Choque

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Desperté ya sin sentir la cálida mano acariciando mi brazo. Seguía sintiéndome extremadamente cansado, como si hubiera corrido un maratón. No sabía si eran todas aquellas emociones que me agobiaban o el que estuviera lastimado, pero no importaba en este momento, solo quería dormir todo el día.

Solté un quejido, atrayendo así la atención de Alastor.

—¿Estás bien, Harry?— me preguntó con preocupación notable en sus facciones. Yo asentí.

—Solo... solo estoy cansado.

—Bien... ¿Quieres dormir más— sonaba bastante preocupado, sin embargo había un deje de culpabilidad en sus ojos. Esta vez fui yo el que preguntó por su estado.

—Sí, sí, estoy bien. No te preocupes— asentí sin estar muy convencido.

—Creo que tengo que irme, Nev debe estar preocupado por mi ausencia. Nos vemos luego— antes de salir Alastor me llamó casi en un grito.

—¿Pasa algo?

—Por favor, trata de mantenerte lo más alejado de Weasley. Lo más que te sea posible— casi rogaba por ello, lo noté. Entendía el porqué, así que volví a asentir y salí por la puerta.

Ya caminando por los pasillos, disfruté la soledad de los mismos. Con los Dursley había aprendido a disfrutar la soledad, aunque a veces resultaba extremadamente doloroso.

Era casi la cena, pero yo no tenía mucha hambre, así que fui directamente a la torre, esperando a llegar a mi cama y dormir plácidamente. A veces deseaba no despertar jamás... segundos después de esos pensamientos me sentía culpable pero... no podía evitarlos. Estos pensamientos habían estado presentes desde una edad temprana y muy preocupante, pero me las apañaba e intentaba no dejarme hundir en ese pozo que tantas veces me había comido.

Pero ahora tenía algo por lo que luchar. Tenía amigos por los que dar lo mejor de mí, solo ese pensamiento había evitado hacer cosas irreversibles en mi cuerpo, aunque a veces me resultaba imposible no hacerlo.

Sentí como una pequeña lágrima bajaba por mi mejilla.

Iba tan absorto en mis pensamientos que no noté a la precencia frente a mí, no hasta que choqué con ella.

—¡Potter!— exclamó la casi enojada voz de Snape. Mi peso no ayudaba con nada, por lo que terminé cayendo al suelo. No quería ver hacia arriba y menos viéndome tan vulnerable, con los ojos llorosos y el cuerpo temblando ligeramente -hasta ahora lo había notado-

—¿Se puede saber por qué no está en la cena como el resto?— preguntó más calmado pero todavía, notablemente enojado.

—No tenía hambre, señor— susurré, sin embargo Snape no parecío haberme escuchado. Me tomó del brazo no lastimado -afortunadamente-
y me jaló, quedando parado frente a él, sin embargo todavía no lo veía. Mis  ojos estaban puestos en mis zapatos, intentando no soltar un sollozo ¿En qué momento había comenzado a llorar?

Aun así fue inevitable que Snape no se diera cuenta de mi estado.

—¿Se encuentra bien, Potter?— esta vez sonaba preocupado, gesto que nunca había visto en él, o al menos no dirigido hacia mí. Yo solo quería salir corriendo de ahí. Snape me sacudió ligeramente al notar que no reaccionaba

—¿Potter?— preguntó ahora bastante preocupado. Sin embargo, por más que quisiera no podía reaccionar y mi cuerpo estaba comenzando a cobrar factura por todo el agobio y estrés que llevaba sintiendo desde que mi nombre salió en el cáliz.

Corrí. Corrí como si mi vida dependiera de ello, sin importarme los llamados de Snape, tampoco me importó que Neville me llamara al entrar al dormitorio. Simplemente subí a mi cama, sintiendo como las lágrimas ya comenzaban a bajar incontrolablemente. Cerrando las cortinas y colocando un hechizo silenciador,  por fin, en mucho tiempo, pude llorar. Desahogarme.

Yo ya no controlaba mi cuerpo, que temblaba incontrolablemente. Ni tampoco las lágrimas que caían como cascadas.

Así que simplemente dejé salir todo. Todo lo que llevaba cargando desde hace años y que no había podido soltar. Aunque mi cuello y brazos se llevaron unos cuantos rasguños, que no pararon hasta caer dormido.

Lo iba a lamentar mañana, pero por ahora se dejaría llevar, dejando de sentir ese peso.

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Desperté sintiendo mi cuello arder, al igual que mis brazos.

Me levanté de la cama, llendo directamente al baño. Y al verme en el espejo pude notar que mi cuello estaba rojo y con marcas de rasguños, mis brazos estabaekn casi igual o un poco mejor. Me lamenté al notar mis ojos rojos e inchados. Iba a ser difícil esconderlo, a menos que no saliera de la cama, pero tenía que ir a clases.

Sin tener otra cosa y opción, me lavé la cara, limpiando aquellas lágrimas secas en mis mejillas.

Me recargué en el lavamanos y me miré al espejo, casi lamentando el reflejo de este.

Sin más remedio tomé una ducha, evitando a toda costa mirar mi cuerpo desnudo. No que ver las cicatrices que arruinaban el reflejo, o el cuerpo delgado poco saludable que tenía.

Aunque no sabía que en las mazmorras había dejado a un profesor de pociones muy preocupado por él.

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Quiero aclarar que la mayoría de lo que está pasando Harry es en base a mi experiencia, así que no sé exactamente lo que tendría Harry, pues a mí no me han diagnosticado algo.



Por tí Where stories live. Discover now