Capítulo 8 | Hasta pronto soledad.

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Últimamente Zephyr comenzó a volverse mi entretención, pero desde la última vez que vino Gael tuve que contarle lo que sucedió que ni siquiera nos conocíamos

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Últimamente Zephyr comenzó a volverse mi entretención, pero desde la última vez que vino Gael tuve que contarle lo que sucedió que ni siquiera nos conocíamos. Él accedió a guardar el secreto con la condición de que no le hiciera nada extraño porque era una buena chica.

No sé qué estaría calificado dentro de no hacer nada extraño.

Fue entonces cuando en la madrugada se me cayó un plato en la cocina porque estaba mirando el calendario en donde ella tenía marcado cuánto le faltaba para entrar a clases, tres días igual que yo. Tuve que correr para que no me viera, porque no era la clase de presentación que había pensado para la primera vez.

El viernes vino el jardinero, al parecer conocía de cerca a Zephyr, intentaba buscarle conversación pero ella se veía reacia a involucrarse, sin embargo cuando fue a dejarle un vaso con agua él la invitó a cenar y Zephyr dudó, dando explicaciones que no llegaban a nada que parecía necesitar una excusa para salir de allí, entonces active las regaderas del patio y el agua saltó hacia arriba empapándolos.

Ella salió corriendo hacia la casa y él se puso a gruñir rabioso porque no consiguió su objetivo, eso me dio cierta picazón en el pecho.

Asi que Zephyr era más difícil de lo que pensé.

Al anochecer alrededor de las 7 cuando se fue, yo hice lo mismo y me fui directo a buscar lo que estuve esperando, un perro, pero en vez de traer uno, traje dos, uno blanco que le puse por nombre Dal, luna en coreano y el otro perro negro de la misma raza pastor belga groenendael, lo llamé Colt. Compré todo lo necesario para los cachorros.

Estaba instalando sus camas en la sala de estar para tenerlos cerca, con la intención de tocar el piano, cuando suena el timbre de la casa, me acerqué a la cámara de la entrada y vi a Maximiliano junto a Gael y Carla, eso me pareció extraño así que les abrí la puerta y nos saludamos.

—¿Zephyr ya se fue? —preguntó Gael.

—Hace un rato —contesté—. ¿Y a qué se debe la visita inesperada?

—Vinimos a dejar a Carla para que se quede por el fin de semana —comentó Max.

—No lo tomes a mal Carla, pero podrías haberla llevado con Heather. —Miré a Max.

—Ella está con demasiadas cosas, no quiero ser una carga.

Me quedé pensando, encontrándole el sentido a esto.

—¿Y Melian no te había propuesto vivir en las casas de la universidad? —pregunté.

—Si, lo mismo contigo ¿no? —me dijo Carla.

—Bueno, soy un caso diferente —me excusé.

—Bastante diferente —Me miró de reojo.

—Solo será el fin de semana, en mi casa no la puedo tener —dijo Gael.

Snowland II El despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora