Party... pt.1

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Al fin era viernes, la Universidad del QSMP no podía estar más emocionada, ya que esa noche sería la primera fiesta del año de Vegetta, ¿y qué significaba eso? Nueva gente, nuevos cursos, nuevas experiencias y más diversión.

Roier, quien en un principio tenía dudas de si ir o no, gracias a un guapo brasileño terminó aceptando de todas formas. Así que allí se encontraba junto con sus amigos en su departamento, todos casi listos, solamente faltaban unos últimos detalles.

– Ya, Rivers, quieta mierda o sino te voy a dejar como emo. – Reclama nuestro castaño, estaba luchando por hacer el otro delineado del ojo igual al primero, por lo que necesitaba silencio y ningún movimiento. Su amiga le pidió ayuda con su maquillaje, ya que nunca le salía cómo quería y el único que podía ayudarle era Roier.

– Yaa, pero no me hables feo. – Después de esto se queda quieta como le habían mandado, por lo que con bastante precisión Roier logra su cometido, soltando un pesado suspiro ante esto.

– Te pones tú las pestañas porque tú sabes que yo no le sé a eso. – La rubia asiente feliz y suelta un gracias antes de dirigirse al baño.

Roier sonríe al verla tan feliz con el resultado, su habitación quedaba justo en frente del baño así que pudo ver con facilidad su reacción. Se da vuelta para verse en su espejo de cuerpo completo, dándole una última revisión a su atuendo de hoy.

Sería su primera fiesta estando soltero después de tanto tiempo, por lo que le pidió un poco de ayuda a sus amigos.

Mariana le dijo que usara esos pantalones ajustados que parecían de cuero que hacían resaltar su culo, Aldo le dijo que se pusiera junto con esos pantalones los botines que usó en Año Nuevo y Rivers le regaló un top rojo manga larga que estaba medianamente abierto en el pecho. Junto con un poco de ayuda de Jaiden se puso sombras negras solamente para profundizar su mirada, lo demás fue como su maquillaje diario.

¿Qué opinaba? Se sentía riquísimo. En efecto, ese pantalón hacía resaltar sus partes traseras, sumándole aquel top que era la cereza del pastel, le hacía ver una cinturita que hasta él mismo pensó que era el hijo perdido de Sol León.

Le agregó unos dos collares y un pendiente en la oreja, ambos de plata para poder equilibrar los tonos de su atuendo. Esta vez no usaría la bandana.

– Ay, Roieer, es que estás buenísimo, estoy que te cogo aquí mismo. – Las palabras del Mariana lo toman por sorpresa y suelta una fuerte carcajada. – Cada vez más gay por ti.

– Pues a la fila, mí amor. – Después de estabilizarse tras las risas que le provocó el bobo de su amigo, le respondió con un tono totalmente diva mientras que pasaba por el lado de este, moviendo exageradamente sus caderas para destacar más su culo.

– Llamen a la veterinaria, porque se les escapó ese perro culazo. – Y se escucha una nalgada.

– ¡Ay, pendejo! Es ver, no tocar. – El castaño le devuelve el golpe en el hombro, para luego los dos reír como tontos.

– Dejen de manosearse y ayúdenme a decidir cuales zapatos llevar. – El pobre Aldo estaba descalzo, había llevado dos pares de zapatos para que sus amigos le ayudaran a poder elegir pero no hacían mucho.

– ¡Todos te dijimos que los blancos! – Grita Rivers desde el baño.

– Pero es que los blancos ya están viejoos.

– Pues entonces ponete los morados nuevos esos que te compraste y ya. – La rubia finalmente sale del baño, ya con las pestañas postizas que hacían que su maquillaje se viera aún más perfecto.

Tradúceme, corazón - GuapoduoWhere stories live. Discover now