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Xiao tuvo rotundamente prohibido aparecerse por la casa del omega, pues debido a la información dada gracias al beta que le cuidaba, se había enterado que su presencia creaba desbalances, prolongando el estado en el que se encontraba el menor.

Así que lo único que podía hacer era esperar, por supuesto que él era paciente, aún así se sentía bastante inquieto y algo dentro suyo le exigía hacer su aparición en la casa del pequeño Venti, aún así ni él mismo ni Kazuha se lo permitiría, no iba a alargar su celo simplemente por el capricho e impaciencia de verle.

Fue una larga espera, una semana era muchísimo, casi un siglo ante Xiao.

Es por eso, que cuando recibió el mensaje del de cabellos azulados, avisándole que en unos minutos estaría en el local le estaba volviendo todo un frenético.

Ni siquiera controlaba sus propios movimientos, casi daba vueltas en su lugar y se apresuró en por lo menos lucir decente.

Realmente no sabía qué le estaba ocurriendo.

Y el tintineo le hizo perder los estribos, no supo ni en que momento ya se encontraba frente a frente ante aquellos orbes esmeraldas que veían a través de su alma y corazón.
Su cuerpo actuó solo, algo le gritaba "acércate y abrázalo".

Y eso hizo, casi se lanzó a los brazos del cuerpo más pequeño y se aferró a él, como si el más mínimo espacio entre sus cuerpos dictara que ya no volvería a tener la oportunidad de tocarle, aunque el abrazo fue repentino y casi posesivo, estaba siendo delicado.

—Te extrañé —como un suspiro desde el corazón, aquella simple frase llenó de alegría su ser.

¿Realmente Venti le había extrañado?

Se sentía tan irreal que no quiso abrir los ojos, por miedo a despertar de aquel hermoso sueño que estaba viviendo en esos instantes.

—Yo también he extrañado estar contigo.

Sus palabras se asemejaban a una caricia de lo suaves que eran, robando un trozo aún más grande del corazón ajeno.

Venti pudo sentir el cálido tacto del mayor contra una de sus mejillas, acunando la misma en la palma de quien le tocaba.
Se miraron por un instante que pareció una eternidad y ambos sabían lo que querían.

Sin más, se acercaron a tal punto que sus narices rozaban con ternura, compartiendo un beso esquimal por un par de segundos antes de finalmente unir sus labios, derritiendose en los brazos del otro ante aquella acción.

Definitivamente eran unos exagerados, si alguien los viera de esa forma podrían pensar que es el reencuentro de una pareja que no se ha visto durante 10 años.

Pero ya era imposible ocultar lo que sentían por el otro, ya no querían pensar en si se estaban apresurando o no.

Así que finalmente sus labios perdieron contacto y Venti casi pareció pedir por más cuando buscó los cerezos ajenos con ansias.

—Tenemos algo pendiente —le paró el de orbes ámbar, dejándole totalmente estupefacto y quieto en su lugar.— ¿Aún mantendrás en pie tu promesa?

Aunque aquello le tomó por sorpresa, una gran sonrisa ya se había plasmado en su fino rostro.

—Tengamos esa cita, Xiao.

tattoo ; xiaovenWhere stories live. Discover now