Tradúceme, corazón - Guapoduo

"Sick"...

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El sábado acabó tranquilo. Ambos chicos fueron juntos hasta los apartamentos de la universidad y cada uno fue a su departamento. Claramente fueron atacados de preguntas por sus amigos, pero al haber dormido en un sofá después de tomar shots de tequila, simplemente pasaron directo a su cama a descansar de una manera decente.

El domingo fue igual, aún restos de resaca atacaban al rubio pero no lo suficiente como para no terminar unos pendientes de la universidad.

Roier aprovechó de pasar un tiempo consigo mismo. Hizo yoga, preparó unos tacos para comer junto con Jadien, terminó un par de tareas y leyó un libro. ¿Por qué un día tan productivo? El castaño le dijo a su amiga que era para poder recuperar energía, pero muy en el fondo era para intentar no pensar en ese casi beso que tuvo con el brasileño.

No se lo contó a Jaiden, no se lo contó a Mariana, ni siquiera a Rivers; Incluso le mandó un mensaje a Maximus diciendo que si decía algo, sus lentes carísimos favoritos acabarían en el basurero.

Después de todo un poco de extorsión nunca le hace daño a nadie, a menos que seas el extorsionado.

El lunes en la mañana llegó normal. Los dos castaños hicieron su rutina de mañana y se encontraron con Cellbit y Forever en los ascensores, por lo que empezaron su camino hacía sus clases.

Forever iba platicando con Jaiden sobre cómo conoció al amor de su vida en la fiesta, que incluso le había "invitado a una vuelta en su auto" cosa que casi acepta si no fuera por que Mike terminó vomitando encima de Pac. Primero debía de ser un buen amigo, después con los "novios".

– Really, Jaiden, that man it's the love of my life, and I'm not going to lose him.

– It's good that you're so sure about it. I love your confidence.

Unos pocos metros más atrás iban Cellbit y Roier, que charlaban sobre cómo era el invierno en el país de cada uno. Una charla que salió gracias a la fría brisa que ya había empezado a notarse desde hace un par de días.

Algo que molestaba un poco a Cellbit era que extrañamente notaba al mexicano un poco más alejado de lo usual. Si bien reía y conversaba como siempre, evitaba su mirada y ya no chocaban cada cuántos segundos sus hombros cuando caminaban uno al lado del otro, acción que hacían inconscientemente pero que le gustaba al rubio. Pero ahora el castaño mantenía distancia, una distancia que si bien era respetable, no le agradaba del todo a Cellbit.

Mientras tanto Roier, que se había esforzado tanto en mantener la calma, pensar en otra cosa y seguir siendo él mismo, ese íntimo acercamiento que tuvo con el brasileño no se iba de su mente, haciendo que apenas y pudiera mantenerle la mirada por segundos, ya que enseguida se ponía rojo ante sus recuerdos.
Normalmente no era tan bueno recordando cosas, por eso algunas veces en los exámenes se anotaba unos ayuda memoria en la mano, pero ahora el recuerdo vivido de ese casi beso era como si hubiera pasado sólo hace unos minutos. Recordaba claramente el caliente tacto de su mano posarse en su mejilla, el olor de su colonia embriagarlo y cómo sus respiraciones se iban mezclando por la poca cercanía. ¿Sus labios se hubieran sentido igual de calientes que sus manos? ¿El sabor a tequila hubiera hecho el beso aún más caliente? ¿El beso hubiera pasado a ser un besote intenso?

– Guapito, ¿estás bien? – Sus pensamientos son interrumpidos por el mismísimo protagonista de éstos.

– ¡Ah! Sí, es que aún tengo un poco de sueño y así. – Mueve la mano restándole importancia. Sentía el calor en su rostro por la vergüenza de disociarse de tal manera en frente de él, incluso en imaginar como los dos se besaban en aquel sofá.