XIII

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Percy se quedó algunos minutos inmóvil en su lugar intentando no vomitar, como odiaba aquella sensación, — ¿Dónde Hades estoy? — murmuró el chico observando a su alrededor en un intento por encontrar a su hermana, pero para su mala fortuna ya no se encontraba en el Inframundo, ahora estaba en aquel bosque sin alguna señal de alguien cerca y lo que más le preocupaba era que no tenía ni idea donde podrían estar Thalia y Bianca. Aunque al observar con más detalle aquel lugar, temió que nuevamente estuviera en el pasado, los cielos se veían completamente azul, sin algún rastro de contaminación.

Después de pensarlo por unos minutos el chico se quitó su chamarra y la uso para con ella hacer una especie de mochila donde guardo su playera. Al menos hasta que logrará averiguar dónde estaba era mejor andar con cuidado, caminó alrededor de diez minutos sin encontrar a nadie, algo que puso aún más nervioso a Percy. El chico esbozó una fugaz sonrisa al encontrar un pequeño arroyo, pero más importante un árbol lo suficientemente grande para darle un poco de sombra, aquel día era extremadamente caluroso. Una vez ahí se quitó su camisa y se limpió el sudor que corría por su rostro, no entendía cómo es que hacía tanto calor en aquel lugar y con esas condiciones no le agrada mucho la idea de seguir caminando y más aún sin saber a dónde se tendría que dirigir, pero a pesar de todo eso estaba preocupado por Thalia, no se perdonaría si algo le pasaba a la chica.

— ¿Dónde Hades estoy? — murmuró el joven con desesperación, ahora más que nunca le urgía encontrarse con el Primordial y que esté le dijera a donde tenía que ir, no podía perder tiempo.

El chico de inmediato se puso de pie al escuchar el sonido de un caballo acercarse, al voltear a su izquierda observó al caballo en el cual venía una joven. Percy se mantuvo oculto quería primero averiguar dónde estaba antes de hablar con algún desconocido, la chica se acercó hasta el arroyo, — Algo anda mal — murmuró Percy, desde que había llegado aquel sitio a descansar no se había percatado de la situación de aquel arroyo, podía ver el rastro de algunos peces muertos pero lo más extraño eran las burbujas que emanaba del agua, algo que también pareció alertar al caballo el cual se ponía más nervioso conforme se acercaban al arroyo, hasta que en un intento por alejarse del sitio la joven perdió el control del animal y cayó al suelo mientras el caballo se alejaba de aquel sitio. Al mismo tiempo una docena de pájaros que se mantenían en el árbol emprendieron el vuelo, intentando alejarse de aquel sitio.

Percy de inmediato corrió a donde estaba la joven aún en suelo para intentar alejarla del arroyo, — Vamos, hay que irnos — dijo Percy ayudando a la chica a ponerse pie, unos segundos después un ligero temblor cimbró la tierra, pero aun así Percy se mantuvo de corriendo, al echar la mirada hacia atrás se percató que el árbol donde hace unos momentos había estado escondido había desaparecido, ahora solo estaba un enorme hoyo.

— ¿Te encuentras bien? — preguntó Percy observando a la joven.

— Si, gracias por ayudarme — respondió la chica, observando el hoyo. — ¿Qué ha pasado?

Percy se quedó en silencio, desde que había aparecido en aquel sitio, se percató de la enorme montaña, aunque hasta ese momento no le había prestado mucha atención, de inmediato recordó su entrenamiento que había tenido con Atenea. En la cima de la montaña podía ver como humo salía de está y no le agradaba para nada aquel presentimiento, — ¿Estamos en Pompeya? — preguntó Percy, temiendo la respuesta que le daría la joven.

— No — respondió la chica notando la mirada de alegría del joven.

Percy esbozó una sonrisa nerviosa pensando de lo que se había salvado y que solo fueron imaginaciones suyas, — Estamos en Herculano — añadió la joven esbozando una sonrisa sin notar la mirada de miedo que tenía el chico. Percy sintió un escalofrío recorrer su cuerpo mientras observaba fijamente al volcán.

Percy Jackson el Héroe de la Caza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora