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Michael abrió los ojos con pesadez, sintiendo como un leve dolor en su pecho le punzaba con insistencia.

Se sentó y miró a su alrededor, dándose cuenta que no estaba en su habitación si no que en una parte algo alejada de la casa principal de Neverland. Observó un poco más analizando su alrededor, notó que había estado acostado en el pasto, el cual estaba algo húmedo, su ropa no era la pijama con la que recordaba haberse dormido, tratándose de unos pantalones negro y una camisa de botones del mismo color junto con sus ya clásicos mocasines e sombrero, y sobre todo, el se sentía diferente, más joven.

Se sentía como si no estuviera en sus años cuarenta, era como si nuevamente estuviera en la vivacidad de sus veintes, como si una parte de todo el peso que había acumulado a lo largo de su vida se hubiera esfumado.

Se levantó del suelo confundido; se acercó a un pequeño cuerpo de agua que estaba cerca, se miró en el reflejo y se sobre salto por lo que vio. Al parecer no solo se sentía como si de nuevo tuviera menos edad, al parecer, también se veía como tal.
Su cabello seguía siendo largo pero teniendo nuevamente sus rizos un tanto definidos, su piel seguía sin ser de su color original pero no era del todo blanca como el resultado del vitiligo, y por último sus facciones eran más jóvenes, por así decirlo.

Se veía como en antaño, exactamente a finales de los 80's.

Dio unos pasos hacia atrás, perplejo y sin saber que pasaba. Entonces una corriente de aire frío y fuerte le golpeó por la espalda, causando que casi su sombrero se fuera pero por reacción natural lo agarró antes de que volara. Luego de ello levantó la mirada, dándose cuenta también que su rancho ya no se veía con normalidad, si no que este en vez de tener sus colores tenía negros, blancos y grises.

–Pero, ¿qué está pasando?– dijo al aire totalmente confundido.

Parpadeo, y sin razón aparente, ahora estaba parado en donde los juegos mecánicos se encontraban.

Se escuchaban rizas de niños pero más sin embargo no había ningún infante, el lugar estaba desierto. A Michael le dio un escalofrío.

Más corrientes de viento aparecieron, cada una venia de distintas partes lo que tomaba por sorpresa a Jackson.

El de rizos miraba con desespero a su alrededor para intentar encontrar a alguien, pero nada, ni siquiera sus empleados estaban presentes.

Y entonces se empezó a escuchar un llanto.

–¡¿Hija?!– exclamó con preocupación.

Michael intentó descifrar de donde provenía los sollozos estruendosos, parecía que venía de todos lados, pero entonces lo logró. Empezó a caminar.

Con cada pisada que daba sentía como una pesadez se ponía en sus hombros, al igual que las ráfagas de viento eran más violentas y que poco a poco dificultaban su avance. La lluvia no tardó en llegar empezando a empapar a su alrededor pero a su vez no mojaba a Michael.
El llanto incrementaba cada vez más, siendo algo ya ensordecedor para el de rizos.

Jackson, después de llegar a un lugar totalmente rodeado de plantas, miró a lo que parecía ser una pequeña de espaldas a él.

–¡¿Paris?!, ¡¿eres tú?!.

Se acercó más, hasta llegar a estar lo suficientemente cerca de la niña.

–¿Hija?– dijo.

–¿Papá?, ¿por qué me dejaste sola?– la infante hablo con una voz un tanto distorsionada.

Lentamente la niña volteó, dejando ver que no se trataba de la pequeña Paris.

Hija De Un Idolo.Where stories live. Discover now