Día 16: ¿cómo te gusta el café?

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Su vida había perdido sentido desde hace mucho tiempo. Desde que dejó a su familia en Guadalajara para seguir estudiando en otro lado con la excusa de que su primera carrera no era lo suyo, sólo para toparse con la terrible realidad de que la segunda tampoco lo era, pero igual decidió terminarla porque "ya era mucho".

Desde que decidió entablar amistad con aquel enano con TDAH no diagnosticado y familia disfuncional, que éste terminara adoptándolo como su figura de autoridad más próxima y luego introdujera a su novio en aquella extraña dinámica carente de lazos reales.

Desde que no opuso mayor resistencia cuando lo casaron con un extraño -remarcando: hombre- para un polémico programa mediático siendo parte del periodo piloto; un conejillo de indias con el que verían si sería factible seguir consiguiendo a 6 desesperados para emparejarlos y hacerlos conocerse en 30 días.

Pero la peor pérdida de cordura de todas fue aceptar que aquel extraño, que ya no cabía en la definición de extraño, durmiera en la misma cama que él luego de soñar que se lo estaba tragando en el mismo mueble. Sería algo de lo que conversaría con su psicóloga si tan sólo no se hubiera dado de alta por su cuenta.

Se despertó antes que su alarma y ya no pudo cumplir con el 5 minutos más. A su lado derecho estaba su esposo. Dormía con el pecho y abdomen pegados al colchón, con los brazos escondidos debajo de la almohada. Se preguntó si no le dolería el cuello o la espalda después, pues parecía -como la noche que lo acompañó en su cuarto- que ya que encontraba la posición para descansar, no se movía más de ahí.

La cara dando hacia él, siendo la mitad cubierta por su brazo. Tan quieto, tan apacible que se veía que no lo creía capaz de haberse afanado las frazadas que al inicio los protegían a los dos y en algún punto del descanso pasaron casi en su totalidad al lado de Emiliano. No era invierno, así que no había motivos por los cuales reclamar.

Tan tranquilo que estaba dejando apenas escuchar su respiración quedita homogeneizándose con los cánticos de los pájaros que madrugaban antes que ellos. Hasta remordimiento le daba el saber que casi todos los días desde hace medio mes ha interrumpido esa imagen para que el protagonista de la misma le haga el desayuno.

Tan calmado, que en un arrebato de su hiperactiva mente quería lanzar al carajo la almohada que cumplía con el papel de ser la barrera física entre los dos para abrazarlo como esa sentimental madrugada de sábado y ver si la calidez de su presencia sustituiría la que le tendrían que dar mantas que Dibu se robó.

"Muy heterosexual de tu parte".

—¿Qué tanto me ves? —la rasposa voz de su fiancé le tronó la burbuja de paz mental en la que creía estar, admirándolo contra su voluntad pero sin querer despegarle la atención.

—Lo joto que te ves —parece que lo que medió antes de contestarte fue "rápido Guillermo, di cualquier mamada para evadirlo". Emiliano igual se rió bajito, aún con los ojos cerrados: no estaba diciendo mentiras—. ¿Ya estás despierto?

—Lo intento —se quejó dándose la vuelta para quedar con el rostro al techo—. Buenos días, por cierto —recibió una sonrisa ladeada de la que no se percató por seguirse tallando los ojos—. Ni ha sonado la alarma y ya estás vivo, ¿tanto te gusta el laburo?

—Bueno fuera —se fundió de nuevo al colchón con toda la pereza digna de un lunes, en un destanteo planeado por acercarse más al argentino—. No quiero ir a trabajar.

—¿Y así me querés mantener? —. Quien escondió ahora la risa entre la ropa de cama fue Guillermo.

—Ni así me convences.

Se callaron un rato. Guille ya no sabía cuánto tiempo faltaba para que sonara el despertador, pero en realidad no le interesaba por lo sereno que estaba el ambiente incluso de haber precedido una conversación irracional.

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⏰ Última atualização: Sep 26, 2023 ⏰

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Acepto, supongo || Dibu x OchoaOnde histórias criam vida. Descubra agora