CAPITULO 37

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PACTO

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Denisse

Nos detenemos en la mezquita azul, viendo como los incendios se elevan sin piedad alguna y la gente comienza a correr. No salimos de las camionetas, hemos llegado antes y Berat lo que quiere hacer es llevar a los de la central francesa hasta nuestro sitio para que todos estemos contenidos y dejen de perjudicar al pueblo. Las detonaciones de bomba se escuchan más cerca, me pongo nerviosa de tan solo pensar que se están acercando y acabando con sitios llenos de gente.

Tamborileo mis dedos contra mi pierna, viendo que Kylian escanea toda la escena y hasta el momento se ha apoyado del móvil para ubicar lo que está sucediendo. Las calles en este sitio son bastante pequeñas, por lo que veo de golpe como dos camionetas intentan pasar por el mismo carril, los salvajes avientan a la gente y se cargan postes o pequeños puestos exteriores de artesanías.

—¡Están matando a la gente!

—No salgas... —Ya estoy abriendo la puerta y saliendo—. ¡Puta madre Denisse, nunca me escuchas!

No me importa su alegato, tiento en mi bolsillo las granadas, les quito el seguro y es cuando las hago rodar para que las camionetas de los soldados franceses terminen deteniéndose. Casi me arrollan, me voy contra el suelo, ruedo para librarme de ser aplastada y veo a la familia de tres que se ha quedado en el suelo tratando de ver que es lo que sucede.

Me impulso en mis manos para levantarme y correr hasta ellos, cuando los alcanzo me doy cuenta que son turistas, el padre se sujeta la pierna que la tiene destrozada, su esposa sujeta a su pequeña que tiene una herida en la cabeza y no deja de sangrar. Me muevo rápido, rompiendo una parte de mi top para conseguir hacer presión con la tela.

Escucho las ordenes desde el auricular.

—¡Ya están detrás de nosotros, Dubois comanda todo su puto sequito!

No digo nada, solo me dedico a presionar la herida de la niña y paso de golpe al señor rubio que sujeto de la parte inferior de los brazos para arrastrarlo y meterlos en un callejón donde espero que ya no le provoquen nada. Aslan viene corriendo con el arma entre los brazos.

—Reina mía, ¿por qué mierda bajó antes de la indicación?

—Esta familia necesita un hospital, por favor... Ellos, el padre puede morir por la perdida de sangre y... —Entro en pánico, las dos camionetas que detuve sé que solo fue eso, porque cuando asomo la cabeza me doy cuenta que Kylian está peleando con los soldados que bajaron de la camioneta—. ¡Necesitan un médico ya! No es una puta pregunta, es una jodida orden, Aslan.

Traga en grueso, repasando el polvo que se alzó por las detonaciones y las camionetas que terminaron inservibles pero que sus propietarios están abajo luchando.

—Lo que la reina pide, la reina lo obtiene.

Aslan le grita a una parte de sus centinelas para que vengan a nuestro encuentro y que se lleven a la familia que en alemán me agradecen por ayudarlos. Me pongo de pie, sacándole a uno de los soldados el arma y volviendo al ruedo. Las demás camionetas llegan, la mezquita ahora mismo está siendo vaciada para dejar que el enfrentamiento no se lleve vidas inocentes.

Kylian estalla el cargador contra cinco soldados del comando francés, mismos que cuando caen les arrebata los detonadores y los hace estallar contra los otros cabrones que le causan problemas. Los cuerpos vuelan por los aires, lo tomo del brazo para apartarnos porque una oleada de balazos casi nos arrebata el aire.

Nos vamos contra los pilares de la edificación, Brixta se pone en el pilar de adelante y Aslan protege a su líder que baja con decisión de su camioneta para poder atacar a los demás soldados que comienzan a salir por todos lados como si fuera una plaga.

Un paraíso en sangre #1Where stories live. Discover now