Capítulo XXIII: Oye, Siri

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Nota de autora: hola, amor, solo quiero decirte que este capítulo hace mención a delitos de carácter sexual (abuso, viol...), llegando a incomodar y teniendo potencial de generar malestar, por lo que una vez más te pido que seas prudente y conozcas tus límites, si se vuelve demasiado, simplemente baja hasta pasar de ello y continuar con la narrativa de la historia. Tu paz y salud mental está por encima de cualquier capítulo. Besos.


Capítulo XXIII: Oye, Siri

Dakota


La horrible oración permanece durante largos segundos en la pared o al menos eso creo, porque el shock me tiene paralizada mientras las lágrimas ruedan por mi rostro.

Entonces se vuelve negro y luego hay torsos desnudos, máscaras y risas.

Hay un gemido débil parecido a un lamento y el ángulo cambia porque se enfoca sobre una mesa a una chica siendo atada, su cabello está sobre parte de su rostro y parece que no puede moverse mientras sus ojos permanecen abiertos y unas pocas lágrimas se le escapan.

Su boca se abre como si deseara hablar, pero la baba corre por su barbilla al no tener control sobre su lengua.

Me siento paralizada, quiero correr, pero no puedo.

Oh, no llores, la pasaremos bien, es nuestra propia fiesta —dice uno de ellos y su voz está alterada para sonar distorsionada e irreconocible.

Por alguna razón el ángulo de la cámara cambia para enfocarlo desde abajo, dando la perspectiva de cómo ella la veía y aunque la máscara cubre la mitad de su rostro hasta su nariz, hay tanta malicia y perversión en sus ojos que es difícil de ignorar.

Si, toda esa baba está pidiendo mi polla —dice esta vez, sonriendo y con esos ojos fijos en la cámara, en ella.

Alguien tira de la camisa de ella, rasgándola. Hay más risas.

Alguien saca una navaja cortando parte de su pantalón y también su piel en el proceso.

Alguien la golpea, la azota con un cinturón mientras otro la pellizca, la muerde, la manosea e inflige más dolor. Y gotas de sangre corren por su piel, cayendo sobre la mesa.

Hay demasiados ángulos.

Ellos son demasiados.

Ellos son unos monstruos.

Mi cuerpo finalmente retrocede y caigo de culo sobre el suelo, pero ni siquiera registro el dolor mientras, de rodillas, me inclino hacia adelante, me tapo las orejas y me encojo hasta ser un ovillo.

Estoy llorando, puedo registrarlo por la humedad en mi rostro y no sé qué murmuro, pero no quiero mirar ni escuchar nada de lo que se proyecta.

El sonido de los parlantes incrementa como si estuviese en una sala de cine y mis susurros se vuelven gritos queriendo callar el sonido de la macabra proyección.

Mira como la toma, tan codiciosa. Ahora vemos porque le gustas tanto ¿Eh?

Voltéala.

El chasquido de un golpe suena y más risas.

¿Quieres jugar tenis con su culo?

Las conversaciones son asquerosas e inhumanas, chasquidos, golpes, gemidos y gruñidos, burlas... Y yo grito queriendo acallarlo.

No lo miro, pero lo escucho.

Escucho la manera en la que destrozan a Lindsay Hoffman.

Mira como la toma, apuesto a que quiere más. Sí, mírame ¿Quieres que pare? Si me lo pides te prometo que me detendré —Más risas—. Oh, parece que te gusta porque no hablas, quieres que siga. Sí...

Negociaciones (#2 El Negocio)Where stories live. Discover now