CAPITULO 51

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HAY QUE CONTINUAR

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Denisse

Escucho los rebotes de las balas, todo se agita, la sangre sigue derramándose de mis heridas, aunque ahora se desperdiga a medida que avanzamos con rapidez para salir de territorio enemigo.

Parece ser que de un segundo a otro todo se tranquiliza, logrando que algunos de los nuestros se desaten para atenderse si es que pueden, mantienen el ritmo más lento que he conocido o será que todo este tiempo solo he sentido que mi mundo da vueltas sin descanso alguno.

—Hazte cargo.

—Lo tengo cubierto, hermano.

Alguien aparece ante mis ojos, mismo hombre que enmarca mi cara y después se unen más personas. Suelto una risa lacónica, el pecho se me expande cuando por fin puedo respirar con normalidad, aunque el olor a la sangre y polvo en mi cuerpo hace que me den náuseas que intento no reflejar.

—Vas a estar bien, Lynn va estar atendiéndote, estaré siempre cerca —solo asiento, viendo como recibe de golpe una gasa para presionar sobre mi cabeza—. Tienes una herida que va a necesitar puntadas.

—Yo me hago cargo —una voz maternal y femenina ataca mis oídos, es Lynn cuando se pone delante de mí para comenzar a curarme—. Denisse, ¿sabes dónde estás?

—Si.

—¿Sabes a dónde vamos?

—Sé que este avión nos llevará a casa —sonrío débilmente—. Hice todo lo que pude, entiendo que los misiles se estaban comiendo todo a su paso y digamos que no podría detenerlos porque ya estaban programados para derribar esas zonas —ella asiente con la cabeza, repasando sus manos contra mi cuerpo para empezar a identificar las heridas—. Olga y Tessa están muertas.

—Lo sabemos, princesa —papá se pone a mi lado, sosteniendo mi mano y besando mis nudillos—. Lo hiciste bastante bien, el Pakhan acaba de caer y no tardará en llegar la voz hasta ellos.

—No me siento bien, siento que antes estaba en el punto álgido de la adrenalina, hasta ahora... Siento... No, quiero dormir tan solo un rato —mis ojos van pesando—. Me siento bien, solo siento que debo dormir.

—Denisse...

—Mon décès...

Las voces se van alejando y sobre todo cuando mi cabeza cae hacia delante.

Dejándome en un cuarto oscuro, lleno de soledad, donde camino por todos lados sintiendo mis pies descalzos porque la temperatura tan helada me llega hasta los tobillos casi congelándome los miembros.

¿Lo hice? ¿Di tanta batalla que al final obtuvimos lo que más queríamos? ¿O esto de verdad es el inicio de todo?

Vuelvo a cerrar los ojos, cuando los abro, sigo en el mismo cuarto de siempre; la diferencia es lo que me rodea. Me encuentro dentro de un círculo de fuego a mi alrededor, mis labios se estiran porque ya no siento frío, siento que estoy en mi temperatura habitual a pesar de que las llamas se extiendan por todo lo alto.

Hay algo que me llama a querer meter las manos dentro de las llamas, lo hago, meto las manos para sentir como el fuego solo causa cosquillas sobre mi piel.

Todo esto se siente bien, se siente que este fuego viene de mi parte y no me interesa que sea parte de un sueño. Hay ideas que estallan en mi cabeza: Yo di batalla, yo di órdenes como si estuviera decidida a acabar con el mundo entero, yo hice que muchos se sorprendieran de mis habilidades al demostrar que no soy tan débil como aparento.

Un paraíso en sangre #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora