Capítulo 19: Difícil decisión, ¿para quién juegas tenis?

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Aquel era el día libre de los jugadores después del torneo, era pasado mediodía y la mayoría ya había comenzado sus actividades en casa, excepto la capitana del club femenino que seguía acostada durmiendo. Con todo lo acontecido en los partidos y a nivel emocional, se sentía exhausta. Syusuke la había invitado a su casa a comer porque Yuuta también iría y le pareció una buena idea que compartieran como en los viejos tiempos pero lo rechazó amablemente porque en el fondo esas reuniones familiares le parecían incómodas. Sabía que Tezuka estaría en la biblioteca con Oishi ese día y todas las demás chicas tenían planes con sus respectivas familias, de repente se sintió muy sola. Soltó un suave quejido al despertarse y se envolvió en la sábana pero al girarse calculó mal y terminó cayéndose de la cama justo cuando su abuelo tocaba a la puerta. Le indicó que pasara mientras todavía estaba en el suelo.

― ¿Qué haces ahí tirada? ―le preguntó el anciano sin sorpresa, ya acostumbrado a su torpeza.

― Oyaji... Me caí ―comenzó a ponerse de pie y bostezó profundamente mientras se sentaba en la orilla de la cama, rascándose los ojos.

― ¿Vas a comer? Ya casi son la una de la tarde ―permaneció sin expresión mientras escondía las manos en las mangas de su yukata.

― Sí... ¿Tu ya desayunaste?

― Hace rato.

― Mm... Iré a comprar algo para preparar la comida entonces ―volvió a bostezar y caminó hacia su armario para elegir qué vestir.

― Tú madre llamó ―soltó el abuelo de repente. Ella se detuvo de inmediato pero no lo miró.

― ¿Qué dijo?

― Volverá a Japón dentro de unos días ―el hombre estaba tenso, su hija no era particularmente atenta con su nieta, ya hace más de un año que no estaba en casa.

― Mm... ¿Se quedará aquí? ―preguntó ella fingiendo desinterés, la relación con su madre era complicada pero ya estaba acostumbrada.

― También es su casa después de todo.

― Um, claro ¿te dijo por cuánto tiempo? ―eligió un vestido simple de color carmín y unas sandalias negras, lo dejó sobre la cama. Seguía sin mirar a su abuelo.

― No, ya sabes cómo es ―el abuelo la seguía con la mirada, preocupado. Se hizo un silencio.

― ¿Qué vas a querer de almuerzo? ―preguntó después de un rato sonriendo como si nada.

― Gyudon ―repuso el hombre mostrando todos sus falsos dientes en una amplia sonrisa juguetona, ella también sonrió.

― Okay~


Mientras tanto, en unas canchas de la ciudad, Echizen había sido engañado por su padre para enseñarle tenis a la nieta de la entrenadora Ryuzaki y su amiga Tomoka. Estaban practicando golpes sencillos contra una pared mientras él las observaba con desinterés pero corrigiéndolas de vez en cuando. Sakuno admiraba el control que tenía su amiga pese a no practicar el deporte con frecuencia como ella, pero no se sintió desanimada y prometió esforzarse para demostrarle a su príncipe de lo que era capaz. Se preparó mentalmente y golpeó la pelota pero con tanta fuerza que fue a parar lejos de donde estaban. Se apresuró a ir por ella sola.


Tomoe iba de regreso a su casa con las compras, todavía algo somnolienta, se detuvo en el cruce y observó como una madre iba de la mano con su hija y la miraba tiernamente. Su madre nunca la había mirado así, siempre había sido con resentimiento o desinterés; debido a su trabajo, pasaba mucho tiempo fuera de casa y aunque le enviaba dinero todos los meses para sus gastos, la verdad nunca había sido amorosa con ella. Suspiró con mucho pesar y avanzó cuando la luz dio verde. Por una vez en su vida, le gustaría experimentar esa clase de amor desinteresado y protector. Las imágenes de Syusuke y Tezuka se le vinieron a la mente. Aún no podía creer que estuviera en ese dilema con sus amigos de la infancia, estaba segura de que quería mucho a Syusuke porque se conocían de niños y nunca lo vio como un prospecto amoroso... Bueno, no desde que había empezado a sentir cosas por Tezuka. Todavía le parecía impresionante el nivel de ternura y dulzura que le había mostrado a ella cuando estaban a solas, nunca se lo imaginó de esa manera. Suspiró agobiada otra vez y abrió la puerta de la casa.

Yudan sezu ni Ikou!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora