la siesta de la niña, medio a escondidas y a toda prisa... Amelia ¡Caramba! Que parece que hago algo malo por querer acostarme con mi mujer en mi casa, ahí con la boca bien tapada, que cualquier día se va a desintegrar la almohada...

- La almohada dice, no será lo único... Se me da muy bien llenarte la boca. - Luisita al escucharla mordía sus labios recordando el sabor de aquel néctar que era su perdición.

- Y tan bien... - Las manos de la rubia apretaban el culo de la morena para acercar sus cuerpos y sus labios se perdían en su cuello. - Quiero hacerte gritar Amelia... Necesito tanto sentirte...

En un movimiento rápido Luisita llevó a Amelia al borde de la encimera y coló una mano entre sus piernas para rozar su centro por encima de la fina tela de sus cortos pantalones de dormir. Amelia sintió el roce como puro fuego y empezó a excitarse de manera incontrolable. La mano de la morena apretó el bíceps de la rubia, que ya movía sus dedos por dentro de sus húmedas bragas.

El ApagónWhere stories live. Discover now