Un momento con:

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Sakurano Haruka


Su largo cabello azabache sujeto en una coleta alta ondeaba con la brisa de aquella mañana mientras se dirigía a la peluquería en el centro. Miró la hora en su teléfono, apenas eran las 10 y su cita era a las 11, frunció el ceño al ver que Jin no le había contestado el mensaje de la noche anterior... «¿En qué andará este tipo ahora?» pensó un poco resentida. Haruka era consciente de su acercamiento a ese chico había sido para vengarse de su club cuando perdió la titularidad. Se había enterado el altercado que había causado por aquel entonces antes de los Regionales y aún estaba sentida por haber sido desplazada de esa manera tan deshonrosa del puesto por el que se había esforzado tanto. Apenas toleró cuando supo que no había sido elegida Capitana pese a su expertiz y no le cabía en la cabeza cómo habían seleccionado a alguien tan cabezahueca como Yoshimitsu. Suspiró resignada. Al menos aquella rubia era buena deportista y no lo había hecho tan mal, aunque seguía creyendo que si ella fuera la capitana, el equipo sería más agresivo y se hubieran ahorrado todos los dramas que habían acontecido hasta ahora.

Pero un día, viendo una película clásica de samuráis -que eran sus tramas favoritas, comprendió más o menos algunas cosas. La idea de usar a Akutsu para perturbar al club, aprovechando su fiereza y falta de consideración a las mujeres le parecía brillante, solo era asustarlas un poco y que reconsideraran su expulsión una vez le suplicaran que por favor controlara a ese chico para que las dejara en paz pero... El monstruo de Yamabuki no había resultado tan terrible una vez que aprendió a conocerlo. Incluso era un poco ingenuo a veces y aunque ella se aprovechaba de eso para salirse con la suya, el sentido de honor que los hombres y mujeres defendían tan arduamente en el pasado, atentaba totalmente con sus egoístas intenciones. No es que considerara a las demás miembros del equipo mejores que ella, definitivamente no, pero no eran malas chicas... Si dejaba un poco de lado su ego, había perdido honestamente contra esa mocosa de cabello azul. Tampoco le agradaba esa idea, la había subestimado y pagó caro el precio.


– ¡Sakurano-san! ¡Bienvenida! –le saludó sonriente la chica del salón cuando ingresó.

Era uno de los mejores salones de la ciudad, su madre también lo concurría desde muy joven y la calidad no había disminuido ni un ápice. Menos mal su padre, que era muy consentidor con ella por ser hija única, le permitía estos gastos adicionales a su mesada para que "fuera feliz".

Haruka le sonrió de vuelta y tomó asiento en los cómodos sofás para esperar su turno, sacó una de las revistas de moda y comenzó a hojearlo despreocupadamente, aunque seguía inmersa en sus pensamientos.

– Estúpido Jin, aún no me contesta  –se quejó mirando otra vez la pantalla del teléfono sin notificaciones.


Desde aquella reflexión, Haruka decidió regresar al club, a pesar de no estar convencida de relacionarse con ellas. Para los partidos de ranking cuando se enfrentó a Naoki, estaba molesta por una discusión que presenció entre sus padres esa mañana, ofuscada y dolida por eso y sus propias frustraciones deportivas, terminó desquitándose con ella sin piedad. Era consciente de que se le había pasado la mano y realmente quería disculparse, pero ya la habían tachado de villana en el club y no sabía cómo revertir esa situación. Nunca había sido un elemento predilecto entre las otras chicas por su actitud un poco soberbia pero tampoco merecía que la excluyeran de esa manera por pequeños malentendidos... ¿Cómo actuaría Sanada Hiroyuki[1] ante un personaje así?

– ¿Qué va a hacerse hoy, Sakurano-san? –preguntó la estilista, aún sonriéndole simpáticamente a través del reflejo en el gran espejo.

– Me gustaría un masaje y un desflecado suave... Conservando el largo, nada extraordinario –respondió ella algo distraída, asimilando la discreción cómo una actitud que quizá debería adoptar en su intención de relacionarse mejor con las chicas del club.

Yudan sezu ni Ikou!Where stories live. Discover now