leandro paredes

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"Puede alguien decirme me voy a comer tu dolor y repetirme te voy a salvar esta noche" Se escuchaba una voz femenina cantar dentro del ascensor mientras me acercaba. "Que el infierno está encantador, este infierno est..." paró apenas me puse en la puerta para entrar y después de analizarme por cinco segundos siguió cantando como si nada, me dio gracia y no pude evitar reír. Iba a apretar el número de mi piso en el tablero pero al parecer la cantante iba al mismo porque ya estaba marcado.
Al llegar al piso seis salí mientras sacaba las llaves del bolsillo de mi pantalón pero un estruendo y un par de puteadas hizo que me detuviera a mitad de camino, entonces me di la vuelta para chequear que fue lo que pasó, al parecer se le desfondo la caja que llevaba entre sus brazos. No dudé en acercarme para ayudarla.
— ¿Sos nueva? —pregunté con curiosidad mientras levantaba algunas de sus pertenencias pero no obtuve respuesta.
— Perdón ¿me hablaste? —se sacó un airpod de la oreja y ahí me di cuenta del por qué no contestó. No los había visto porque su pelo largo los camuflo.
— ¿Que si sos nueva en el edificio? —repetí y asintió largando un bufido enojada porque se le volvió a caer lo que agarró— tengo una en casa, esperame un segundo que ahí te la traigo.
Troté hasta mi puerta abriendo lo más rápido que pude y agarre la caja que estaba, por suerte, al alcance y volví con ella.
— No es del tamaño como la que tenías pero espero que sirva —dije apenas me puse a su lado agachandome y cuando empecé a guardar un par de cosas vi algunos cd—. Bueno, por lo que veo hay una ricotera por acá. —soltó una risa y juro por lo más sagrado que tengo, que son mis hijos, nunca había escuchado una risa tan armoniosa, tan delicada, tan hermosa, y entonces dejé de hacer lo que estaba haciendo para poder admirar mejor a la mujer que tenía enfrente.
¿Como es que no caí en cuenta antes en el ascensor de lo preciosa que era? Tenía el pelo negro muy largo con ondas y con el flequillo un poco desordenado, en su nariz tenía puesto un septum y un nostril, también tenía el brazo derecho completamente tatuado. Sacudí mi cabeza para salir del trance en el que estaba, no quería que piense que era un rarito si me enganchaba mirandola así.
— ¿Por casualidad vos sos Leandro? —preguntó ella una vez que entramos en su departamento, la caja la llevaba yo y la deje arriba del sillón como me lo indicó agradeciendome.
— Si ¿Por qué? —me sorprendí porque pensé que no me había reconocido— ¿Queres un autógrafo o una selfie? —bromee pero no la captó. Chasqueó los dedos sonriendo de oreja a oreja como si hubiese descubierto algo.
—Ahora entiendo lo que me dijo la señora Ines hace dos días, me contó que en este piso vive un futbolista famoso llamado Leandro Paredes, muy bonito y con unos ojazos tremendos, palabras textuales eh —me señalo riendo, sentí los cachetes un poco acalorados de la verguenza— entonces... sólo hay tres departamentos acá, ella y yo somos las únicas mujeres y vos bajaste en este piso, tenes puesta ropa deportiva, sumando a que no se equivocaba con lo de los ojazos.
Se me acercó un poco bastante mirando cada rincón de mi cara sin ningún pudor, al parecer la verguenza no existía en su diccionario.
— ¿Son reales o lentes de contacto? —entrecerró sus ojos analizando los míos pero antes de responderle se contestó ella misma murmurando un "si, son de verdad", yo me quedé tieso en mi lugar— Ay perdón si te hice sentir incómodo es que soy media mandada y no me doy cuenta cuando cruzo los límites —se alejó y extendió su brazo con la palma de su mano abierta— yo soy Alma.
— Mucho gusto, y por cierto, bienvenida —le tomé la mano sacudiendola y me sonrió mostrando su perfecta dentadura.
Creo que acabo de enamorarme a primera vista.

one shots - scalonetaWhere stories live. Discover now