Ayer y hoy

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Perdida en las tinieblas de la duda

sin amores, sin luz, sin alegría

cual triste peregrino a quien la muda

fatalidad empuja día a día.


Así hasta ayer vagaba el alma mía

bebiendo del dolor la copa llena

sin esperanzas que del nuevo día

viniera un rayo a mitigar su pena.


Hoy la alegría retornó a mi pecho

y lucen las estrellas en mi cielo

y al sentirme contento y satisfecho.


Confieso claramente y sin sonrojos

¡Bastó tan solo a disipar mi duelo

una sonrisa de tus labios rojos!


Ambrosio A. Agustoni

Palabras prestadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora