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Si bien, Cellbit y Roier ya estaban conscientes sobre que se atraían mutuamente, siguieron con la rutina que crearon en poco tiempo. Las caminatas mientras chocan los hombros, los abrazos de despedida, compartirse música, ir juntos en las mañanas a clase sin importar si uno tenía clases en la mañana o no; sus interacciones seguían siendo las mismas, con la excepción de que algunos coqueteos se escapaban en momentos específicos, causando sonrojos o risitas nerviosas.

Junto con eso, ya dos semanas pasaron desde que Badboy fue rechazado por Roier, dos semanas en las que no podía evitar seguir mirándolo de vez en cuando en clases. A veces se saludaban, pero sólo de lejos. Si antes hablaban poco, menos ahora.

Abril ya estaba a la vuelta de la esquina, el frío de otoño ya era totalmente notorio, aunque bastante agradable para la mayoría.

Hoy era día sábado, día de cambiar sábanas y lavar la ropa.

– Roier, this Saturday it's your turn to go do the laundry. – Mencionó la castaña mientras que entraba a la habitación de su compañero. No tocó la puerta ya que esta estaba abierta, así que sólo pasó directamente a sacar las sábanas de su cama.

– ¿Ya es mí turno? – Vio como su amiga asentía. – Bueno, iré a buscar tu ropa entonces. – Se levantó de su escritorio no sin antes apagar su laptop, yendo hacía el cuarto de Jaiden para tomar su canasto de ropa sucia, tomando la de color blanco y juntándola con la suya.

Cuando ya tuvo toda la ropa del color específico, se puso rápidamente unas zapatillas, tomó los frasquitos de detergente y suavizante, y salió del apartamento con la ropa en un canasto, empezando su camino hacía la lejia del lugar que era normalmente usada por estudiantes. Aprovechaban de ir los sábados, ya que no muchos iban en ese día, así tenían que esperar menos para usar una lavadora, o si era su día de suerte, había una libre apenas llegaban.

Esperó unos segundos fuera del ascensor para que se abriera, encontrándose con una agradable sorpresa cuando esto sucedió.

– ¡Guapito!

– ¡Gatinho!

El castaño hizo el ademán de acercarse para darle un abrazo, pero ambos estaban con canastos de ropa en mano, entonces paró antes de chocar, soltando una risita que contagió de inmediato al rubio. Roier entró al ascensor, posicionándose justo al lado de Cellbit.

– ¿También vas a ir a lavar? – Inicia la conversación el mexicano.

– Sí, ayer no pudimos usar ninguna lavadora porque estaba lleno, así que vine hoy. – Un suspiro se escucha después de las palabras. Esperaba que esta vez tuviera más suerte.

– En los días de semana se llena mucho, usan la típica excusa de que no habrá tanta gente, pero eso sólo hace que se llene más. – El rubio asiente ante sus palabras.

– ¿Por eso vienes los sábados?

– Sí, vengo semana por medio, nos turnamos con Jaiden. – Menciona con una sonrisa Roier, la cual Cellbit no puede evitar admirar.

– Entonces quizás empiece a venir cada sábado... O al menos en los que tú vienes. – Ante el visible coqueteo, el castaño suelta una risita nerviosa mientras que sentía como su rostro se ponía más cálido, bajando igualmente la vista de manera inconsciente.

– Qué dices, pendejo. – Murmura con visible vergüenza, para segundos después salir rápidamente del ascensor apenas las puertas se abrieron, dando paso a la habitación de lavado.

Habían apenas otras dos personas dentro, a lo que el castaño sonríe al ser un día de suerte. Camina tranquilo hasta una lavadora, dejando el canasto encima mientras que sacaba una moneda para usar la lavadora, todo esto mientras que Cellbit lo seguía, quien se decidió por usar la lavadora de al lado.

Tradúceme, corazón - GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora