|Capitulo 15|

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Salió del vestidor quince minutos después, las piernas aún le temblaban y las mejillas seguían incluso mucho más coloradas que al principio.

No fue capaz de levantar la mirada y unirla a la de la castaña, se sentía débil y expuesta y demasiado caliente para controlarse.

—. Te ves hermosa —, hablo llena de ternura y sinceridad, el vestido era de brillantes rojo mate, como una segunda piel hasta por encima de los muslos, solo el lado derecho con manga hasta la muñeca —. Me encanta —, rozo sus dedos con los de Itatí con toda la intención de hacerse sentir —. Lo fracturas, por favor —, hablo a la joven encargada que no se había ido en todo el rato —. Te ves tan preciosa —, le susurro con los labios sobre la mejilla sonrojada y tibia —. Ve a cambiarte, debemos ir a cenar —, la beso en los labios rápidamente con dulzura, la rubia solo asintió dejando sus labios entreabiertos yendo a cambiarse.

—. Estoy lista —, anuncio al salir del vestidor, Lucero ya tenía el vestido empaquetado sobre sus piernas, le sonrio y la siguió hasta la salida de la tienda.

—. ¿Qué quieres comer? —, pregunto al no saber a dónde ir, Itatí estaba callada y no entendía el porqué.

—. No tengo hambre —, respondió tranquila mirando sin mirar todo en su caminar.

—. Pero debes comer —, aseguró autoritaria en voz baja.

Quiso replicar al llevar su mirada al ámbar de la castaña, nego con media sonrisa y asintió, era tan débil ante ella.

—. Bien —, se rindió —. Pizza —, respondió sin pensarlo mucho.

—. ¿Pizza? —, pregunto asegurándose, la vio asentir y sin replicar camino llevándola a la pizzería —. ¿Por qué tan callada? —, pregunto segundos después.

—. Porque me dejaste muy sensible —, respondió en un murmullo con dobles intenciones, la castaña solo río bajo ante la respuesta.

—. No eres la única afectada —, confeso con las mejillas coloradas, Itatí sonrio satisfecha de lo que escucho y siguió caminando.

—. ¿Qué tal la galería? —, pregunto en insistencia por no dejar el silencio invadir el momento.

—. Bastante bien para el tiempo que llevo ausente —, respondió tranquila —. Deje personas muy eficientes en si trabajo —, Lucero solo asintió escuchándola.

—. ¿Y a ti? —, pregunto desviando la mirada a los lados, se arrepintió al formular esa pregunta y tener la escena del medio día en su mente como fuego.

—. No puedo decir lo mismo —, respondió desviando la tensión incómoda a otro lugar —. A una semana del lanzamiento de chamarras se descubrieron fallas en los hilos.

—. Llevas meses tras eso, ¿qué pasó? —, pregunto interesada en el tema.

—. Eso mismo me pregunto yo, hasta ayer todo estaba perfecto y hoy, bueno salió esto —, dejo el tema zanjado con aquel gesto de labios torcidos, al menos ya habían llegado a la pizzería.

—. ¿Pepperoni, napolitana? —, cuestino mirando los ojos de Lucero sin siquiera ver el menú, ella tenía claro cual era su favorita.

—. Napolitana —, respondió segura al llegar a la mesa del fondo, ninguna quería ser el centro de atención de nadie que no fueran solo ellas mismas.

—. Perfecto —, respondió con una sonrisa enorme.

Itatí fue a hacer el pedido, para Lucero se estaba demorando más de lo debido pero la dejo, tal vez había mucha gente.

Analizo lo que estaba ocurriendo, hacia unas horas la había descubierto en una momento vergonzoso y todo el día había desaparecido para no verla y ahora, ahora actuaba como si nada hubiera ocurrido.

Quería entenderla y saber cómo manejar las cosas, pero Itatí se la ponía muy difícil con su comportamiento.

—. En que piensas —, escucho sobre su mejilla, los labios estaba fríos y húmedos.

—. En ti —, respondió girando un poco para rozar sus labios, quería besarla pero no podía arriesgarse a tanto.

—. Ten —, le extendió un vaso lleno de refresco y hielo.

—. Quieres engordarme —, dijo abriendo sus ojos quejosa.

—. La próxima vamos por sushi —, respondió encogiendo sus hombros, vio el gesto de asco resumido en su nariz arrugada y río —. Entonces la pizza siempre es buena opción —, satisfecha bebió de su refresco.

—. ¿Quién irá contigo mañana al evento? —, pregunto cuando el mesero desapareció de su vista.

—. Susana —, tomo un trozo de pizza y lo llevo a su boca, de la nada su apetito era voraz.

—. ¿Tú? —, cuestionó con la servilleta tapando sus labios.

—. Planeaba ir sola y esperarte —, tomo un trozo de pizza pensativa.

—. ¿Y ahora? —, curioso.

—. Con Manuel —, respondió incómoda engullendo su pizza, odio hablar de él en un momento tan suyo y de ella.

—. Comprendo —, respondió seca bebiendo de su refresco.

—. ¿Luego que harás? —, pregunto con interés y una mirada sugestiva, quería saber su había algún plan o ella podía ser el plan sin serlo del todo.

—. ¿Por qué? —, devolvió la pregunta llena de risa, Lucero se encogió de hombros viéndola con fingida inocencia.

—. Tal vez —, se mordió el labio inferior soltandolo suavemente para luego reír bajito.

—. No tengo planes —, respondió entretenida en los labios levemente manchados de salsa, tan apetecibles.

—. Yo tampoco —, respondió con una caricia furtiva en la mejilla de Itatí —. Nos vemos después del evento —, aseguró dejando la pizza a un lado, ya estaba llena.

—. ¿Mi casa? —, pregunto, dejando a un lado la rebanada de pizza, la mitad de un trozo la había llenado por completo.

—. Sí, pero come —, respondió observando que no había comido lo suficiente.

—. Por favor —, suplico con gesto dolorido —, estoy bien así.

—. Solo esa, nena —, pidió con una leve sonrisa, tomando el trozo y llevándolo hasta su boca, la rubia mordió a regañadientes sintiendo la pizza como plástico en su boca —. Uno más y ya —, aseguro para que Itatí engullera solo poco más y dejara un cuarto de rebanada.

Asintió y comió evitando expulsar todo lo engullido.

Orgullosa sonrio al comer lo prometido, bebió un poco más de su bebida y salieron en completo silencio al parqueo.

—. Llueve —, la sorpresa estaba en su voz, la tormenta torrencial las había agarrado desprevenida a ambas.

Se miro la ropa, ella llevaba un suéter bajo su chaqueta, Itatí solo una blusa fina.

—. Toma —, le tendió su chaqueta, con duda la tomo y se la colocó, de cualquier manera Lucero se mojaria más que ella.

Caminaron con rapidez bajo la lluvia, debían irse pronto.

—. Sígueme —, grito Lucero al llegar a los autos, Itatí solo asintió subiendo a su auto siguiendo el de Lucero.

¿Es un secreto? ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora