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Capítulo 3


Cuando el tiempo estaba próximo a terminar, ambos ingresaron al prostíbulo que se encontraba en caos. El pelinegro quedó estático ante la escena, mientras que Kugisaki comenzó a temblar.

El gerente Yaga salió de una de las tantas habitaciones, golpeado y con el labio partido. Mientras que otros sacaban a Alexa, que a duras penas se mantenía consciente, ya que solo balbuceaba.

—Ese bastardo. —la chica gruño. —No bromeaba cuando dijo que iba a desquitar lo que pago...

—¿En serio no puedes callarte? —Alexa rio ante el comentario del rubio, quien la sacaba de mala gana.

—Nanami, me duele el cuerpo como el infierno. —admitió casi lloriqueando. —Agradece que me estás sacando a mí y no a ese malnacido. —su compañero suspiro resignado. Realmente era imposible lo que decía, pero no se pondría a debatir sobre ello ahora.

—¡Señorita Alexa! —el grito de terror, tensó por completo el cuerpo de la susodicha. La voz de Nobara era el anuncio de que él también estaba ahí.

No quería que la viera en ese estado, era vergonzoso e incluso humillante para ella. Solo le afirmaba una cosa que había estado pensando hace tiempo.

Quiso huir. Salir de ahí, pero no podía.

—Quédate quieta, Alexa. —ordenó Kento mientras la castaña se escondía detrás de él, como una niña intentando evitar que la atrapen en una travesura. Y antes de que el rubio diera partida a una breve disputa, ella habló.

—Regrésame a la habitación. —rogó y Nanami la miró mal. —Aún quedan clientes.

—¿Sabes que es más importante atenderte?

—Puedo esperar. —asegurar con confianza. —Vamos, ya casi es hora de que empiecen a salir. Si ven esto, creerán que también lo pueden hacer con ustedes. Rápido, Nanami.

Por más que el rubio quisiera negarlo, Alexa tenía razón. Ella no estaba en sus cinco sentidos, la sangre, los golpes y lo desastrosa de su ropa solo dejaban a la imaginación lo que sea que haya pasado en esa habitación.

Todos darían por hecho que también podrían hacer lo que sea que sus maquilaran

No podían arriesgarse a ver los resultados.

—¡Mierda! —susurró molesto. —Nobara, si ya terminaste. Sigue a Diana a tu habitación. —ordenó Nanami intentando mantener la calma.

—Está sangrando... —intervino Geto con preocupación y casi ofreciéndose para llevarla él mismo a urgencias.

—Nosotros nos encargaremos. —cortó el rubio. —Diana. —llamó para que procediera con lo normal.

—Cliente, es por aquí. —guío la mujer.

—Tienes que ir al hospital. —Suguru parecía desesperado y su ansiedad subió cuando vio que ambos se iban de vuelta a esa habitación. —¡Alexa! 





마라 (𝐁𝐀𝐃𝐀𝐘𝐈𝐀𝐍𝐆)



𝑇ℎ𝑒 𝑠𝑡𝑜𝑟𝑦 𝑜𝑓 𝑢𝑠 | 𝐒𝐮𝐠𝐮𝐫𝐮 𝐆𝐞𝐭𝐨Where stories live. Discover now