Capítulo 7 | Pasado ¿pisado?

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Golpeteaba el dedo en la pantalla de mi celular a ver si por arte de magia encontraba un departamento nuevo, el que pudiera permitirme pagar

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Golpeteaba el dedo en la pantalla de mi celular a ver si por arte de magia encontraba un departamento nuevo, el que pudiera permitirme pagar. El trabajo que conseguí en mis vacaciones de mesera no me alcanzaba el dinero, se me iba rápido entre el tratamiento psiquiátrico de mi madre, las cosas básicas y aun así Maximiliano me ayudaba con algo solo porque me rogó que aceptara.

En un par de días entraría a la universidad y a la academia de policía, sería mi segundo año y todavía no decidía por cual área optaría, aunque siempre me atrajo psicología criminal también me gustaba estar en la escena del crimen investigando.

Vivía bien, eso era lo importante, pero desde que recibí la carta de Jasper no se detuvo, siguió enviando una tras otras, por esa razón necesitaba irme de esta casa. En este momento solo quería darle tranquilidad a mi madre, ella no podía enterarse de que Jasper nos había encontrado, así que no me quedaba de otra que demostrarle que todo estaba bien.

De repente sonó el teléfono, la llamada provenía de conserjería en la entrada del edificio y me dirigí a contestar.

—Señorita Heather, el señor Maximiliano está aquí.

—Bajo inmediatamente —contesté.

Colgué el teléfono y me eché un vistazo en el espejo, el maquillaje era lo único que me cubría las ojeras moradas de tanto haber llorado y de todas formas seguía resaltando un color más oscuro y la hinchazón rojiza de mis parpados, así que me los delineaba para convencerme a mí misma de que este periodo sería solo un recuerdo doloroso en mi vida.

Bajé por el ascensor y vi a Max cerca de la puerta, aunque él vistiera semi formal se veía elegante con todo, después de la última vez que le dije que no saldría con él vestido de traje porque se veía guapo y pensarían que era mi sugar daddy, se rio, fue la primera vez que lo veía reírse de esa forma, pero es que aún era adulto jovial, ni siquiera llegaba a los cuarenta años.

—¡Heather! —exclamó.

Estaba entusiasmado, y no es que no me gustara salir con él, le había prometido que al menos un fin de semana al mes lo haríamos para conocernos, pero era extraño y nada sencillo.

—Hola... Max —contesté acercándome para saludarlo.

El perfume que usaba era demasiado agradable, no era el mismo que usaba Izan, pero parecía que mi mente se esmeraba en relacionar todo hacia él aunque tratara de no pensarlo.

¿Cómo iba a ser capaz de olvidarlo? Si hasta sus gestos eran parecidos y su forma de actuar.

Nos dirigimos al auto, iríamos a comer y luego a ver a mi madre. Ella no quería que la viera en ese estado, adormitada, pero a Max le daba igual, no había dejado ni un dia en la semana de ir a verla, no se podía negar.

Tenía una tremenda curiosidad por hacerle preguntas, sin embargo me aguanté hasta que trajeron la comida, mientras tanto habíamos estado hablando del menú.

Snowland II El despertarМесто, где живут истории. Откройте их для себя