1. Sombras inquietantes.

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𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏.

El sol derramaba su luz dorada a través de las ventanas de la cafetería, iluminando las mesas de madera pulida y tiñendo el aire con el aroma inconfundible del café recién hecho. En medio del ajetreo y el bullicio de los clientes, Nix se movía con gracia y eficiencia detrás del mostrador, su cabello oscuro como la noche en contraste con su uniforme blanco impecable. A su lado, Claire, su mejor amiga y compañera de trabajo, equilibraba platos y tazas con destreza.

—Nix, ¿puedes encargarte de los caramel macchiatos mientras atiendo a esa mesa? —preguntó Claire, inclinando la cabeza hacia un grupo de amigos que charlaban animadamente en una esquina.

Nix asintió con una sonrisa y comenzó a preparar los pedidos, vertiendo la leche vaporizada con precisión mientras dejaba caer el espresso recién hecho. Los sonidos de la cafetera y los murmullos de los clientes se mezclaban en una sinfonía reconfortante mientras el dúo trabajaba en armonía.

Al mediodía, Nix y Claire finalmente lograron un momento para relajarse. Se acomodaron en una esquina tranquila del local, cada una con una taza de café humeante entre las manos.

—¿Cómo está tu madre hoy? —preguntó Claire, su mirada llena de genuina preocupación.

Nix suspiró, llevándose la taza a los labios mientras contemplaba el vapor que se elevaba.

—Estable, por ahora. Pero cada día se convierte en un nuevo desafío. Gracias a ti, Claire, puedo hacerlo. Eres mi ancla en medio de toda esta tormenta.

Claire sonrió cálidamente y posó una mano reconfortante sobre la de Nix.

—Estamos juntas en esto, Nix. Siempre lo estaremos.

A medida que el día llegaba a su fin, el sol comenzó a ceder ante la oscuridad de la noche. Nix y Claire cerraron la cafetería y salieron a la calle, enfrentando el mundo nocturno que se extendía ante ellas. El reloj marcaba aproximadamente las doce de la noche, y Nix decidió tomar el atajo a casa a través del callejón. La luz de las farolas parpadeantes arrojaba sombras danzantes en su camino.

A medida que avanzaba por el callejón, una sensación inquietante comenzó a invadir sus sentidos. Un escalofrío le recorrió la espalda, y una sensación de observación la envolvió. Era como si los susurros de las sombras llevaran un mensaje siniestro. Apretó el paso, sus ojos escudriñando cada rincón oscuro, pero la sensación de ser seguida persistía. Como un eco en su mente, la idea de que alguien estaba acechando en la oscuridad se apoderó de ella.

Finalmente, llegó a la puerta de su hogar y la cerró tras de sí con un suspiro de alivio. Se dejó caer en el sofá, su corazón latiendo rápidamente en su pecho. Intentó convencerse de que era su mente jugándole una mala pasada, una combinación de estrés y fatiga. Pero incluso en la seguridad de su hogar, la sensación persistía, como si una presencia invisible la observara desde el exterior.

Después de tomar un respiro, Nix sintió que no podía seguir ignorando la sensación inquietante que la había atormentado en el callejón. Sabía que debía enfrentar sus temores, no solo por ella misma, sino también por el bienestar de su madre. Tomando una profunda inspiración, se dirigió hacia la habitación de su madre, donde encontró a la anciana acostada, sus ojos cansados pero llenos de amor al ver a su hija entrar.

—Hola, mamá —dijo Nix con una sonrisa que intentaba ocultar su propia inquietud, cruzando la habitación con pasos decididos para sentarse con suavidad al lado de su madre.

La madre de Nix le devolvió la sonrisa con cariño, percibiendo la tensión en su expresión.

—Hola, mi querida Nix. ¿Cómo fue tu día? —preguntó, preocupada por la sombra que parecía oscurecer la alegría de su hija.

Nix compartió con su madre las anécdotas amables de la cafetería, omitiendo hábilmente la inquietante sensación que la había acosado en el callejón. No quería añadir preocupaciones a los hombros ya cargados de su madre, quien se esforzaba por mantenerse fuerte en medio de su fragilidad.

—Fue un día ocupado, mamá, pero las sonrisas de los clientes me hacen sentir que vale la pena —respondió Nix, tratando de infundir un tono animado a sus palabras.

La madre de Nix asintió suavemente, tomando la mano de su hija entre las suyas con un gesto de cariño.

—Mañana es un nuevo día, y estoy segura de que será mejor. Descansa, mamá. Te cuidaré, como siempre.

La mirada de la madre de Nix se llenó de gratitud y amor por su hija.

—Siempre me haces sentir mejor, mi valiente Nix. Eres mi luz en los días oscuros.

Después de despedirse con un beso en la frente, Nix regresó a su habitación, pero la sensación inquietante seguía latente en su mente, como una melodía discordante que se negaba a desvanecer. Se sentó en el borde de la cama, sus pensamientos girando en círculos mientras contemplaba la oscuridad de la noche a través de la ventana.

Se prometió a sí misma que enfrentaría lo que sea que estuviera acechando en las sombras, que desentrañaría el misterio por el bien de su madre y por su propia paz mental. Sabía que tenía que descubrir la verdad detrás de esa sensación persistente y perturbadora. Su determinación se forjó con cada latido de su corazón.

Sin embargo, Nix también sabía que el camino por delante estaría lleno de desafíos y revelaciones inesperadas. A medida que el misterio comenzaba a develarse lentamente, pronto descubriría que las sombras escondían secretos más oscuros y profundos de lo que jamás hubiera imaginado. La oscuridad de la noche no sería su única compañía; habría mucho más por descubrir en las profundidades de esa trama enigmática que la rodeaba.









𝗜𝗡𝗙𝗜𝗟𝗧𝗥𝗔𝗗𝗢 𝗘𝗡 𝗟𝗔𝗦 𝗦𝗢𝗠𝗕𝗥𝗔𝗦
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Infiltrado en las sombras ➝ Jeff The Killer [Creepypastas]Where stories live. Discover now