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—Serás el rey cuando crezcas.

Esas fueron las primeras palabras que su madre dijo esa mañana.

Fourth tenía cinco años. Su mente soñolienta no podía entender lo que ella estaba diciendo.

—Se han ido, querido —dijo su madre.

Fourth parpadeó, completamente confundido. ¿Su madre estaba hablando del rey y la reina consorte? Ellos habían muerto hace meses.

—No ellos, —dijo su madre, con una extraña sonrisa. —El Príncipe Gemini y el pequeño Non fueron secuestrados por los rebeldes—. Ella agregó después de un momento —Pobrecitos, es casi seguro que están muertos.

Fourth la miró fijamente.

A pesar de ser un niño, incluso él podía decir que ella no estaba siendo honesta. Su madre lucía alegre de que Gemini y el bebé Non se hubieran ido.

Él no estaba contento, pero tampoco molesto.

Simplemente no los conocía bien. Gemini era mayor que él, tenía diez, por lo que nunca habían jugado juntos. Non solo tenía tres años, era prácticamente un bebé, por lo que tampoco jugaban juntos. Además, estaba el hecho de que Fourth y su madre eran básicamente los parientes pobres.

Él era técnicamente el siguiente en la línea de sucesión al trono después de los príncipes, pero procedía de un linaje real secundario que descendía de una rama completamente diferente del árbol genealógico real, tan lejanamente relacionado con la familia real que bien podría no estarlo. La Casa de Zaver y la Casa de Lavette habían compartido un ancestro común hace ochocientos años. Se suponía que Fourth nunca heredaría.

Pero lo haría, si los príncipes estuvieran realmente muertos.

Tres meses después, el Consejo de los Doce Grandes Clanes declaró que el Príncipe Gemini y el Príncipe Nanonduard probablemente estaban muertos y nombró a Fourth como presunto heredero. Su madre sería la regidora hasta que cumpliera veinticinco años.

En los días siguientes, todos los que eran alguien parecieron comentarlo. Qué tragedia, exclamaba la gente en voz alta antes de susurrar a la madre de Fourth, qué suerte para tu hijo, querida.

Suerte. Fourth supuso que, desde cierto punto de vista, realmente había sido un loco golpe de suerte que él, un príncipe insignificante de una línea real secundaria, hubiera sido elevado al estatus de futuro rey. Su madre estaba emocionada, y eso lo hizo sentirse un poco raro. Le encantaba la gran sala de juegos del palacio real, le encantaban los juguetes caros y sorprendentes que de repente poseía, pero no podía evitar sentir que ni él ni su madre realmente los poseían. Como si los hubieran robado.

Pero con el paso de los años, ese sentimiento se fue desvaneciendo lentamente.

Era Fourth'ngh'lavette, el futuro rey del Quinto Gran Clan. Así es como fue criado.

Así fue durante casi veinte años. Hasta que de repente dejó de serlo.

***

Al parecer, el príncipe Gemini no estaba muerto. Y él volvía a casa.

—Esto no puede estar pasando, —murmuró Dalatteya en voz baja, paseándose por la sala del trono. —Una solución. ¡Tiene que haber una solución!

Fourth observó a su madre, una extraña especie de entumecimiento llenaba sus entrañas desde que escuchó la noticia.

—Él es el rey legítimo, madre —afirmó. Se sentía... desequilibrado. Como si todo lo que sabía sobre su mundo se hubiera puesto patas arriba. Hace apenas unas horas se había estado preparando para su próxima coronación. Iba a ser rey cuando cumpliera veinticinco años, el puesto para el que su madre lo había preparado desde que tenía cinco años. De hecho, prácticamente ya era el rey, gobernando su gran clan a través de su madre, quien era su regidora. Pero ahora volvía a ser el pariente pobre. Nadie.

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