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Realmente ninguno de los dos esperaba que aquello llegara así de lejos, era bastante increíble la manera en cómo encajaban y se complementaban a la perfección con cada mínimo detalle, era estupenda la manera en cómo nunca se aburrían junto al otro pero aún así temían que en cualquier momento el contrario se sintiera abrumado.

No querían ir rápido, pero ya era tarde como para eso, ya se habían besado antes de siquiera confesar sus sentimientos.

Aunque a decir verdad los besos que habían compartido no les impedía nada, no les impedía llegar a una relación formal, por supuesto que quizás se habían apresurado en ello pero qué más daba, no podían retroceder en el tiempo y no besarse, además ni siquiera era algo malo.

Así que ahí estaba una vez más el de cabellos verdosos, sosteniendo un ramo de cecilias como la última vez que se apareció por la casa del menor, esta vez no era una visita sorpresa, esta vez era algo que tenía planificado con el de orbes esmeraldas.

Se sentía seguro de si mismo, se sentía bien saber que aunque no lo hayan dicho directamente, ambos sentían lo mismo.

Su corazón dio un vuelco total cuando la puerta se abrió y dejó a la vista aquel omega de sonrisa resplandeciente y personalidad encantadora.

Le admiro con detalle, observando como su trabajo en aquel muslo relucía y el menor orgullosamente mostraba al mundo el tatuaje en su piel.

—La última vez no te entregué adecuadamente las flores —habló Xiao, mientras se las extendía con suavidad.— Sé que son tus favoritas.

El más bajito no pudo ocultar el rubor que ya cubría sus tiernas mejillas, mientras que tomaba entre sus palmas las flores que tanto amaba, acercandolas a su cuerpo y abrazando con delicadeza aquel ramo.
Zhongli le había aconsejado acerca de esas flores en realidad.

—Me encantan, no sabes lo mucho que te lo agradezco.

De manera bastante fugaz, dejó un beso en la mejilla del mayor, antes de jalarle de la muñeca y hacerle pasar al interior de la casa.
Venti se consideraba una persona bastante romántica y una de sus más grandes debilidades era recibir arreglos florales o cualquier cosa que tuviera que ver con plantas, era una de sus más grandes fijaciones en el mundo.

La primera vez que Xiao le entregó flores no fue de la manera en la que había soñado, esperaba realmente que la acción se repitiera y así fue, recibiendo aquel detalle él mismo y adorando cada momento.
El rostro sereno pero inquieto del alfa debido a los nervios de entregarle un obsequio le parecía de lo más adorable en el mundo.

—¿Sabes? He soñado con esto —casi susurró el más bajito, mientras acomodaba con cuidado las cecilias en un jarrón y lo colocaba en la mesa.— He soñado contigo dándome flores solo a mí.

—No es necesario que sigas soñando, te traeré las flores que quieras para mantenerte feliz —el más alto se acercó con habilidad, abrazándole por la cintura de manera sútil, posando una de sus palmas en la mejilla ajena.— Me gustaría ver esa sonrisa todos los días.

—Eres un bobo, no necesito flores exactamente para ser feliz —una pequeña risita escapó de entre los labios del de cabellos azabaches, antes de dejar un pequeño beso sobre la punta de la nariz del más alto, mientras le dedicaba una mirada que Xiao no pudo descifrar.

Probablemente lo entendería más tarde o probablemente preguntaría para que Venti se lo explicara.

Era todo un despistado en algunas cosas, aún le costaba un poco comprender los coqueteos por parte del omega juguetón.

Xiao no tenía mucha idea de lo que podría ser una cita perfecta, es por ello que antes de hacer su primer movimiento había pedido la opinión de su tan aclamada figura paternal, por lo que decidió que tomaría en cuenta los gustos de ambos y que fue...

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Xiao no tenía mucha idea de lo que podría ser una cita perfecta, es por ello que antes de hacer su primer movimiento había pedido la opinión de su tan aclamada figura paternal, por lo que decidió que tomaría en cuenta los gustos de ambos y que fuese creativo.

No era complicado, ya sabía que a Venti le gustaba sentirse libre, estar al exterior y no tener que preocuparse por las personas que le observan cuando se revuelca en el pasto, sintiéndose uno con la naturaleza, mientras que al de ojitos ámbar le gustaba la tranquilidad, no le agradaban los lugares tan transcurridos de personas y aunque era una persona de casa, también le encantaba estar al aire libre por la paz que transmitían ciertos lugares.

Así que ahí estaban, caminando con una canastita y manteles de campo, habían salido un poco de la ciudad y se encontraban en una enorme pradera con flores por doquier y la brisa refrescante chocando contra sus rostros.

Un respiro.

Observaban las nubes cuando finalmente acomodaron las cosas junto a un gran árbol, simplemente rescostados uno al lado del otro, rozando levemente sus meñiques, anhelando el tacto ajeno.
Tímidamente como si hace una semana atrás no se besaban sin control.

—¿Por qué no me dijiste que Kazuha era tu hermano? —rompió el silencio el mayor, creando un puchero al recordar aquel malentendido.

—Oh, por favor, no estaba en uso de mis facultades mentales, ¿Cómo esperabas que te explicara eso si solo pensaba en...?

Y un silencio se hizo presente, Xiao se giró levemente a verle, consternado por lo repentino que se había quedado callado, para su sorpresa, ya tenía la mirada esmeralda encima suyo, junto con un fuerte sonrojo que acompañaba aquel lindo rostro.
Una fuerte carcajada se hizo resonar por parte del mayor al entender rápidamente a lo que se refería.
Claro, eso si lo entendía ¿no?

—¡Cállate! —exigió Venti, mientras se levantaba de su lugar, sentándose y tratando de colocar sus manos sobre el rostro impropio.

—¡Oye, yo qué dije! ¡Tú solo te delataste y es normal! —trató de defenderse, mientras le tomaba por las muñecas.

Rápidamente, le jaló hacia su cuerpo, provocando así que el de menor estatura se colocara casi encima suyo.

—No es mi culpa que seas tan guapo y deba controlarme —se alzó de hombros Venti, tratando de mantenerse sereno ante la cercanía.

—Oh, ¿Ahora es mi culpa?

—No dije eso, es solo que me gustas.

Aquellas palabras se escaparon de sus labios, se escaparon de su corazón y aterrizaron en el corazón opuesto, haciéndole latir frenéticamente.
¿Acaso estaban soñando? ¿Por qué ahora temblaban?
Se observaron con detenimiento mientras trataban ambos de razonar y procesar lo que estaba ocurriendo, lo que uno acaba de decir y lo que el otro había escuchado.
Xiao iba a tomar esa oportunidad.

—Tal vez no deberías controlarte.

—¿Por qué? —cuestionó un poco temeroso el menor.

—Porque cada vez que te veo me gustas más que antes, así que yo tampoco quiero controlarme contigo —sus dedos se pasaron con delicadeza por los cabellos azabaches ajenos, acomodando un mechón detrás de su orejita.

—No te quejes después.

—Jamás.

No hubo más charla, los besos de aquella tarde callaron cualquier palabra y aclararon toda duda que ambos tuvieran aún, era imposible que sus sentimientos no florecieran cada vez más y tampoco los harían detenerse.

Cada instante que pasaba era maravillosamente mágico, eran solo ellos dos en la burbuja de amor en la que se habían encerrado.
Querían quedarse ahí todo el tiempo del mundo y olvidar la preocupación, olvidar los tormentos y solo dedicarse a quererse firmemente.
Aunque el mundo se derrumbara en frente de ellos, querían estar juntos y nada los detendría de hacerlo.

Estaban destinados.

tattoo ; xiaovenWhere stories live. Discover now