II: Capítulo 5

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Atravesando la puerta de la solitaria y fría casa, suspiró. En definitiva, era demasiado espacio. A veces se preguntaba como había sido tan estúpido de caer en los deseos de Soo Hyung, cuando claramente iban en contra de su propia voluntad. Con el pequeño de reflejo de la luna a través del ventanal, observó las sombras de todos los objetos caros que no hacían nada por llenar el vacío que albergaba su corazón cada vez que entraba. Llegó hasta su cama y se quitó toda la ropa, lanzándose agotado. Cuando por fin creyó que el sueño vendría por él, su cerebro caminó siete años atrás con dolorosos recuerdos.

Hace 7 años...

El dolor era tan grande que pensó que no sería capaz de soportarlo, llegaba hasta cada rincón de su cuerpo, destruyendo todo a su paso, cubriendo cada centímetro de forma implacable, enterrándolo en un fuego y vacío desgarrador, demasiado profundo y fuerte para pensar que lo aguantaría. ¿Podría sobrevivir a esto? ¿Debería hacerlo? Con cada célula ardiendo, rodó en la cama expulsando un grito lacerante, su lobo aullaba intenso y melancólico. O tal vez era él, difícil reconocer su propia voz a este punto.

Su cuerpo reflejamente se encogió a medida que el sonido lastimero aumentaba, provenía de todas partes, cada pequeño lugar, las lágrimas fluían como un riachuelo mientras su voz continuaba rompiéndose, las sábanas frías no hacían nada por controlar el fuego, el dolor. Todos sus sueños derrumbados en un parpadeo, dejando derrota, resentimiento y fracaso. Había fallado a su omega, a su pequeña e incipiente familia, a sí mismo. No había sido capaz de ser un alfa que cubría lo necesario y ahora estaba pagando las consecuencias.

Su corazón despedazado luchaba por continuar, aunque su voz ya no fuera capaz de mantenerse al día con su dolor, cada trozo calcinado continuaba ardiendo a fuego lento, mostrando en su cabeza la felicidad y todas aquellas fantasías que no llegarían a ser, ya nunca más. Faltó a su promesa de hacerlo feliz, tan mal que su amado omega buscó a alguien más, otro lugar donde ser feliz.

La oscuridad de la habitación se apoderaba de él, lentamente, sin traer ni una gota de paz o remota calma, penetrando en aquellos ojos que ya no lograban ver la luz, que ya no deseaban continuar un latido o respiración más. Ingenuo, se preguntó porque la madre luna lo castigaba de esa forma, pues fruto de la traición del hombre que amaba crecería un cachorro.

En medio de la bruma se preguntó ¿Qué haría ahora? ¿Podía continuar a pesar de que no quedara nada en él? Todo sería más fácil, mucho más sencillo si solo pusiera al viento las cenizas de lo poco que había, de esos sueños rotos y de esa esperanzas inexistentes, volaría hacia la muerte, sin remordimiento, sin dolor. Sintiendo el ardor en su garganta cada vez más fuerte, buscó en la cama la olvidada botella, la acercó a sus labios, tomando un trago seguido por la intensa tos, las arcadas y el asco, continuó tragando hasta que la noche lo consumió por completo y por fin fue capaz de adormecer su dolor.

Despertó horas después a causa del pitido de su celular.

— ¡Joder! ¡Cállate de una puta vez! — gritó al aparato.

Su cabeza se sentía pesada, las náuseas atacando en cada movimiento, la escasa luz que entraba en la habitación de hotel siendo infinitamente molesta. Sus labios secos, acompañado a la apabullante sed, se apoderaron de él, mientras el aparato no dejaba de sonar. Se acercó en un intento de apagarlo viendo la notificación.

Cita con urología 16 hrs. Llegar puntual.

— Maldita mierda — murmuró.

Se arrastró por la cama y cayó torpemente al suelo, lanzando múltiples insultos ante el dolor físico. Gateó a hasta la ducha luchando con el líquido que escalaba rápidamente por su garganta.

Luego de la fría ducha, se vistió, sintiéndose menos como una persona y más como un zombi, funcionando en control remoto ante la dolorosa realidad que lo acorralaba.

— Porque lo hiciste Jimin — susurró para sí mismo con tristeza, al ver su fondo de pantalla donde aparecía el menor con sus cachorros.

De manera extraordinaria había pedido permiso en el trabajo para asistir a aquella cita médica que confirmó sus mayores miedos. Mientras caminaba entre los árboles, tratando de desaparecer en su sombra, sus manos temblorosas sostenían la delgada hoja, que rápidamente se llenaba de sus lágrimas al leer

"Estéril"

Su corazón se esfumó por completo. El dolor tomó un tinte de rabia y su lobo se tiñó de rojo. Aquel maletín de trabajo donde mantenía sus papeles, ya no se sentía como una bomba de tiempo desactivada. Todos los sentimientos ardiendo en él lo llevaron a tomar aquella decisión, porque moriría si tenía que seguir soportándolo o tal vez ya estaba muerto y solo deseaba saltar al vacío en silencio.

Llamó a ese hombre que le desheredó y le negó su paternidad en cuanto se dio cuenta de que su hijo no accedería a un ortodoxo matrimonio arreglado. Ese que lo abandonó el día en que se enteró que Jimin esperaba a Daehyun en su vientre y se encargó de que cada maldita disquera del país le cerrara las puertas a su recién graduado culo.

— ¿Hola? — contestó la voz gruesa y ronca — ¿Yoongi?

— Pa...padre — chilló inevitable. Se escuchaba como un alfa derrotado y moribundo, acercándose lentamente a una ansiada desaparición.

El hombre carraspeó. — ¿Qué quieres? ¿No te advertí que jamás llamaras de nuevo mientras estuvieras con ese...

— Yo... necesito... salir del país — interrumpió, entretanto su cuerpo comenzaba a temblar y arder todo de nuevo.

En medio de la gran oficina, con una excelente vista de Seúl, Min Hwan arrugó el entrecejo. — Sabes mis condiciones Yoongi, nada será tuyo mientras ese omega...

— Lo he dejado — aseguró afligido.

El alfa suspiró — Esto no puede ser cosa de una noch-

— Me ha sido infiel papá — se derramó dolorido — Está embarazado de otro alfa... yo no... no puedo... — sollozó desgarrado.

El alfa gruñó — No podrás retractarte de la decisión que estás por tomar.

— Solo... ayúdame por favor — rogó entre lágrimas.

— Ve al aeropuerto, enviaré los tiquetes, trabajarás para la sede americana.

— Gracias — finalizó colgando la llamada, cayendo al suelo por la fuerza y profundidad de su dolor, en tan solo minutos recibió el número de los tiquetes, tomando un bolígrafo anotó en su mano, lanzando el maldito recordatorio de su dolor por el desagüe más cercano, sin saber que Jimin le llamaría hasta el amanecer. 


¡Hola! Lamento de múltiples formas lo mucho que me tardo en escribir. Trataré de mejorar, pero no prometo nada. Recibo todas sus quejas y reclamos por aquí. ¡Gracias por seguir leyendo! ¡Un abrazo grande! 

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⏰ Última actualización: Sep 24, 2023 ⏰

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