Alastor Moody me invita a una birra en Cabeza de Puerco

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Los días pasaron excepcionalmente lentos hasta el sábado: me gané alguna que otra regañina de Snape, flirteé con Theodore mientras estudiábamos en la biblioteca, hice mis deberes y de vez en cuando di un paseo por el castillo con Ali, Belén, Tere y Ari. El suceso más excepcional ocurrió cuando en el desayuno de hoy mi amigue Ravenclaw nos contaba con dramatismo que había abandonado adivinación.

—¡Es que no sigue ninguna lógica ni fundamento! Una cosa es Ali y sus cartas del tarot que siempre aciertan: eso tiene una simbología y cierto procedimiento a seguir. ¡Pero la profesora Trelawney es imposible!

—Y no es le únique que piensa lo mismo —dice el susodicho—. Al parecer Hermione Granger, una alumna de Gryffindor famosa por ser amiga de Harry Potter, también lo dejó y montó un pollo el año pasado. No sé cómo sigue dando clase.

Nos quedamos pensando por un momento cuando Pansy se acerca a nosotras. Es la única de su casa que lo hace, el resto a no ser que estemos Ali y yo en solitario no se suelen acercar.

—Porque le pasa la maría a Dumbledore —todas la miramos sorprendidas y mi amigue le alzó una ceja—. ¿Qué? Seguro que se ponen hasta arriba en los invernaderos. Pero no te preocupes, Tere —la consoló con una sonrisita de suficiencia—, tu análisis de los fundamentos de la adivinación fue una salida mucho más madura que la de esa Granger, que se puso a lloriquear. Leona tenía que ser —dijo con desprecio.

—Oye, Pansy —preguntó Ali con falsa seguridad, aunque el tono tambaleante de voz le delataba ante alguien que le conociera como yo—. Como ahora hay un hueco libre en mi mesa, ¿quieres venirte?

—Bueno, la verdad es que estoy con Draco...

Parecía que mi amigue quería acercarse más a su compañera de cuarto, así que hice lo que toda amiga hubiera hecho: empujarlo de cabeza a la piscina.

—¿Con el malfollado de bote? —me burlé, inclinando la cabeza en un gesto despectivo—. A ver, no está mal si quieres empollar, pero Ali domina el tarot. Además —dije, preparándome para la mirada asesina que estaba por venir—, habla un montón de lo lista que eres. Creo que te valoraría más.

Tal y como había anticipado, el slytherin se coloró hasta las orejas como si estuviera listo para ser cosechado de un huerto.

—Eh... Yo... —balbuceó.

—¿Lo dice en serio? —se giró Pansy con rapidez, acercándose a elle.

—Pues claro —dijo una vez recobró la compostura—. ¿Quién si no me ayudó tanto con el ensayo sobre la revuelta de las sirenas? Tienes una mente tan inteligente como para entrar en Ravenclaw, lo que pasa —susurró con fanfarronería— es que el sombrero te puso en la mejor casa.

—Gilipolleces —respondí.

—¡Paparruchas! —exclamó Tere.

Seguimos hablando hasta que la torre del reloj nos sorprendió con sus campanadas que indicaban el final de la hora del desayuno.

—Tengo que irme ya —anuncié—. He quedado con Moody a las diez en Hogsmeade y mientras llego se me va a hacer la hora.

Me despedí de mis amigues y fui a la sala común a por mis cosas. Cogí mi autorización de salida, dejé la túnica en el armario para ir más casual y me miré un momento en el reflejo de mi espejo. Mi uniforme tenía un toque atrevido: encima de la camisa y la corbata llevaba un top negro ajustado de tirantes y la falda tenía las tablas cosidas hasta la cadera para ceñirse más a mis piernas. Unas medias negras aportaban el punto sexy restante, y agaché la cabeza para asegurarme de que no tuvieran carreras. Me alboroté un poco el pelo con las manos y revisé que estaba todo preparado: me había metido pergaminos, la pluma de águila y tinta en la mochila la noche anterior, pero nunca estaba de más revisar una última vez.

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⏰ Last updated: Sep 24, 2023 ⏰

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Tú a Hogwarts y yo a BeauxbatonsWhere stories live. Discover now