Capítulo 20 | Respira.

808 103 156
                                    

Puse a Zephyr entre la espada y la pared, no me di cuenta de que fui demasiado directo hasta que vi que sus mejillas se tornaron rojas y tartamudeó

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Puse a Zephyr entre la espada y la pared, no me di cuenta de que fui demasiado directo hasta que vi que sus mejillas se tornaron rojas y tartamudeó.

De hecho se quedó muda, me miró sin saber qué decir.

Avanzó unos pasos devolviéndose camino al auto y yo la observé permaneciendo allí, de repente se volteó y me dijo:

—¿Sabes que al menos un chico normal me habría pedido salir antes o ser su novia? ¿qué propuesta es esa?

—Es que no soy normal —contesté—, ¿o eres virgen todavía?

Mi respuesta no fue la mejor, su expresión fue de fastidio y siguió caminando así que agarré una bola de nieve y se la lancé en la espalda.

—Definitivamente no sabes coquetear. —Agarró una bola de nieve y me la lanzó molesta, y yo me cubrí con el antebrazo.

—Por suerte no era un coco —dije apresurando mis pasos.

—¿Por qué no vas a un prostíbulo mejor? Si tanta experiencia quieres tener.

—¡Ah! ¿y tú cómo sabes de esas cosas?

—Obviamente sé lo que es, no soy una niña.

—No me apetece, no es la clase de cosas que busco —dije sinceramente—. No es por salir del paso.

Llegamos al auto y ella abrió la puerta.

—Entonces ¿por qué me pedirías algo así? No soy esa clase de mujer que se mete con alguien por pasar el rato, menos después de lo que sucedió en mi vida, no he vuelto a tener novio.

—Yo no podría ser tu novio.

Contesté porque era la verdad, nunca he mantenido una relación amorosa y dudo que pueda hacerlo.

—Yo no podría hacer lo que me pides, porque tu jamás tendrás una conexión emocional conmigo y seguro que después seguirás como si nada. —suspiró y noté en su mirada que se arrepintió de haberlo dicho—. No es tan sencillo para mi.

—He estado más pendiente de ti de lo que crees y no te has dado cuenta.

Abrí la puerta y me subí al auto, ella se quedó unos segundos perpleja y encendí el motor para avisarle que ya debíamos irnos. No dijimos nada de regreso a casa porque lo último la dejó pensando.

Todavía existen situaciones de mi vida que Zephyr no conocía, una de ellas y la más suave es que estuve observándola por cámara bastante tiempo, ni yo entendía por qué lo hice, quizás el no saber socializar me daba temor a que ella sintiera miedo de mí. Aun así conocía sus conversaciones a solas, cuando cantaba y bailaba mientras cocinaba o limpiaba, o al llorar mientras en su celular veía videos de animales.

Ni jamás se enteraría de que yo mismo amenacé a Esteban en el bosque luego de que él la molestara y por esa razón no regresó a trabajar en la casa como jardinero.

Snowland II El despertarWhere stories live. Discover now