Capítulo 35

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La primera vez que estuvo a solas con NamJoon, YoonGi dirigió la conversación hacia Jimin. NamJoon le había hablado de él la noche de su llegada y él había fingido que no lo consideraba más que un conocido de su esposo.

—Lo cierto es que nunca me ha caído simpático —admitió NamJoon—. Siempre me ha parecido un pesado.

—Debe de ser usted muy exigente —replicó YoonGi, con ese tono jovial y encantador que con tanta naturalidad adoptaba—. Me parece que Park es con mucho el hombre más popular de Hong Kong.

—Lo sé. Es su mayor virtud. Ha hecho de la popularidad una ciencia y tiene el don de hacer creer a todo aquel que se le pone delante que es justo la persona a quien quiere ver. Está dispuesto a conceder favores siempre y cuando no supongan la menor molestia para él, e incluso si no consigue lo que le pides se las ingenia para que creas que ha hecho todo lo humanamente posible.

—Es un rango atractivo, sin duda.

—Tanto encanto y nada más que encanto acaba por hastiar, a mi modo de ver. Luego es un alivio tratar con personas que no son tan encantadoras, pero sí un poco más sinceras. Hace muchos años que conozco a Park Jimin, y un par de veces he podido ver cómo es en realidad... A mí nadie me tiene en cuenta, ¿sabe? No soy más que un funcionario de segunda en el servicio de aduanas... y sé que, en el fondo, le importa un comino todo el mundo menos él mismo.

YoonGi, tranquilamente arrellanado en la silla, lo miró con ojos risueños mientras hacía girar la alianza en su dedo.

—Llegará lejos, por supuesto —prosiguió NamJoon—. No en vano sabe qué hilos oficiales hay que mover. Estoy convencido de que antes de morir me dirigiré a él como Su Excelencia y me pondré de pie cuando entre en la sala.

—La mayoría de la gente coincide en que merece llegar lejos. Según la opinión generalizada, está dotado de un gran talento.

—¿Talento? ¡Qué bobada! ¡Si es un tipo de lo más estúpido! Da la impresión de que hace su trabajo a vuelapluma y lo lleva a buen puerto por pura genialidad, pero no es así en absoluto, sino que es tan diligente como cualquier funcionario eurasiático.

—¿Cómo se ha ganado entonces la reputación de ser tan inteligente?

—De bobos está lleno el mundo, y cuando alguien que ocupa un puesto más bien importante se muestra campechano, les da una palmadita en la espalda y les promete que hará lo que sea por ellos, lo más probable es que lo crean inteligente. Y luego, naturalmente, está su esposo, un hombre hábil como pocos. Tiene la cabeza en su sitio, y siempre vale la pena escuchar sus consejos. Mientras esté de parte de Park Jimin, dudo que él haga ninguna tontería, y ésa es la condición principal para medrar como funcionario. Los mandamases no quieren subalternos inteligentes, porque a los hombres inteligentes se les ocurren ideas, y las ideas traen problemas, sino que quieren individuos con encanto y tacto, de esos que nunca meten la pata. Ah, sí, no me cabe duda de que Park Jimin llegará a lo más alto.

—¿Y por qué le tiene tanta antipatía?

—No le tengo antipatía.

—Pero le tiene más simpatía a su esposo, ¿no? —inquirió YoonGi con una sonrisa.

—Soy un hombrecillo chapado a la antigua y me gustan los donceles bien educados.

—Ojalá fuera tan elegante en el vestir como bien educada. —asintió YoonGi socarronamente.

—¿Es que no viste bien? No me había fijado.

—Tengo entendido que eran una pareja muy unida —comentó YoonGi, mirándolo por entre las pestañas.

—Hay que decir a favor de Park que le tiene mucho cariño a su esposo. Creo que es su rasgo más decente.

—Vaya elogio.

—Tontea con otros de vez en cuando, pero nunca se lo toma muy en serio. Es muy espabilado como para dejar que las cosas se compliquen tanto como para causarle inconvenientes. Y, naturalmente, no es un hombre apasionado, sino meramente vanidoso. Le gusta que lo admiren. Ahora está hecho un gordo cuarentón, vive demasiado bien, pero era bastante atractivo cuando llegó a la colonia. Más de una vez he oído a su esposo tomarle el pelo por sus conquistas.

—¿No les da mucha importancia a sus devaneos?

—Oh, no, sabe que no llegarán a ningún sitio. Dice que le gustaría trabar amistad con los pobrecillos que se enamoran de Jimin, pero son siempre tan vulgares... Según él, no resulta muy halagador que los donceles y mujeres que se quedan prendados de él sean por lo general tan de segunda fila.

El velo pintado (KookGi)Where stories live. Discover now