XI

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Nico abrió los ojos lentamente su cuerpo ya no le dolía como antes, aún seguía sin entender qué había pasado. — Tranquilo, no te levantes, solo abrirás tus heridas — dijo nuevamente la chica impidiendo que pudiera ponerse de pie.

— ¿Dónde estoy? — preguntó Nico.

— Estas en mi isla, mi nombre es Calipso — dijo la joven esbozando una fugaz sonrisa mientras le daba un vaso de agua.

— ¿Cómo es qué llegué aquí? — preguntó Nico mientras se recostaba en su cama.

— Fue gracias a un robot de Hefesto, afortunadamente tus heridas no fueron de gravedad — explicó Calipso ayudando al joven a tomar asiento.

— Necesito regresar — dijo el joven intentando ponerse de pie, pero fue impedido por la chica. — Tengo que prevenir al campamento, un ejército de monstruos los atacará.

— Tú no puedes irte — dijo Calipso impidiendo que el joven pudiera ponerse de pie.

— No lo entiendes — murmuró Nico molesto, — No puedo abandonar a los campistas.

Pero nuevamente Calipso se lo impidió, — Sé lo que está pasando — dijo ella tranquilamente, — Pero no puedes estar de pie sin que se te abran tus heridas.

Nico resopló molesto mientras se recostaba nuevamente en la cama, no le agradaba para nada aquello, de tan solo pensar en todos los semidioses que podrían correr peligro mientras él simplemente se quedaba a descansar. — No tienes por qué culparte — dijo Calipso mientras limpiaba una de sus heridas.

— Es injusto — murmuró Nico molesto.

— Solo descansa, te prometo que te ayudaré en todo lo que pueda — dijo Calipso con voz tranquila, esperando tranquilizar al joven.

Un chasquido se escuchó afuera de la cabaña alertando a los dos jóvenes, Calipso tomó la espada de Nico para después caminar lentamente en dirección a la salida. El hijo de Hades se puso de pie con dificultad, — La usaré yo — dijo Nico mientras le arrebataba la espada a la Calipso.

— ¿De verdad creen qué me pueden vencer con una simple espada? — dijo Ananké entrando tranquilamente en la cabaña. Nico de inmediato se colocó frente a la joven, después de todo se sentía culpable de que la Primordial estuviera ahí.

— Tú no eres bienvenida en mi isla — dijo Calipso tomando unas tijeras para defenderse.

— No deberías de estar tan molesto niño, después de todo hice que llegarás aquí donde te podrían cuidar — dijo Ananké tranquilamente.

— No creeré otra ves en tus mentiras — dijo Nico sin bajar su espada.

— Te quería alejar de la misión, una vez que entrarás en el pozo no habría podido defenderte — dijo Ananké sin dejar de sonreír.

— Vete de mi isla — dijo Calipso colocándose enfrente del hijo de Hades.

— Tú hermana sigue con vida — dijo Ananké de pronto. Nico dejó caer su espada al suelo sorprendido de aquella revelación.

— Eso no es cierto — dijo Nico con los ojos llenos de lágrimas, lo que solo logró que la Primordial sonriera.

— ¿Acaso has vuelto a ver a Cronos después de la desaparición de tu hermana? — preguntó Ananké esbozando una sonrisa. — Mi marido necesita a ellos tres para cumplir con su plan.

— ¿Y ahora simplemente quieres ayudarnos? — preguntó Nico observando con furia a la Primordial.

— Lo único que necesito es frustrar el plan de mi marido — dijo Ananké tranquilamente, — Solo necesito que algún hijo de los tres grandes me ayude a frustrar lo que planea mi marido.

Percy Jackson el Héroe de la Caza Where stories live. Discover now