Capítulo 7

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Nefilines
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Salió de la iglesia en llamas. El fuego consumía todo a su alcance. Llamas infernales que solo cederán hasta que Crowley deje de sentir que su alma está en pena.

Subió al Bentley asegurándose que Saxa estuviera, dentro de lo que cabe bien.

—¿Cómo está la niña?— preguntó mientras le tomaba el pulso a la chica.

—Está bien. No le hicieron daño

—Tenemos que llevarla a un hospital— se gira y enciende el Bentley.

Conduce como loco desquiciado rumbo al hospital, para su suerte, las calles estaban totalmente vacías. Y milagrosamente todos los semáforos estaban en verde.

Muriel no le quitaba la mirada de encima, estaba muy confundida y angustiada por toda la situación. La iglesia se había prendido en llamas y él había salido de ahí completamente ileso.

Entre los claros de la carretera, la luz le pegó de llenó a Crowley permitiéndole a Muriel apreciar la sangre salpicada en sus manos y rostro. El pequeño ángel abrió los ojos horrorizada.

—¿Qué fue lo que hizo?— Crowley apenas se dió cuenta cuando escuchó a Muriel bastante alterada.

—Alguien tenía que hacer algo. Él era un hombre malo y yo castigo a los hombres malos— respondió ocultando mucho de la verdad de Muriel, no creía que su mente infantil pudiera entender.

Entró a la sala de urgencias con Saxa entre sus brazos. No quería preguntas, no iba a responder preguntas, solo quería que la atendieran lo más rápido posible.

Al entrar, por un milagro ya los estaban esperando, los médicos y enfermeros se acercaron para colocarla sobre la camilla, se adentraron entre los pasillos del hospital mientras se gritaban los unos a los otros términos médicos que Crowley no deseaba entender en este momento. Sólo los vió desaparecer detrás de la puerta mientras él y Muriel esperaban con la bebé en la sala de espera.

Fueron las horas más largas de Crowley, desearía poder adelantar los minutos, desearía ser el amo del tiempo, pero aun siendo muy poderoso el tiempo seguía siendo inalcanzable para él.

—Muriel, ¿por qué no vas a la librería y llevas a Persi contigo? Ella debe descansar

—Creo que ella quiere estar con usted— murmuró acercandole la niña a Crowley.

Él tomó a la niña en sus brazos y le sonrió, triste. Había forjado un vínculo con Saxa, después de todo el dolor y sufrimiento por el que ha estado pasando, esa niña era su rayito de sol, era la curita de sus heridas, y deseaba protegerlas a toda costa. Con este suceso solo lo hacía sentir fracasado.

—Familiares de Saxa Davies

Crowley se puso de pie y se acerca a él dando zancadas. Su corazón se aceleraba con cada respiración, su alma no podía estar tranquila, la incertidumbre le apretaba el corazón.

—Hola señor. Su...

—Sobrina— menciona Crowley.

—Ella está estable, hubo una laceración de segundo grado por lo que tuvimos que colocar dos puntos. La enfermera le dará indicaciones para su pronta recuperación

—¿Y el bebé?

—Ese pequeñito es todo un guerrero. Está en perfectas condiciones. Podrá llevarlos a casa por la mañana, esta noche lo mejor será que la tengamos en observación

Crowley sintió que le devolvían el alma al cuerpo. Soltó un suspiro y volvió a tomar asiento. Se quitó las gafas y masajeó sus párpados.

—¿Qué pasará con la iglesia?

Elígeme a mi {Aziracrow}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora